Diagnóstico de Andalucía a través de ocho datos y sus sombras: convergencia y apego a la tradición
Expertos andaluces en sociología, economía, agricultura, ganadería, turismo, industria, cultura y política coinciden en que la comunidad que se examina el 19-J tiende a acercarse al resto de España, excepto en sus “tradiciones culturales”
Andalucía ha cambiado, ha evolucionado y se ha “normalizado” con respecto al resto de España desde la implantación de su autonomía, hace ya 42 años, según una decena de expertos de distintos ámbitos consultados por EL PAÍS. Durante muchas décadas se asumió ese territorio, el más poblado del país con 8,5 millones de personas, como el granero de votos en exclusiva del PSOE, pero esa presunción se truncó tras las anteriores elecciones, hace tres años y medio. Ahora, ante el pronóstico generalizado de muchas encuestas para este 19-J en favor del PP y de Juan Manuel Moreno, hay quien diagnostica que Andalucía se ha derechizado. Especialistas de diversos sectores precisan que en Andalucía lo que se ha producido es un relevo generacional menos ideologizado, que prima la gestión, la modernización y la moderación, sin rémoras. Y alertan sobre la pervivencia de “las sombras del pasado” en un excesivo costumbrismo en la cultura y las tradiciones.
Formación y educación: 2,4% de analfabetismo
Manuel Pérez de Yruela, sociólogo, autor del Nuevo diagnóstico de Andalucía y exportavoz del gobierno andaluz del socialista José Antonio Griñán, tiene claro que su comunidad “se ha normalizado” mucho en relación al resto de España y recurre a los datos que constatan esos cambios en el ámbito de la educación y formación, que eran dos de sus más recurrentes rémoras. Pone dos ejemplos de cómo se ha acercado Andalucía a los porcentajes de sociedades en su entorno. El índice de analfabetismo es ahora del 2,4%, algo por encima del 1,3% nacional o del 1,2% en Cataluña. Y en la enseñanza superior ese porcentaje es del 28% frente al 32% de toda España y el 34% catalán.
Pérez de Yruela sostiene que ese factor corrector en favor de las actuales generaciones de jóvenes digitales con respecto a sus padres lo inunda ya todo. “El cambio social es sigiloso, lento, dura tiempo, no es de la noche a la mañana, pero sí provoca un reposicionamiento ideológico porque esos jóvenes no tienen la conciencia histórica ni el recuerdo de sus padres contra la Andalucía de los latifundios, que en su momento le llevó a votar mucho al PSOE y a decir nunca votarían a la derecha. Eso ha desaparecido”.
Este profesor de investigación de Sociología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas ha radiografiado esa evolución en esta etapa democrática en Un relato sobre identidad y vida buena en Andalucía, y defiende que en gran parte se han dejado ya atrás las nociones de excepcionalidad andaluza basadas en el subdesarrollo, el caciquismo y la desigualdad para normalizarse. Eso sí, con ciertas singularidades.
Demografía: 50% de nacidos tras el 28-F de 1980
Eduardo Moyano, exdirector del Instituto de Estudios Sociales Avanzados (IESA), profundiza en la idea del cambio radical demográfico y generacional, pero también advierte contra algunas “sombras del pasado”. Moyano señala que “más del 50% de la población ha nacido después del referéndum para conseguir la autonomía el 28 de febrero de 1980 y por lo tanto a partir de ahí toda la mística del agravio se ha ido perdiendo y el voto ha dejado de ser identitario para pasar a ser de gestión, de valoración de un gobierno”. La edad media en Andalucía se situó en los 41,84 años en 2019, unos dos años menos que la del conjunto del país.
Moyano ha patrocinado un término, Agrociudades, para romper algunos tópicos sobre la idiosincrasia del campo andaluz, los antiguos terratenientes y el voto cautivo de los temporeros. En su pueblo, Puente Genil, en el límite de la campiña sur cordobesa con Sevilla, el voto a la izquierda llegó a superar el 70% en algún momento y ahora ha bajado 20 puntos. “¿Qué es un pueblo ahora?”, se pregunta Moyano, y se contesta que muchas de esas poblaciones rurales que tienen más de 20.000 habitantes forman parte de “esa Andalucía muy diversa, con pueblos muy urbanos, en los que el voto no está ya vinculado a ningún partido y en los que el índice de mecanización del campo ha transformado a los temporeros en asalariados agrícolas y a los viejos terratenientes en empresarios”. La importancia de la agricultura, en cualquier caso, sigue siendo muy relevante en el PIB de Andalucía (10%), muy por encima de la media nacional (3%) o europea.
