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Viajar a Holanda sin salir del Jardín Botánico de Madrid

Alrededor de 17.000 tulipanes de 15 variedades distintas traídas del país dan la bienvenida a la primavera

Tulipanes en el Jardín Botánico.º
Tulipanes en el Jardín Botánico.ºSanti Burgos

Rojos, morados, negros, amarillos, blancos. 17.000 tulipanes de distintos colores han comenzado a brotar en el Real Jardín Botánico de Madrid para dar la bienvenida a la primavera. Es un espectáculo que cada año reúne a miles de visitantes que quieren disfrutar de una gama de colores de la flor estrella de Holanda y que apenas dura unas tres semanas en todo su esplendor. Una vez pasada Semana Santa desaparecerán de forma progresiva y solo persistirá el bulbo hasta que en mayo los retiren para dar paso a las pionías, lirios y dalias.

“El año pasado me quedé con ganas de verlos, así que creo que este año vendré varios días”, dice Laura Prieto

A las 10.00 de una mañana de martes los primeros visitantes esperan ansiosos por entrar al jardín, como es el caso de Laura Prieto. Ella visita el parque cada dos meses porque es uno de sus lugares favoritos de Madrid, sin embargo llevaba tiempo sin venir. “Me daba cosa desde lo que pasó con Filomena. Soy muy sensible con la naturaleza”, indica. Sin embargo, no podía perderse el inicio de la estación con los tulipanes: “El año pasado me quedé con ganas de verlos, así que creo que este año vendré varios días”. Aun así, ha encontrado el museo en perfectas condiciones, ya que según Mariano Sánchez, uno de los jardineros del parque, el temporal ha afectado en un 4,8% de los árboles, aunque la helada de después también ha tenido repercusiones y hay que esperar hasta verano para ver los daños.

Una visitante del Jardín Botánico, admirando los tulipanes.
Una visitante del Jardín Botánico, admirando los tulipanes.Santi Burgos

El tulipán es un bulbo que tiene origen en Turquía y se trajo a Europa en el siglo XVI. “Necesitan mucho frío por debajo de siete grados y por eso Filomena les ha venido bien”, señala el jardinero. Después necesitan calor para poder florecer. Por tanto, se puede decir que las plantas funcionan como un reloj. El que menos horas de frío necesita es el almendro (500), mientras que los tulipanes necesitan el triple de tiempo.

Todos los visitantes van acompañados de sus teléfonos móviles para inmortalizar este momento. Una de ellas es Patricia Borreguero, que los fotografía una y otra vez junto a su hija, aunque no sabe cuál es su color favorito. “He visto los amarillos y me han encantado, pero después están los morados y ya no sabría cuál es más bonito”. Su pasión por ellos le llevó a plantar en su casa en alguna ocasión algunos bulbos, con los que obtuvo tulipanes naranjas.

La amplia gama se consigue al hibridar unos con otros a través del polen, explica el Sánchez: “Si quieres un tulipán naranja con bordes rojos, mezclas dos plantas, pero no sabes cómo va a salir hasta que florezca. Es como los hijos, te pueden salir de ojos marrones o azules por los antecedentes, pero no se sabe hasta que nacen”. El tulipán negro es el más difícil. De hecho, el negro puro no se ha conseguido. Para celebrar la primavera, en el Jardín Botánico han jugado con cromatismos para crear una composición con 15 variedades de tulipanes, indica el jardinero: “Hemos empezado de más oscuros a más claros. Se puede ver como cambia la gama cromática de una forma escalonada porque unos reciben más luz que otros”.

“Era tristemente bonito en la cuarentena. Lo chocante era el sonido de las fuentes del agua que no se escucha nunca por el tráfico”, señala Mariano Sánchez

El año pasado muy pocas personas pudieron disfrutar de este espectáculo de la naturaleza que tiene lugar una vez al año, ya que cuando se pusieron en flor comenzó el confinamiento. Los pocos que lo visitaban eran aquellas personas que se encargaban de cuidarlo como Sánchez. “Era espectacular y cuando venía pensaba que nadie los iba a contemplar y que todo el esfuerzo que hicimos de plantarlo fue para nada”, cuenta Sánchez que se convirtió en los ojos de los visitantes al subir vídeos en el Twitter para que la gente pudiera verlo. En los 30 años que ha trabajado como jardinero en el botánico nunca lo había visto igual: “Era tristemente bonito en la cuarentena. Lo chocante era el sonido de las fuentes del agua que no se escucha nunca por el tráfico”. Finalmente, se decidió cortar las flores para dárselas al personal sanitario en un gesto de apoyo.

Alrededor de 50.000 personas visitaron el botánico en otras ocasiones para ver los tulipanes. La taquillera Eva González señala que ya se empieza a notar “el efecto tulipán” y también el cierre perimetral de Madrid que evita desplazamientos entre comunidades autónomas: “Está viniendo mucha gente a verlos y lo que destacan es que es una actividad muy segura porque es todo al aire libre. Aquí los madrileños pueden respirar y aprender al mismo tiempo”. Pero no solo acude gente de la capital, sino también de otros países como italianos, franceses y algún inglés. Steven Lam es productor de cine que trabaja en Estados Unidos y, cuando visita la ciudad por trabajo no duda en hacer una parada en el Jardín Botánico. Reconoce que es muy famoso a nivel internacional y ha querido venir en primavera solamente para fotografiar los tulipanes. “Es mi planta favorita de la primavera. Me asombra que pueda aparecer con esta fuerza y que solo tenga un par de semanas de vida”.

Una mansión por un tulipán

Francisco Echeverría es profesor forense en la universidad del País Vasco. Ha venido a Madrid por trabajo y ha aprovechado para darse una vuelta por el Jardín Botánico donde ha tenido suerte de ver los tulipanes. Él no los mira desde su punto de vista estético, sino filosófico: “Me pregunto como pudo desarrollarse un crack bursátil por esta planta, cuando hay muchas posibilidades de que salga”. Hace referencia a la importancia económica que algunos historiadores atribuyen a esta flor tuvo en el siglo XVII durante los años de esplendor de los Países Bajos. Un solo bulbo de tulipán se vendía por 1.000 florines, cuando el sueldo medio anual de un holandés era de 150 florines, indica el jardinero del parque. Se llegó a cambiar un solo bulbo de esta variedad por una lujosa mansión en el centro de Ámsterdam.

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