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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Cultura populista

La degradación que están viviendo los museos y las exposiciones desde hace unos años en Barcelona recuerdan al término “circense”, referido a los espectáculos para entretener y neutralizar a la población

Presentación de los cuadros que han sido recuperados en Sant Andreu de Llavaneras del legado Muñoz Ramonet.
Presentación de los cuadros que han sido recuperados en Sant Andreu de Llavaneras del legado Muñoz Ramonet.Carles Ribas
Victoria Combalia

Tomàs Llorens, que es uno de los mejores historiadores de arte españoles, si no el mejor, ha escrito recientemente un artículo titulado Cultura o circenses<. Mientras el término “cultura” proviene del latín “colere” —cultivar— y significa “educación”, las circenses de la Roma imperial eran espectáculos que se ofrecían en los circos para entretener, y así neutralizar —añade Llorens— a la población. Substituida la Modernidad por la Postmodernidad, escribe Llorens que las “circenses” son un ejemplo omnipresente en nuestros días.

Me ha gustado mucho el término que podría aplicarse a la degradación que están viviendo los museos y las exposiciones de Barcelona desde hace unos años. Ahora el Ayuntamiento quiere hacer “exposiciones de calidad internacional” y ha pedido a la empresa Arthemisia de Milán, que organiza exposiciones “llave en mano”, una primera programación con los nombres de Escher, Chagall, Monet y quizás Botero. Permítanme la crudeza, pero son exposiciones fáciles y para un público masivo (el que pretenden los políticos) pero que yo llamaría típicas para una ciudad de provincias. Aunque rectifico, porque también son ciudades de provincias Bilbao y Málaga y desde hace unos años tienen magníficas programaciones artísticas, superiores en originalidad y profesionalidad a las nuestras.

Bilbao o Málaga tienen magníficas programaciones artísticas superiores a las de la capital catalana
Bilbao o Málaga tienen magníficas programaciones artísticas superiores a las de la capital catalana

Elena Vozmediano estudió en su día (El cultural de El Mundo, 2 de febrero 2017) a esta empresa, proporcionando con todo detalle muchos datos económicos, puesto que Escher se iba a exponer en Madrid. Es cierto que Arthemisia ha hecho buenas exposiciones (como la que yo vi de la magnífica colección de surrealismo de Arturo Schwarz en el Palacio Gaviria madrileño), pero de sus operaciones comerciales se deducen muchas luces y sombras.

Cuando la exposición Chagall se llevó a Catania, por ejemplo, el Ayuntamiento preguntó qué cantidad se llevaría Catania de los pingües beneficios de la muestra. Al final se acordó para la ciudad una suma de 60.000 euros y un 10% de taquilla (me baso en los datos de Elena Vozmediano que los pide a cada institución). Esperemos que en Barcelona se obtenga también dinero y no dejen pasar tonterías como las de un gasto de 300.000 euros solo en publicidad, como sucedió en la ciudad de Treviso.

Este modelo es muy parecido al que desde hace años está llevando la Fundación La Caixa en CaixaForum, cuya programación está muy lejos de la que veíamos en el Palau Macaya. Con alguna excepción reseñable, la mayoría de las dedicadas al arte muestran cinco o seis obras de calidad museal y se rellenan con otras de calidad más que mediana.

No se quieren ideas, se quieren jóvenes a quienes se les pagará poco y no traerán ningún problema
No se quieren ideas, se quieren jóvenes a quienes se les pagará poco y no traerán ningún problema

A los profesionales del sector no se nos pasa por alto que estas derivas destruyen el tejido curatorial local. A los mayores de 60 años nos llaman seniors y ya nos dan por muertos en vida y sobre ello les contaré una anécdota. A un colega, magnífico curator, un museo le pidió un informe sobre como mejorar los fallos y carencias de la institución, casi asegurándole la plaza de director que iba a salir en breve. Mi amigo se esforzó como suele hacerlo, el museo incorporó todas sus ideas y le dieron la plaza a otro. “Es que no queremos sabios, queremos gente joven que trabaje”, le dijeron. Es decir, no queremos ideas, queremos jóvenes a quienes pagaremos poco y no nos traerán ningún problema.

Y por fin está la casa de Julio Muñoz Ramonet que, según la prensa, “explicará el coleccionismo del siglo XX”. Es cierto que el empresario que había hecho fortuna con el estraperlo compró muchas obras a Rómulo Bosch i Catarineu en donde había obras de grandes pintores, pero aunque en marzo de 2020 se recuperaron 474 obras, aún falta por recuperar las mejores piezas. Por suerte los especialistas las están inventariando pero si no se encuentran las grandes obras, que quizá nunca lleguen, ¿para qué plantear tanto dispendio en un proyecto que no parece sostenible? Según cuenta la prensa, el equipamiento “nacerá con una visión internacional” (¡otra vez lo internacional!) y “pretende ser un punto de encuentro de la cultura, el arte y la ciencia (con lugares para la investigación, añaden), además de “generar actividades de barrio”. Ya me estoy imaginando en una habitación a los viejecitos del barrio haciendo trabajos manuales, en otra un científico con su microscopio y en otra una exposición de obra gráfica. Francamente, la frase me ha recordado el 13 Rue del Percebe, famoso tebeo de los años sesenta. Espero que aclaren un poco las ideas.





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