¿Por qué es tan difícil perdonar, sobre todo, a nuestros padres?
Dejar ir un daño profundo integrando el perdón en el proceso es muy positivo para la salud y el bienestar, incluso si los errores provienen de las personas que uno más ama
Existen diversas circunstancias que nos exponen al daño. Desde las situaciones más mundanas como empujones en el metro, un mal gesto en una tienda o comentarios malintencionados de un compañero de trabajo, hasta las más complejas como las traiciones, el abuso, el rechazo o la insensibilidad por parte, incluso, de los familiares más cercanos. Y es que los padres, o alguno de ellos, pueden herir consciente o inconscientemente de muchas formas diferentes, y en todos los casos existen solo dos opciones: perdonar real y profundamente o decidir no hacerlo y aferrarse al rencor, la ira y el resentimiento.
¿Por qué perdonar es tan complicado? ¿Pero por qué es importante, al menos, gestionarlo? ¿Y cómo hacerlo realmente? Porque perdonar, precisamente, significa recordar una y otra vez un hecho pasado que causó mucho sufrimiento. “Perdonar a una persona que te ha hecho daño nunca es fácil, pero insistir en esos acontecimientos y revivirlos constantemente puede llenar la mente de pensamientos negativos e ira reprimida”, afirma el doctor Tyler VanderWeele, epidemiólogo y profesor en la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard, en el estudio más reciente y exhaustivo sobre el perdón, que fue publicado en marzo de 2023 en el Center for Open Science (COS). En la investigación, realizada desde varias áreas de conocimiento, se expone cómo cuando se enseña, se practica y se logra realmente el perdón, el resultado es un alto nivel de bienestar mental, emocional y físico, además de reducir los síntomas de ansiedad y depresión. “Cuando aprendes a perdonar ya no estás atrapado por las acciones pasadas de los demás y, finalmente, puedes sentirte libre”, explica VanderWeele en el informe.
Everett L. Worthington, psicólogo clínico, profesor en el Departamento de Psicología en la Universidad Commonwealth (Virginia, Estados Unidos) y otro de los coautores del estudio, explica en declaraciones a EL PAÍS cómo, además, el perdón puede cambiar la dinámica de las relaciones y prevenir muchísimas cosas en una sociedad. “Hay injusticias que experimentamos todos los días, y la gente no tiene que perdonar, sino que es una elección que se puede hacer o no. En el informe destacamos dos tipos de perdón: el primero es tomar la decisión de tratar a la persona ofensora de manera diferente, como una persona valiosa y sin buscar venganza, y el segundo tipo es el perdón emocional, que consiste en reemplazar las emociones negativas como el odio, la frustración, en emociones positivas hacia el otro, como la empatía, la simpatía, la compasión o el amor”.
Según relata este experto, para llevar a cabo parte de la investigación utilizaron un cuaderno de ejercicios que los participantes realizaron, y descubrieron que se necesitan de media tan solo de tres horas a tres horas y media en transitar el perdón. “Nos podemos liberar del sufrimiento si tomamos la decisión de alcanzar el perdonar emocional; este libro de ejercicios prácticos hace que tomemos acción y lo transitemos en muy poco tiempo”, añade Worthington. Sin embargo, una vez más, es importante dilucidar qué significa realmente perdonar y si, de verdad, queremos o no hacerlo.
¿Qué es y qué no es perdonar?
La Asociación Americana de Psicología (APA, por sus siglas en inglés) recoge que el perdón implica dejar de lado voluntariamente los sentimientos de resentimiento hacia alguien que ha cometido un mal, que ha sido injusto o hiriente, o le ha hecho daño de alguna manera. Y supone la transformación voluntaria de los sentimientos, actitudes y comportamiento, de modo que uno ya no esté dominado por el resentimiento y pueda expresar compasión, generosidad o cosas similares hacia la persona que le hizo daño.
“Perdonar significa comprender cómo liberarnos de acciones o de la necesidad de actuar para reaccionar empujados por la rabia profunda, el malestar y reaccionar, en cambio, desde un estado de conciencia, de lucidez, de profunda comprensión de las cosas”, explica el biólogo, profesor italiano, maestro en meditación y experto en perdón Daniel Lumera. Sin embargo, este experto en ciencias del bienestar hace un matiz: “Las dinámicas del perdón no se pueden generalizar, son únicas. A veces es más fácil integrar el perdón hacia los padres porque forman parte de un proceso más íntimo de definición de nuestra identidad; estamos más motivados a perdonarlos porque provocan en nosotros sentimientos de un amor incondicional”.
Por su parte, Unai Aso, psicólogo cognitivo conductual en la empresa de psicología online Buencoco, añade que el perdón actúa como un mecanismo de afrontamiento funcional. “Actúa como una forma de liberación de resentimientos y rencores pasados, permitiendo a la persona avanzar, y el proceso de perdonar a los padres puede diferir significativamente del de perdonar a otras personas por la naturaleza única de la relación padre o madre-hijo/a”, añade. “He visto muchos casos donde es mucho más difícil perdonar a una persona lejana del núcleo familiar, pero también puede pasar lo opuesto, no esperarse una herida tan grande por parte de un padre o madre, y, por tanto, resultar mucho más complicado perdonar porque el dolor es más fuerte”, espeta Daniel Lumera. De esta forma, para este experto, el perdón es un acto de coraje y no de debilidad. “Como sociedad pensamos que el perdón es un acto inútil, pero es al revés, es capaz de crear transformaciones increíbles en la calidad de nuestra vida”, destaca.
Cuatro pasos clave y universales para transitar el perdón
Daniel Lumera resume en cuatro pasos universales cómo transitar el perdón, un método que usa en colegios, en cárceles e, incluso, en personas que viven sus últimos momentos de vida.
- Declaración. “Debo declarar de una forma muy sincera lo que siento, y lo que pienso, y hacer un ejercicio honesto y consciente. Decir: ‘Te perdono porque me has traicionado o abandonado’, en realidad es una acusación hecha de forma consciente, por lo que puedes simularlo sin que la persona esté delante, y así entrar en contacto con tus sombras y tu dolor profundo. Esta es una forma muy potente de dejar ir, de ser consciente de lo que sentimos, de manifestarlo, de expresarlo, de estar cercanos y de cuidarnos”, asegura Lumera.
- Responsabilidad. “Debo comprender que lo que siento yo mismo lo origino, si en mi interior hay paz ninguna persona puede provocar rabia. Tengo que hacerme responsable de lo que siento, porque, así como lo origino, puedo cambiarlo y transformarlo, ya que la fuente es interna”, aclara.
- La gratitud. Esta nos permite reconocer el valor de lo que tenemos. “Soy grato porque tengo un techo, comida, apoyos, etcétera…, y cada día podemos reconocer personas, cosas y situaciones, y dar valor a lo que tenemos, buscándolo y explorándolo”, explica. “¿Cuánto hemos integrado nuestro pasado? Si llego a ser grato por cualquier cosa, y a partir de lo ocurrido he sido capaz de crecer y de evolucionar, puedo estar contento gracias a todo lo que ha ocurrido, lo he integrado y podido evolucionar”, añade.
- El amor. “Es un estado de conciencia inclusivo donde la fractura entre el yo y la otra persona se disuelve, se anula y se sana, porque yo vuelvo a integrar el acontecimiento dentro de mí, y vuelvo a vivirlo desde una situación ya de reconciliación”, concluye.
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