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La última vez que Adaliz perdonó a su asesino

La Audiencia Provincial juzga a Francisco Giovanni, un hombre que mató a su pareja en el portal de su casa y amenazó a sus hijas con hacerles lo mismo con el cuchillo aún en la mano

Francisco Giovanni
Giovanni, en el juicio por el que se enfrenta hasta a 32 años de prisión por asesinar a su mujer en el portal de su casa.Kike Para
Patricia Peiró

Un cuchillo con la empuñadura gris pasa por delante de los ojos de cada uno de los miembros del jurado. El silencio es total. Unos segundos antes, Francisco Giovanni apenas puede mantener la mirada sobre el arma con la que el 17 de septiembre de 2019 asestó una decena de puñaladas a Adaliz, su mujer, en el portal de la casa familiar en Madrid. Cuando aún yacía en el suelo, las hijas de la pareja, de entonces ocho y diez años, bajaron alarmadas por los gritos de su madre. Él se giró y les dijo que acababa de matarla y que se marcharan si no querían que les pasara lo mismo. Este es el relato que se ha podido escuchar este jueves en el juicio por el que este hombre se enfrenta a 32 años de cárcel. Lo contaron las propias niñas en una grabación que hoy se ha reproducido en la Audiencia Provincial. Un día antes, Adaliz había perdonado por enésima vez a Giovanni por sus golpes y sus borracheras.

El testimonio que sale de la boca de las pequeñas asombra no por lo que cuentan, sino por cómo lo hacen. En el juicio se ha empleado la grabación en lugar de su declaración presencial para no obligarles a revivir una vez más la vida de moratones, amenazas e insultos que llevaron junto a su padre.

Lejos del llanto o la estupefacción, las menores relataron en su día todo tipo de atrocidades con profusión de detalles y aparente naturalidad. “A mi madre le decía que era una hija de p... y le daba golpes contra la puerta. A mí me pegaba con el cinturón y me decía que era estú...”, contaba la mayor, que evitó en su declaración decir palabrotas. “Mi padre le dijo a mi madre muchas veces: ‘¡Cuando menos te lo esperes te voy a matar! ¡Te voy a dar donde más te duele!”, reproducía la pequeña de las hermanas con una normalidad que asusta. Un día en el que estaba en la casa un sobrino de siete años de la mujer, el hombre soltó: “No te mato ahora porque el niño no puede ver tanta sangre”.

En su intervención, el acusado, de 44 años, se ha blindado en su alcoholismo para justificar sus lagunas sobre el día del asesinato y, en general, sobre todos los episodios de maltrato sostenidos por varios testigos en la fase de instrucción. La relación de Giovanni y Adaliz, que murió con 31 años, comenzó en 2008. En 2009 ella presentó la primera denuncia por maltrato, algo que se repitió en 2011 y 2018. En la última ocasión, decidió no seguir adelante con la denuncia, algo que sucede en muchos casos de violencia de género.

En las anteriores ocasiones, había obtenido órdenes de alejamiento y le quitó las llaves de casa al hoy acusado varias veces, pero nada de eso sirvió para librarse de su agresor. “Papá sabía escalar y subía por las tuberías hasta nuestras ventanas”, han contado las niñas. Las pequeñas siguen teniendo miedo por si su padre o alguno de sus “amiguitos que roban y matan” vuelven a por ellas en su nueva casa, porque sus habitaciones son exteriores.

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La advertencia de las niñas

La mañana del asesinato, el acusado acudió a pedir ayuda para tratar su adicción a un centro de atención a drogodependientes. Pero, nada más salir, entró a un comercio y compró cerveza y “una de esas botellitas de ron”, según su propio relato. Desde las diez de la mañana y hasta las seis de la tarde, consumió una cerveza tras otra, mezclada con chupitos. Bebió en la calle, en el bar de un paisano, en la puerta de un comercio chino. Sobre las cuatro, regresó a casa donde intentó entrar, pero las niñas no le abrieron.

Así que se plantó frente al portal a esperar a que su mujer regresara, según sus explicaciones, corroboradas por sus hijas, que lo vigilaban desde la ventana. Las pequeñas llegaron a mandar un mensaje a su madre para advertirle de que tuviera cuidado al volver porque “papá estaba fuera” e incluso le hicieron fotografías.

Sobre las siete, llegó Adaliz del trabajo. Él la empujó dentro de portal, y la atacó. Ella solo pudo gritar: “¡Socorro! ¡Que me mata!”. Sus niñas oyeron los alaridos desde la casa, pero la puerta estaba atrancada y mientras la mayor trataba de abrirla, notaron cómo la voz de su madre cada vez era más débil. Acertaron a escuchar cómo pronunciaba sus nombres por última vez. Lo que vieron al llegar abajo fue a Adaliz en el suelo con un gran charco de sangre. Yanire, una viandante testigo de los hechos ha relatado cómo vio una silueta asestaba puñaladas a otra a través de un cristal traslúcido. Y a continuación advirtió la sangre que corría por el escalón de entrada. Mientras, las dos niñas gritaban por la ventana: “¡No dejen que mi padre haga daño a mi madre!”. Una vez consumado el asesinato, el acusado salió agitado a la calle y, sin parar de fumar, y esperó a la policía.

“Ni con mil vidas más podré arrepentirme lo suficiente ni reparar este daño. He pensado quitarme la vida, pero sería una forma cobarde y mezquina de no hace frente a la situación”, ha asegurado el acusado, que está en tratamiento psicológico y farmacológico en prisión y permaneció seis meses internado en el ala de psiquiatría. Giovanni ha llorado al contar que empezó a beber y esnifar pegamento en su Ecuador natal, y que esta senda de adicciones le ha llevado a perder su “hogar, familia y vida”. Adaliz trató de sacarle de su vida una y otra vez, pero él siempre regresaba.

La hija pequeña finaliza su relato sobre el día en el que su madre fue asesinado con una frase que pronuncia con tremenda lucidez: “No me imaginaba mi vida sin ella, pero no lo logró”. Adaliz acababa de convertirse en la cuarta víctima de violencia de género en dos días.

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Sobre la firma

Patricia Peiró
Redactora de la sección de Madrid, con el foco en los sucesos y los tribunales. Colabora en La Ventana de la Cadena Ser en una sección sobre crónica negra. Realizó el podcast ‘Igor el ruso: la huida de un asesino’ con Podium Podcast.

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