Un brunch con toques latinos, un bar de toda la vida y un día de spa
Tres paradas para reconectar con Madrid: desde el Chamberí más sabroso al Malasaña más auténtico, pasando por un oasis inesperado al lado de Cortilandia


Madrid te enreda también con sus canciones. Lo hace desde un bar de Carabanchel o un taxi que va camino a Barajas, desde un altavoz en la Gran Vía o una guitarra improvisada en Lavapiés. De Carabanchel a Barajas en 500 canciones, de Miguel Martín Cruz, es un mapa sonoro de la capital: una ruta que recorre medio siglo de melodías que han hecho de Madrid un escenario vivo, coral y cambiante. Entre sus páginas caben Sabina y Rosendo, el rock castizo y el trap más reciente, los ecos de los ochenta y los nuevos sonidos que laten en los barrios. El autor rescata letras que han contado la ciudad mejor que muchos cronistas: las noches que huelen a fritura, los amores que acaban en la línea 1, los himnos improvisados de quienes llegaron y se quedaron. Su mirada mezcla historia, nostalgia y humor para recordarnos que, por encima del ruido, Madrid siempre ha tenido ritmo propio. Y entre canción y canción, tres direcciones para dejarse enredar: un mango matcha, un ventanal con historia y un spa con acento global.
Un café con toques latinos
Una cafetería de especialidad con corazón ecuatoriano en pleno Chamberí. Así es Kläre (Calle de Almagro, 22), el proyecto de Enrique y Majo, que se propusieron reinventar el brunch con una carta que mezcla sabores de España, Latinoamérica y Asia ¿El resultado? Platos con identidad propia como los patacones rotos, una versión tropical de los clásicos huevos rotos donde el plátano macho sustituye a las patatas. El café —de especialidad y de diferentes orígenes— cambia cada mes con una propuesta especial, y también hay matcha ceremonial japonés para los más alternativos.

La carta tiene guiños a recetas europeas y latinoamericanas, con ingredientes muy bien elegidos y una presentación cuidada. El espacio es luminoso y cálido, y el servicio es cercano y amable. Kläre ha tenido una acogida estupenda entre los madrileños, que ya representan la mitad de su clientela habitual. La experiencia completa se puede redondear con un paseo por los mercados de Chamberí o Vallehermoso, que quedan muy cerca.
Si vas, mejor reserva si es fin de semana. Pero entre semana siempre hay sitio y tranquilidad. El plan perfecto para reconectar con sabores que no se encuentran en cualquier parte. Y sí, repetirás. Ticket medio: 15 euros.
Un oasis en el centro de Madrid
Lo que busca el spa de The Madrid EDITION (Plaza Celenque, 2) no es solo relajarte, sino hacerte sentir como si estuvieras en cualquier parte del mundo —pero con un toque muy local. Su propuesta mezcla rituales de bienestar inspirados en tradiciones internacionales con técnicas innovadoras y tratamientos de belleza de primer nivel. Las instalaciones son de las que invitan a quedarte horas: sauna seca finlandesa, baño de vapor, zona de relajación, vestuarios impecables, cuatro salas de tratamiento y una suite íntima con baño privado y su propio vapor.
Cualquier persona puede reservar, no hace falta estar alojado en el hotel: basta con contratar un tratamiento de más de 30 minutos para acceder a todo. También se puede pagar un pase de día. La experiencia es mixta y completamente personalizada, con servicios neutrales en cuanto a género y rituales como el Spanish Energy Elixir (90 min, 230 euros) o masajes como El Paseo del Arte, que puedes adaptar a lo que tu cuerpo necesite ese día.
El spa abre todos los días de once de la mañana a siete de la tarde, y se recomienda reservar. Lo mejor es llegar entre media hora y una hora antes del tratamiento para disfrutar de las instalaciones con calma. El ambiente es exclusivo, silencioso y elegante, y la sensación al salir es la de haber parado el mundo un rato en el centro de Madrid. Tratamientos desde 95 euros. Acceso con cita previa o pase de día.
El bar de siempre con una vuelta
Casa Clavel (Corredera Alta de San Pablo, 6) es la evolución natural de un clásico de Malasaña: Clavel. El mismo espíritu gamberro y divertido, pero con un aire más actual. Quique Santamaría, su fundador, le ha dado una vuelta al concepto original (nacido hace nueve años como bar de copas) para abrir ahora un local que sigue funcionando hasta tarde, pero que también abre al mediodía los fines de semana para el aperitivo.

El ambiente se ha ampliado: siguen los fieles de siempre y llegan nuevos curiosos que antes no se asomaban tanto. Lo bueno es que sigue siendo un sitio fácil, sin postureos, donde puedes caer sin reserva y tomarte una buena ensaladilla, un mixto o una tabla de embutidos de nivel con cócteles que acompañan bien la jugada.
¿Plan recomendado? Ir un domingo por la tarde, cuando hay vidilla pero sin agobios. Si prefieres el meneo total, pásate en jueves, viernes o sábado por la noche, o al vermú del fin de semana. Y si vienes de paseo por el centro, es buen lugar para empezar la noche o parar a mitad de ruta. El ventanal sigue ahí, mirando a la calle, como siempre. Ticket medio: 15 euros.
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