Agricultura: Las exportaciones se diversifican y triplican
Cristóbal Cano, secretario general de la Unión de Pequeños Agricultores de Jaén, explota una plantación de apenas 10 hectáreas de olivar, y destaca la capacidad mostrada en los últimos años desde Andalucía para “convertirse en una potencia exportadora y en el granero para alimentar a gran parte del mundo, porque tenemos prácticamente de todo, con una agricultura rica y diversa que se ha orientado bien y no se ha quedado anclada en el pasado de la autosuficiencia”. Cano ofrece los datos de su sector: “En 1993 se exportaba por valor de 383 millones, en 2003 fueron 4.811 millones y el año pasado 12.385″. Cano se pone una asignatura por resolver: “La edad media de los que se dedican al campo sigue siendo muy alta, y ahí queda mucho por hacer porque no es la actividad más atractiva para los jóvenes”.
Ignacio Fernández de Mesa, presidente de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores de Córdoba, representa a 5.320 asociados y desmiente con sorna que todos ellos sean “terratenientes”. Ironiza: “No hay tantos, los señoritos están en el paro y han vendido sus tierras”. Y se empeña en mostrar que la realidad a día de hoy es otra muy distinta, más moderna y profesional: “En esta zona de Palma del Río antes había huertecitas y ahora tenemos 13.000 hectáreas con todo tipo de variedades de cítricos y con modernas tecnologías, exportamos y comercializamos naranjas, buenísimas, por cierto, a la zona de Valencia”.
Turismo y servicios: El 70% del PIB
Andalucía sigue manteniendo una enorme dependencia económica del turismo, que se estima en el 70% del PIB con el sector servicios. En la campaña electoral se ha cuestionado, por algunos partidos, el riesgo de basarlo todo en el monocultivo de ese producto e incluso de las lacras que puede conllevar su éxito desaforado. Málaga capital es un ejemplo perfecto, que se desbocó a partir de la llegada del AVE en 2006 y tras la sucesiva implantación e inauguración de los museos Picasso, Pompidou, Carmen Thyssen, el festival de cine, la Térmica o el teatro Soho de Antonio Banderas…
Justo antes del funcionamiento del AVE, como recuerda Antonio Soler, novelista, malagueño y crítico con el auge de la “turistificación” y el éxito descontrolado de “Málaga como parque temático”, apenas se veían turistas extranjeros por esa capital, que se dirigían directamente del aeropuerto a la Costa del Sol. Desde entonces ha sido la capital de España que más ha desarrollado ese filón, más que Madrid y Barcelona. Los viajeros casi se han duplicado de 456.493 en 2005 a 818.146 en 2021.
“Málaga se ha puesto de moda, porque es cómoda, agradable, está muy bien comunicada y la turistificación puede ser positiva económicamente y para el comercio, pero yo tengo muchos amigos que se han ido del centro. Esto está sucediendo en otras ciudades de Europa, como Barcelona, pero aquí el centro es más pequeño y parece invadido”, lamenta Soler.
Sara Fernández, gerente del fondo Luxury Homes y de cuatro edificios turísticos históricos rehabilitados en el centro de Cádiz, apuesta por otro modelo que se está extendiendo por esos barrios históricos, pero que también se tropieza con escollos burocráticos, administrativos y de planificación a largo plazo de la ciudad: “Cádiz también está de moda, es un filón y una gran desconocida, pero el Ayuntamiento nos pone muchas cortapisas al capital privado para poner en uso y disfrute de la ciudad y sus visitantes edificios catalogados”. Y desmiente la acusación que les achaca estar expulsando con esas rehabilitaciones a los vecinos de esas zonas: “El problema de la despoblación de Cádiz (117.000 habitantes) viene de mucho más lejos y nosotros, además, aportamos turismo de calidad, nuestro cliente medio gasta entre 150 y 200 euros al día”.
Industrialización y paro: 20% de desempleo
La tasa de paro en Andalucía se ha situado en el primer trimestre de 2022 por primera vez en 14 años algo por debajo del 20%, con el mayor descenso de España en la bolsa de desempleados pero aún más de seis puntos por encima de la media nacional (13,65%). Es un mal endémico de siglos, como resume Carlos Arenas Posadas, historiador y catedrático de Historia e Instituciones Económicas, especialista en industrialización y autor de “Lo andaluz. Un hecho diferencial”.
Carlos Arenas ha desarrollado amplias teorías sobre las peculiaridades del “meollo del capitalismo señorial andaluz” como elemento diferenciador del español. Y sostiene que, pese a todos los aparentes avances, ese capitalismo “mantiene las características extractivas y excluyentes que antes estaban en manos de una élite en la agricultura y ahora en sectores de bajo nivel instructivo como el comercio, la construcción o el turismo y al que le conviene perpetuar altas tasas de desempleo con bajos salarios”.
La renta per cápita de Andalucía es la penúltima de España, con 19.658 euros, y aunque creció un 2,9%, se aleja 25,6% de la media nacional (26.438 euros).
