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6.000 flores de papel dan luz al altar de los muertos

Casa de México emplea bambú para el diseño de calaveras de su fachada

Mega-altar de muertos situado en el vestíbulo de Casa de México en Madrid.
Mega-altar de muertos situado en el vestíbulo de Casa de México en Madrid.Victor Sainz
Aurora Intxausti

El amarillo y rosa de las 6.000 flores y la técnica del papel picado en diversos colores iluminan el altar de muertos, este año dedicado a los fallecidos de coronavirus, que Casa de México en España encargó a los diseñadores Cristina Faesler y Mateo Holmes. La intervención artística en el exterior del edificio con calaveras de bambú ha sido creada por artesanos mexicanos de Tepoztlán y diseñada por la artista Joanna Slazak. Casa de México en Madrid festeja el día de los muertos durante un mes, hasta el próximo domingo, para dar a conocer parte de su cultura. Un altar de muertos, instalado en las escaleras centrales del edificio, contiene todos los elementos necesarios —agua, cruz de sal, pan de muertos, calaveritas de azúcar, chocolate o amaranto, flores o la escultura de un perro— para el encuentro entre los vivos y los ya fallecidos. Durante esa celebración la tristeza y la nostalgia se convierten en fiesta, gozo y desparpajo, ya que para los mexicanos los difuntos regresan al mundo de los vivos para unirse a sus familias. La película Coco, de la factoría Disney-Pixar, refleja o se aproxima bastante a lo que supone esta festividad para los mexicanos.

Una parte importante de este festejo es el altar que las familias montan en sus casas para recibir a los homenajeados. Es una ofrenda para los muertos y que contiene diferentes elementos con alto nivel de significado espiritual.

Para la elaboración del altar los diseñadores han contado con elementos decorativos realizados por artesanos de Morelos y Puebla. Estos artesanos, según los responsables de Casa de México han especializado en crear esqueletos hechos de carrizo y diseños en papel picado. “Desde niño me gustó trabajar esto porque yo veía a los cueteros cómo hacían los castillos y las figuras para las ferias y me gustaba mucho. Mi papá era campesino, pero cuando llegaban las fiestas la gente le encargaba figuras, calaveras y otras cosas, entonces lo hacía, pero no como trabajo. Para mí es importante que no se pierda la tradición, que no se olvide lo que nos dejaron nuestros antepasados, nuestros abuelos. Me gusta inventar nuevos diseños, no quedarme solo con lo que vi de niño. Si veo que le falta algo a una figura le pongo nuevos detalles para que se vea mejor, también con las ideas de la gente que viene a encargarme cosas”, explica el artesano Rodrigo Rojas Conde.

“Desde que tengo uso de razón hago papel picado, me crié así, viendo a mi familia. Mi abuelo, Pedro Mauricio Pérez, fue de los que iniciaron la técnica que usamos ahora. Al principio él usaba tijera, hacía flores, adornaba las iglesias. Luego, un herrero amigo suyo le hizo una herramienta, un cincel, para cortar mejor. Las imágenes son las tradicionales de Posada, pero también vamos haciendo a nuestra propia imaginación y también investigamos otras imágenes de la muerte”, añade el artista Danny Pedro Mauricio Bonilla. Por sus papeles desfilan desde figuras artísticas a esqueletos en movimiento.

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Sobre la firma

Aurora Intxausti
Coordina la sección de Cultura de Madrid y escribe en EL PAÍS desde 1985. Cree que es difícil encontrar una ciudad más bonita que San Sebastián.

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