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La Guardia Civil localiza unos 250 pozos ilegales en Cataluña en los últimos tres años

El 58% se encuentra en Girona y muchos representan un grave peligro porque están en desuso sin señalizar ni tapar

Pozos ilegales Cataluña
Pozo abandonado en la provincia de Girona.

La Guardia Civil ha encontrado en Cataluña desde 2019 unos 250 pozos ilegales, la mayoría secos, sin señalizar ni tapar. De estos, un 58% están en Girona y la mayoría en la comarca del Alt Empordà. Estos agujeros en el suelo tienen aperturas de entre 30 cm y un metro y profundidades de entre 4 y 90 metros. Todos ellos representan un peligro tanto para las personas como para los animales. Aunque si se denuncian sus titulares son sancionados, para los ayuntamientos más pequeños es muy difícil hacer un seguimiento de los expedientes y confirmar que se ha asegurado la zona. En Cataluña hay registrados legalmente 34.383 pozos y se desconoce cuántos pueden ser ilegales.

Agentes del Servicio de Protección a la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil han detectado este año nueve pozos peligrosos sin medidas de seguridad en Pau (Alt Empordà). Desde 2019 se han detectado 33 perforaciones para captación de aguas subterráneas, abandonadas, en esta misma zona y un total de 109 en toda la comarca, en poblaciones como Sant Climent Sescebes, Camallera, Masarac o Palau-Saverdera. Los agentes los señalizan para evitar accidentes hasta que se sellen y levantan actas que remiten a las autoridades competentes, como los ayuntamientos y la Agencia Catalana del Agua (ACA). En este periodo en total se han localizado 139 pozos en Girona, 85 en Barcelona, 14 en Tarragona y 3 en Lleida.

El Seprona siempre ha hecho servicios destinados a la seguridad en pozos y a la captación de aguas subterráneas ilícitas; sin embargo, el jefe del Seprona de Barcelona, el teniente Umberto Quiroga, explica que “a raíz de la muerte del pequeño Julen en Totalán (Málaga), estos servicios pasaron a ser prioridad”. Cuando detectan un pozo contactan con el titular y lo ponen en conocimiento del Ayuntamiento, por lo que refiere a la seguridad, y del ACA por la posible captación ilegal de aguas.

Muchos de los pozos que el Seprona hace cerrar por seguridad “son secos, en su día alguien los hizo para regar, pero la finca desapareció y se secó y ni el ACA ni el consistorio saben de su existencia. Años atrás mucha gente no pedía permisos en las zonas rurales”, indica Quiroga.

El alcalde de Pau, Pere Maluquer, explica que “es muy complicado controlar todas las perforaciones. Los ayuntamientos pequeños tenemos poca capacidad para hacer seguimiento”. En Pau, muchas parcelas donde ya no se cultiva, cada una tiene su pozo. “Es como un campo de minas, es una zona de difícil acceso y se necesita poder detectarlos”, asegura. Han hecho un llamamiento para que todo el que tenga un pozo lo cierre. De los 35 expedientes abiertos desde 2019, han cerrado 20.

Los pozos son construcciones que además de representar un riesgo para las personas pueden favorecer la contaminación de las aguas subterráneas. Para prevenir accidentes y afectaciones a las aguas subterráneas, -el recurso hídrico más sensible e importante de la Unión Europea-, el ACA aprobó en 2009 una guía con los criterios técnicos para reponer la zona de modo que queden perfectamente sellados. Incluso indica a los propietarios como proceder y qué material usar para que no represente un riesgo.

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Los Bomberos de la Generalitat han realizado desde 2010 más de 100 rescates en cuevas y pozos. La mayoría de las actuaciones en pozos han sido por la caída de perros, pero también se han rescatado personas, vivas y muertas. El 11 de septiembre de 2008 un joven de 15 años pereció tras caer en un pozo en Les Roquetes (Sant Pere de Ribes-Barcelona). Más suerte tuvieron dos menores de Valls (Tarragona) que el pasado 9 de diciembre cayeron en un pozo mientras jugaban. Esta problemática existe hace muchos años. En 1995 en Castellet i la Gornal (Barcelona) un bombero que participaba en la extinción nocturna de un incendio se precipitó unos 14 metros y sufrió lesiones graves. Veinte años después, los agentes rurales entraron en varios pozos de la zona antes de ser sellados definitivamente para ver si encontraban fauna viva o muerta y localizaron un jabalí, huesos de animales, collares de perros y la gorra del bombero. La recuperaron y se la entregaron.

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