Servicios públicos: más médicos, más población, peor atención
Uno de los servicios públicos esenciales en cualquier comunidad es la sanidad. En Andalucía lleva varios mandatos siendo el centro de la confrontación. El presidente actual ha presumido en esta campaña de que frente a recortes anteriores él ha prometido 2.000 millones de euros más. La candidata de Por Andalucía, Inma Nieto, no se cansa de reprocharle que el problema no es tanto el dinero como de confusión de prioridades y de cansancio de unos profesionales exhaustos y abnegados.
María Briones, es médico de medicina general y lleva ejerciendo 26 años en el centro de salud Las Lagunas de Mijas, en la Costa del Sol, y corrobora la mayor conciencia entre los usuarios de la importancia para la sociedad del sistema sanitario público, con más exigencia y conocimiento de los pacientes, pero también sus lagunas. “Ahora hay más población, también flotante, que reside aquí pero no está censada, y aunque somos más médicos tenemos a muchos más inscritos en cada cupo y efectivamente en muchas especialidades estamos dando citas con cuatro, cinco o seis meses vista”.
Política: el voto pierde ideología y se modera hacia la gestión
¿Se ha vuelto Andalucía más de derechas? Ha sido una de las preguntas que ha sobrevolado toda esta campaña ante el cúmulo de encuestas que otorgan ahora al candidato del PP, Juan Manuel Moreno, cifras de escaños récord para ese partido tras décadas de mandatos socialistas. Ese mito se rompió hace tres años y medio cuando Moreno, con el peor resultado del PP (26 escaños, 750.000 papeletas), logró gobernar con Ciudadanos y gracias a la ultraderecha de Vox, con la que luego se distanció.
Javier Arenas, expresidente del PP andaluz y candidato que logró en 2012 el mejor resultado de la derecha en Andalucía, atribuye el “cambio radical y vertiginoso en la sociedad andaluza a los movimientos profundos observados en su economía, con una nueva agricultura y otra clase media que ha disipado los modelos del pasado, que ahora demanda moderación, que se ha desideologizado, con una menor influencia de las ideas en favor de la gestión y la superación de los bloques tradicionales”.
En 2012, cuando Arenas ganó al entonces todopoderoso PSOE pero no logró gobernar, la derecha que encabezaba congregó un 40,6% del voto (Moreno se quedó en 2018 en el 20,7%). La izquierda en su conjunto superó al PP de Arenas con el 50,8%. Los sondeos ahora, incluso el del CIS, le otorgan al PP de Moreno, con Vox y Ciudadanos a la baja, un mínimo del 52% y un máximo del 58,7%. Y a la suma de todas las izquierdas, desde el PSOE de Juan Espadas a Por Andalucía de Inma Nieto y a Adelante Andalucía de Teresa Rodríguez, entre el 37,7% y el 43,9%.
Cultura y demasiadas tradiciones: 162 millones para Canal Sur
Alberto Rodríguez, cineasta, realizador, sevillano, reconoce que algo ha mejorado el mundo audiovisual, admite que empieza a notarse “un mínimo o raquítico florecimiento de esa industria” y valora el nacimiento institucional de la Academia de Cine y que en estos años se haya progresado de montar un par de películas a casi una decena por ejercicio. Pero, siendo un director apasionado del hiperrealismo en su cine y agradeciendo que se le haya dado la vuelta a la consideración de los acentos linguísticos como un valor desacomplejado, se muestra “muy crítico con todo lo que significa esa Andalucía tradicional apegada a la tierra, que mira más al pasado que al futuro y que despliega más manifestaciones marianistas que días en el calendario”.
Antonio Muñoz Molina, novelista, académico, nacido en Úbeda (Jaén), se remite a su prólogo del elogiado último libro póstumo de Javier Aristu, Señoritos, viajeros y periodistas. Miradas sobre la Andalucía del siglo XX, para arremeter contra la pervivencia de los tópicos más castizos en general en las tradiciones y la cultura andaluza y, sobre todo, contra “el folclorismo de Canal Sur”, que este año tendrá un presupuesto de 162 millones, la segunda televisión autonómica tras TV3, y conserva un 8,1 de cuota de pantalla. El escritor ya lo denunció en 1996, en un artículo en EL PAÍS, Andalucía obligatoria, que levantó muchas protestas. No es que reniegue Muñoz Molina de los millones de personas que disfrutan de la Feria de Abril, las cofradías de la Semana Santa, la romería del Rocío, la Feria de Málaga o la de Jerez, pero sí de que esas tradiciones “se hayan convertido en la cultura oficial de la Andalucía hegemónica, en el discurso dominante con todos los estereotipos andaluces del romanticismo, pero ahora en plena democracia por inercia o por pereza intelectual”. El programa más visto en la historia de Canal Sur se ofreció en 2008, Se llama copla, y concitó un 52,7% de audiencia media.
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