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Jordi Pujol
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La dificultad de terminar

Las razones de quienes identifican a Pujol como causa y origen del declive catalán son poderosas, tanto por sus responsabilidades respecto al proceso independentista como respecto a la corrupción,

Jordi Pujol
Jordi Pujol en la entrevista radiofónica con Josep CuníGianluca Battista
Lluís Bassets

Nunca es fácil terminar. Los finales suelen ser tristes. Y más cuando vienen precedidos de un itinerario brillante. No se aplican estas ideas a Josep Cuní, que terminó el pasado 1 de julio su etapa de cuatro años del informativo matinal en directo de SER Catalunya, con una larga entrevista al expresidente de la Generalitat, Jordi Pujol. Ante todo, porque Cuní sigue, aunque su programa en esta emisora termine, y además porque lo que sí termina, su matinal diario de cinco horas, lo hace con una explosión periodística, un scoop de la mejor sustancia noticiosa como es entrevistar a quien no se ha dejado entrevistar desde hace ocho años, sin olvidar las preguntas incómodas en el tintero y obteniendo además respuestas relevantes.

El final triste es el de Pujol. Habrá quien reproche al periodista y a la emisora una contribución a la rehabilitación de la figura de un político corrupto. No es así. El diálogo entre el periodista y el anciano expresidente, además de un trabajo periodístico de primer nivel, es un documento significativo para entender la historia del país e incluso su actual estado anímico colectivo. Destaca, de entrada, la voluntad de Pujol de comparecer ante unos micrófonos que no siempre han sido obedientes y amables con él, y las razones esgrimidas para hacerlo: para expresar su reconocimiento por el trabajo en favor de la identidad, la lengua y la cultura catalanas, un gesto de quien sigue siendo para muchos, aun a pesar del escándalo, el padre de la patria, dirigido precisamente hacia uno de los escasos profesionales, quizás el único en la radio, que ha sabido salirse de los estrechos cauces mentales y de las rígidas agendas del nacionalismo hegemónico.

Las razones de quienes identifican a Pujol y al pujolismo como causa y origen del actual declive catalán son poderosas, tanto por sus responsabilidades respecto al fracasado proceso independentista como respecto a la corrupción, aunque el expresident no se considere ni independentista ni corrupto. También hemos podido ver cuál es su estado anímico y su forma intelectual, de profunda tristeza el primero y de fatigada lucidez la segunda, mala combinación para quien ha visto hundirse el partido que fundó, fracasar los proyectos de sus herederos políticos y caer sobre su cabeza y su entera familia el estigma de la corrupción y de la acción de la justicia. Si para algo sirvió la comparecencia ante los micrófonos radiofónicos fue para comprobar que las revelaciones sobre la sucia Operación Catalunya a cargo de la truculenta policía patriótica de Fernández Díaz en poco han aliviado o mejorado los ánimos y la imagen del patriarca caído, entregado a un ejercicio de expiación que todavía no ha terminado, puesto que incluye la sorprendente concesión de la culpabilidad en la corrupción al menos de un número indeterminado de sus familiares. Tocaba responder esta vez y la respuesta, siendo atenuada, era verdadera.


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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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