Una mesa con curvas y una pelota de vóley: Badalona acoge el primer torneo en España de un nuevo deporte híbrido
Nacido en Hungría, el vóley mesa se estrena sobre la arena y atrae a jugadores de 11 países entre la curiosidad de los paseantes
Las banderolas de color fucsia que ondean en la playa del Pont del Petroli —la estructura espera desde hace cuatro años que alguien le cure las heridas del temporal Glòria— indican que algo está pasando. Una competición deportiva ha tomado este domingo el litoral de Badalona, con música a todo trapo y jugadores bronceadísimos en bañador y bikini. Solo que esta vez no es vóley playa, ni tenis playa, ni rugby playa ni balonmano playa ni ninguna otra modalidad que aprovecha el atractivo del litoral para expandir sus límites. Lo que se ve esta vez es nuevo, algo que los habituales del paseo marítimo todavía no han visto en vivo y en directo porque es el primer torneo que se celebra en España. Cuando todos los deportes parecen ya inventados, la nueva criatura híbrida (de origen húngaro) tiene, cómo no, nombre inglés: table volleyball. O sea vóley mesa, aunque la mesa tiene también sus peculiaridades: es curvada, lo que añade dificultad y espectáculo.
“Tiene el aspecto de ping pong, pero se siente y se juega como voleibol”, cuenta Agnes, una de las organizadoras del evento. Hace diez años, una empresa húngara diseñó una mesa combada que ha servido de base para distintas modalidades deportivas. Primero nació el “fútbol mesa” y, hace cosa de cuatro años, cuenta Agnes, se diseñaron las reglas para para adaptar el artefacto a los amantes del voleibol, con el añadido de que puede jugarse tanto bajo techo como al aire libre. Se trata de un deporte bastante popular en Hungría, su cuna, que dio el salto con cierto éxito a Estados Unidos. Allí sedujo a jugadoras como Veronica, que ha viajado desde California a Badalona dispuesta a ganar. Procede, como casi todos miembros de los equipos (de 11 países) del vóley playa. Y es una de las conversas más fervientes: “El año pasado lo descubrí en un torneo en Miami, y desde entonces entreno y juego”, explica antes de ponerse a dar toques con su compañera de equipo: hay 3.000 euros esperando al ganador.
Apeada el sábado en octavos de final, Raquel, de 25 años, es una de las pocas españolas que ha participado en este primer torneo en España. “Necesitas mucho control, la pelota pesa muy poco y enseguida se te va fuera”. No descarta volver a probar, pero matiza que para gente como ella (juega en el circuito estatal de vóley playa) la dotación económica debe ser suficientemente atractiva como para dar el paso. Raquel cuenta que la federación internacional de este deporte (Teqvoly) les ha ofrecido a ella y a su grupo una mesa gratis para que hagan proselitismo del nuevo entretenimiento en su tierra, Valencia. “No sé dónde la íbamos a poner, pero cada mesa de estas cuesta 3.500 euros, así que nos la quedamos y ya veremos”, dice Raquel, que observa el partido masculino en el que un hombre imponente de casi dos metros de altura, pelo rubio, asesta a la bola unos golpes endemoniados.
En manos de ese monstruo y con tanta curva, la pelota se va a menudo hacia la línea de costa (donde la gente disfruta más de la música que del torneo mientras toma el sol) o hacia el paseo marítimo: devolver la pelota a la pista con suficiente fuerza y precisión como para no hacer el ridículo es el máximo contacto que la mayoría de la gente de Badalona va a tener este domingo con el vóley mesa. Muchos toman asiento durante unos minutos, miran con curiosidad cómo los jugadores se pasan la pelota y luego siguen su camino, llevados por el olor a sardinas a la brasa que ya se deja querer en los restaurantes de la zona a mediodía.
Paula, sin embargo, sigue de pie sobre la arena, cerca de la pista, el partido del Hércules rubio. “¿No sabes quién es? Es Ivan Zaitsev. El de la selección italiana. ¡Uno de los mejores del mundo de vóley pista!”, cuenta la joven, aficionada a la versión playera de ese deporte. Mira a la extraña mesa curvada que la organización ha instalado en la playa para que la gente juegue; una de ellas incluso tiene estampada la bandera de Badalona (las cuatro barras de la senyera y unas olas del mar). Pero no hay pelotas cerca y nadie las ofrece, de modo que Paula se queda con las ganas mientras Zaitsev se acerca a su posición. Parece un buen momento para saludarle.
“Es divertido y, de hecho, es más técnico que el vóley pista, porque necesitas mucho control: el terreno para golpear la bola es minúsculo”, explica el internacional italiano, captado para promocionar este nuevo deporte (y el negocio que le acompaña) mientras camina, a base de remates como terremotos, lanzado hacia la final.
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