La historia de un matrimonio octogenario separado por el sistema de dependencia: ¿qué está fallando?
Desiderio Hernández y María Soledad Domínguez son compañeros de vida desde hace 60 años. Ambos tienen demencia, pero no podrán terminar sus días juntos: el hombre está valorado con un grado dos de dependencia, lo cual le da derecho a una residencia; pero ella, con un grado uno, no lo tiene.
¿Por qué? No es un caso único. Los expertos y los familiares de los pacientes aquejan varios fallos en el sistema de dependencia que provocan estos casos, que además pueden acelerar el deterioro de los pacientes al separarles de sus parejas:
- La ley prioriza la situación individual de cada paciente a su entorno social.
- Y desde 2013, las personas valoradas con grado uno (el menor de una escala de tres) no tienen derecho a acceder a una residencia.
Y hay otros problemas:
- El procedimiento administrativo es lento y complejo: hay una media de casi un año de lista de espera para ser atendidos.
- Y los tiempos de espera para conseguir plaza dependen del grado de dependencia de cada paciente.
La opción de una residencia privada tampoco es viable para muchos familiares: el precio medio de una plaza en España es de 2.041 euros.
© Foto: Samuel Sánchez
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