El miedo de los niños en un Halloween en el que triunfa el traje de la serie ‘Wednesday’ en Alicante
La catedrática de Tratamiento Psicológico Infantil en Elche Mireia Orgilés avisa de un repunte casos de terror nocturno en estas fechas y recomienda que los niños participen en fiestas adecuadas a su edad
Halloween ha arraigado en España. La terrorífica fiesta, cuya versión actual procede de ámbitos anglosajones, ya ocupa un lugar destacado en los calendarios comerciales de todos los sectores. Los escaparates se decoran con telarañas y calabazas, las marquesinas de los cines se llenan de ofertas de terror para adultos y de versiones adaptadas a públicos infantiles. El turismo y el entretenimiento buscan al público familiar con reclamos relacionados con el miedo. Las instituciones públicas organizan desfiles y fiestas de disfraces. Pero entre tanto bullicio y grito de terror, hay un sector de la sociedad que puede pasarlo mal si no se lleva cuidado. “La época de Halloween aflora los miedos de los niños”, asegura Mireia Orgilés, catedrática de Tratamiento Psicológico Infantil de la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche (Alicante). “Lo ideal es ubicar a los niños en fiestas adecuadas para su edad”, sobre todo en torno a los 5 y 6 años, “en las que no haya personajes amenazantes”, continúa Orgilés. El problema está “en la calle”, en la que se pueden ver “estímulos cada vez más explícitos y disfraces muy realistas” usados por jóvenes y adultos. Y en esa edad, los pequeños “tienden a fantasear, pero sin distinguir todavía bien la realidad de la ficción”. La solución es “no forzar a los niños a asistir a fiestas ni a disfrazarse si no les apetece”.
Los alaridos de Halloween y las caretas fantasmagóricas aparecen de noche, cuando los padres acuestan a sus hijos. Y crecen los casos en que los niños se asustan y prefieren no estar solos. “Tienen miedo a lo que pueda aparecer con la luz apagada, no a la oscuridad en sí”, subraya la especialista. “Las imágenes que han visto por la calle vuelven a oscuras” y la abundancia de monstruos que recorren las ciudades se repite en sus habitaciones antes de que llegue el sueño. “Esos estímulos amenazantes vienen a ellos de noche”, indica Orgilés, “creen que lo que han visto puede ocurrir de verdad”. Y aunque los padres les expliquen que solo se trata de personas normales ocultas bajo disfraces, Halloween les puede crear “imágenes repetitivas que les generan ansiedad y problemas para dormir”.
En Mundifiesta, una tienda especializada en disfraces situada desde hace cuatro décadas en pleno centro de Alicante, los niños apenas entran en los días previos a Halloween. “Generalmente vienen los padres, que a veces sacan fotos a los disfraces para que elijan los niños desde casa”, comentan Pedro Ángel Uriarte y Mari Carmen González, sus propietarios. Los pocos que entran “no suelen asustarse” y eligen “disfraces de esqueletos, de Freddy Krueger, del asesino de Scream o los básicos del terror” adaptados a sus edades, afirman. El cine marca tendencia, este año la estrella indiscutible es el traje de fiesta de la serie Wednesday, basada en el personaje de la familia Addams y que se emite en Netflix. Otros niños, en cambio, son incapaces de entrar a este pequeño establecimiento. “En cuanto ven las caretas, se asustan y hay algunos que no pasan de la puerta”, relata Uriarte. El pavor a las máscaras lo ratifica Orgilés: “A los niños les asustan muchísimo las caras tapadas”.
También han detectado este problema en el colegio de Infantil y Primaria Lo Romero de Sant Joan (Alicante). “La comisión de coordinación pedagógica”, un órgano de enseñanza que regula la actividad de cada colegio, “ha determinado que evitemos cualquier celebración de Halloween fuera de las clases de Inglés”, comenta la jefa de estudios, Alicia Domene. “No vamos a disfrazarnos para evitar el riesgo de que se asusten” sus alumnos, que van desde los dos a los 12 años. Sí se realizan otras actividades, como “la elaboración y exposición de calabazas, el estudio de los monstruos valencianos” o, desde el ámbito científico, una investigación “sobre los murciélagos”. “El colegio no puede ser un sitio desde el que vayan a casa con miedo”, sentencia la profesora.
Orgilés recomienda “que no se obligue a los niños a disfrazarse si no quieren, que les pregunten antes de participar en las fiestas”. También pide a los padres “que no se agobien”, ya que la respuesta a los estímulos del miedo “es normal”. Y, por último, “que no intenten razonar, ni reñir ni moralizar” con los hijos, ya que “el miedo es irracional y el niño debe aprender por sí mismo que no le va a pasar nada”. En casos extremos en que los pequeños sufren “con una intensidad muy alta, que dura mucho tiempo e interfiere en su vida”, pueden acudir a profesionales. “Los psicólogos disponen de recursos muy eficaces y rápidos para solucionarlo”. También sugiere que busquen referencias de valentía en cuentos y películas, como Monstruos SA (Pixar, 2001), o que organicen juegos sin luz, como “sombras chinescas o identificar a oscuras sonidos de animales”, por ejemplo, para que los niños vean que sus terrores “pueden tener connotaciones positivas”. “El miedo se aprende, pero también se puede desaprender”, zanja Orgilés.
La industria del disfraz también tiembla
Los modelos más habituales de disfraz para esta época proceden de China, de donde sale un producto “barato y poco elaborado”, afirma Luis Miguel Aroca, gerente de Marina&Pau, una de las pocas jugueteras españolas que conservan un pequeño catálogo de disfraces. El de Halloween lo han “desechado” ante la competencia china. “Sí vendemos algo más para bebés, aunque principalmente en Carnaval y Navidades, y nuestro principal objetivo son las despedidas de soltero”. En la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes (AEFJ), apenas queda una referencia especializada, la de My Other Me Fun Company, una factoría radicada en Ibi (Alicante) que distribuye disfraces entre mayoristas y que cuenta con un catálogo destinado al terror.
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