San Sebastián transformará una piscifactoría en ruinas en un vivero para el cultivo de algas marinas
Los ecologistas piden al Gobierno vasco que no autorice el proyecto empresarial y exija la restauración ambiental de la cala donde se ubica


El paisaje de los acantilados del monte Igeldo de San Sebastián se interrumpe bruscamente a la altura de la cala Argiti, una pequeña bahía frente al Cantábrico que acoge una playa salvaje de algo más de 500 metros de longitud. A finales de los años 80, este enclave cambió su fisonomía natural cuando se concedió a una empresa una licencia para explotar una planta de engorde de rodaballo y cultivo de almeja sobre una parcela de 21.424 metros cuadrados. Se construyeron un pabellón y unas piscinas de cemento que se encuentran en desuso desde 2006. Se han convertido, con el paso del tiempo, en una pizarra perfecta para grafiteros y un territorio comido por los arbustos. Es un disparate que afea la estampa donostiarra, según los ecologistas.
Una iniciativa empresarial pretende ahora “revitalizar” la zona, dando un nuevo uso productivo a las maltrechas instalaciones existentes, abandonadas en un espacio natural privilegiado que pertenece al dominio público marítimo-terrestre. La empresa Algaloop presentó en diciembre de 2024 ante el Gobierno vasco un proyecto para obtener el permiso de actividad para crear en la cala Agiti un centro de “cultivo de microalgas marinas”. La compañía propone aprovechar la piscifactoría ruinosa para el cultivo intensivo de dunaliella salina, una microalga marina con aplicaciones significativas en “la mejora de la fertilidad del suelo, la promoción del crecimiento de las plantas y el control de enfermedades y plagas”, además de ser válida para transformarla en “productos cosméticos, bioestimulantes agrícolas y biomateriales”, según consta en su memoria .
La propuesta ha recibido la autorización inicial de la Agencia vasca del Agua (Ura), que ha informado “favorablemente” a la consulta sobre la idoneidad de reactivar la antigua piscifactoría de Igeldo. Esta entidad pública considera que el cultivo de la microalga en la cala Agiti “no genera ningún tipo de agua residual significativa”. El proyecto acuícola se encuentra abierto a la presentación de alegaciones. El colectivo Eguzki ha solicitado que se ponga freno a esta iniciativa empresarial y exige “acometer de una vez por todas la restauración ambiental” de la zona porque así lo exige la ley, manifiestan los ecologistas.
El plan para revitalizar la actividad industrial en la cala Agiti está impulsada por el biólogo Anaut Patterson Mendiola, fundador y CEO de la empresa Algaloop, una firma con sede en Asteasu (Gipuzkoa) que desde cuatro años se ha especializado en la biotecnología de microalgas en agua dulce. El proyecto empresarial, denominado Blue Reef Algae, cuenta a su favor con unas instalaciones construidas en 1989 a pie de mar y aptas para el cultivo de algas. Se prevé adaptar las bañeras existentes y crear un sistema de captación de agua de mar para favorecer el cultivo de las microalgas y macroalgas. El edificio de 800 metros cuadrados que se encuentra junto a las piscinas se destinaría a laboratorio de investigación, procesado y almacén.
La antigua piscifactoría, propiedad de la empresa Culmanor desde que se hizo cono los terrenos para producir rodaballos y almejas (en 2017 intentó, sin conseguirlo, la cría intensiva de trucha marina), es un emplazamiento idóneo para el cultivo “sostenible” de microalgas y macroalgas “de alto valor gastronómico, cosmético, nutracéutico y biomédico”, asegura Algaloop. La idea es reutilizar un edificio de 800 metros cuadrados y una extensión de 3.200 metros cuadrados de balsas al aire libre con acceso al agua del mar. El aprovechamiento de las instalaciones permite “un menor consumo y afección sobre recursos naturales”, dice la compañía promotora en su memoria.
El negocio permitiría producir entre 20 y 25 toneladas de macroalgas frescas (equivalente a 2-3 toneladas de producto seco) durante el tercer año de actividad, cuando se podría alcanzar un beneficio neto positivo. En el quinto año, se podría llegar a las 150 toneladas de algas frescas y se deja abierta la posibilidad de abordar entonces una ampliación de las instalaciones en Agiti, replicar el modelo en otra ubicación o crear una instalación complementaria de cultivo en mar abierto.

Antes de conocerse la valoración favorable de la Agencia vasca del Agua (Ura) y de someterse a información pública (la resolución se ha publicado en el Boletín Oficial del País Vasco el pasado 23 de septiembre), las Juntas Generales de Gipuzkoa (Parlamento provincial) y el Ayuntamiento de San Sebastián aprobaron en mayo pasado sendos acuerdos en los que instan al Gobierno vasco a “iniciar a la mayor brevedad los trámites conducentes a la restauración ambiental de la cala de Agiti”. Los ecologistas se agarran a este argumento para oponerse a la puesta en marcha del nuevo proyecto de acuicultura y exigir que se desestime su aprobación administrativa.
El colectivo Eguzki recuerda que la licencia que permitió la actividad de la piscifactoría “caducó hace 14 años”. También incide en que Ura emitió un informe en 2012 en el que defendía “desmontar todas las instalaciones de la planta, llevando a cabo la restauración de la calidad ambiental y paisajística de la zona, recuperando el carácter natural de la playa y su entorno”. Eguzki ha llevado este asunto al Ararteko (Defensor del Pueblo vasco), que la ha admitido a trámite. El grupo ecologista pide que el Ejecutivo autónomo no conceda la autorización necesaria para desarrollar el proyecto de cultivo de algas en este lugar y obligue a la empresa concesionaria original a proceder a la restauración completa de la cala: “Sería una negligencia onerosa para las arcas públicas y muy difícil de explicar ante la ciudadanía que la Administración hiciese dejación de su potestad para reclamar la restauración” del enclave natural.
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