El riesgo de pasarse de frenada en campaña
Las propias víctimas que destaparon el ‘caso Bildu’ se revuelven contra Ayuso, mientras que el PSOE cree que los excesos del PP movilizarán a la izquierda y los populares sostienen que el marco de campaña es ideal, con todos los ojos puestos en los acuerdos de Sánchez
No hay una sola acción política con consecuencias en una sola dirección. Desde su dolorosa derrota en 2008, precisamente después de cuatro años durísimos en los que se manifestó hasta ocho veces contra el diálogo de Zapatero con ETA y le soltó aquel durísimo “usted ha traicionado a los muertos”, Mariano Rajoy y su estratega jefe, Pedro Arriola, tomaron una decisión de fondo. Decidieron que no bastaba con movilizar a los propios con temas duros como el de ETA y la ruptura de España, como habían hecho los cuatro años anteriores. Además, necesitaban no movilizar a los de enfrente, la izquierda.
El miedo al regreso del PP había sido un gran aglutinante de la izquierda, especialmente en Cataluña, donde el PSOE de Zapatero logró 25 escaños con una frase muy sencilla: “Si tú no vas, ellos vuelven”, con un cartel de Rajoy, Ángel Acebes y Eduardo Zaplana en negro con fondo rojo, al estilo de la película Reservoir Dogs, de Quentin Tarantino.
Rajoy y Arriola aprendieron la lección: echaron a Acebes y Zaplana, el líder dejó de ir a manifestaciones y buscaron otro perfil con Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal. La crisis económica hizo el resto y hundió al PSOE. Pero Rajoy se había preparado para no generar tanto rechazo como en 2008, para evitar una movilización contra él, y sobre todo para no ser como Aznar, un ídolo de la derecha más dura, pero también un gran movilizador de la izquierda.
Alberto Núñez Feijóo es de la escuela de Rajoy. Quiere evitar a toda costa una movilización de la izquierda. Y busca arrebatar votos al PSOE en el centro. Pero Feijóo tiene un problema que Rajoy no tenía en 2011, cuando arrasó. Feijóo tiene a su derecha a Vox, que según admiten en privado en la cúpula del PP resiste mucho más de lo previsto. En su competencia con el partido ultra, Feijóo sube el tono y ha llegado a decir que Sánchez es “más generoso con los verdugos que con las víctimas”. Y con ese listón del líder tan alto, muchos otros dirigentes desbarran, como el senador que dijo lo de la ley de vivienda construida sobre las cenizas de Hipercor.
Y ahí es donde el PSOE cree que se le puede dar la vuelta a la tortilla, como ha pasado otras veces. Ya ha empezado a pasar con los excesos de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, quien tras decir que “ETA está viva” ya ha recibido la durísima respuesta de las víctimas que iniciaron toda esta batalla, Covite, las que alertaron de los 44 candidatos de Bildu condenados, siete de ellos con delito de sangre. “Es la banalización en estado puro. No respetan a los muertos, van a respetar a sus familiares”, se indignó Consuelo Ordóñez, hermana de Gregorio, concejal del PP asesinado por ETA.
Los socialistas admiten en privado que la campaña ha girado por el caso Bildu. El PP, reconocen, ha logrado mucho más protagonismo. Y la estrategia del Gobierno, centrada en anuncios, economía y gestión, ha quedado opacada unos días. Algunos dirigentes locales y autonómicos también señalan que este asunto les distrae de sus campañas centradas en la gestión. Pero también creen que es una cuestión de los grandes medios nacionales, pero no de los locales —no hay que olvidar que son unas elecciones municipales y autonómicas— y que los ciudadanos no están en esto, como demuestra que las encuestas no se están moviendo, algo en lo que coinciden varios encuestadores consultados. Pero desde el PSOE también creen que la pasada de frenada del PP con sus excesos está sirviendo para movilizar a la izquierda, ese gran temor de Rajoy y Arriola, y para cohesionar al votante progresista.
En Podemos también tienen claro que hay que aprovechar la situación para movilizar a los propios, tanto que Ione Belarra ha recuperado un mensaje clásico de las movilizaciones contra el PP cuando gobernaba. “Las derechas están asalvajadas, llevan una semana discutiendo sobre ilegalizar partidos. Es una vergüenza. A ver si la gente piensa que el que hay que ilegalizar es el PP”, por los casos Gürtel o Kitchen, dijo. A Podemos no le preocupa pasarse de frenada y con eso movilizar a la derecha, porque no juega en esa categoría. Son el PSOE y el PP los que necesitan tener mucho más cuidado y combinar la movilización de los suyos sin activar a los contrarios.
Por el contrario, los populares están convencidos de que la campaña se ha colocado en el marco ideal para ellos, porque toda la discusión se centra en Sánchez y en sus acuerdos, como quería el PP para golpear en esa frontera de votantes socialistas que puedan tener dudas, que ellos calculan en hasta un 10%. Aunque otros dirigentes populares admiten que Feijóo está obligado a sobreactuar para que Vox no le coma más terreno. Andoni Ortuzar, el líder del PNV, siempre directo, dijo esta semana en Onda Cero que Feijóo “ahora está interpretando un papel” que a los nacionalistas vascos no les gusta nada y “se desconoce si es el del auténtico Feijóo”. Ortuzar guarda sus cartas por si un día tuviera que pactar con el líder del PP, pero ya aclara que nunca sería con este Feijóo y sería imposible sin Vox está en la ecuación.
La campaña entra ahora en una fase diferente. El caso Bildu debería ir poco a poco dando sus últimos coletazos si no hay grandes novedades. En el mitin en Zaragoza, Javier Lambán, siempre crítico con Sánchez, dio una de cal y una de arena: dijo que “no hay que tener ninguna relación con los herederos de ETA”, pero a la vez que “es miserable la utilización que hace el PP de las víctimas”. El tema sigue ahí, pero va bajando. Y ahora viene el momento de las encuestas finales, los grandes mítines y los grandes anuncios de este fin de semana. Todos los ojos están puestos en La Moncloa para ver si tiene capacidad de recuperar la iniciativa y dar un golpe que gire de nuevo la campaña. La respuesta llegará con toda probabilidad en Valencia, el sábado. Y ahí ya se enfocará definitivamente la recta final.
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