La casa del pueblo del abuelo ahora es una plantación de marihuana
Aumentan las operaciones contra el cultivo de cannabis en pueblos del interior de España. Las organizaciones buscan pisos vacíos en redes sociales o consultan las esquelas para okupar las casas


Cuando los 193 vecinos de Casasbuenas (Toledo) quisieron darse cuenta, tenían tres nuevos vecinos. En apariencia se trataba de una familia “amable” que había forzado la puerta de una casa vacía desde hacía años, coincidiendo con la semana santa de 2024. Pero con el tiempo, empezaron los problemas y comprobaron que no eran unos simples nuevos residentes. “En la semana de las fiestas, estábamos justo en esta calle, y el olor nos llegaba a todos”, recuerda Ignacio R., alguacil del pueblo. Un día, la vivienda sufrió un pequeño incendio como consecuencia de la sobrecarga eléctrica. Otra pista inconfundible. Finalmente, el pasado noviembre, el pueblo se llenó de agentes de la Guardia Civil preparados para entrar y acabar con la plantación de marihuana que había dentro.
Ignacio entró junto con los guardias, pues la ley obliga a que haya un testigo cuando se produce un registro si los moradores no están. “Habían tirado tabiques, tenían bidones enormes, cuatro máquinas de aire acondicionado, un machete... ¿Cuándo metieron todo eso? Lo que tenían dentro era inimaginable”, rememora. 750 plantas de marihuana en una vivienda en la que un cartel de porcelana con la imagen de una virgen reza: “Dios bendiga cada rincón de esta casa”.

Esta es solo una de las operaciones que la Guardia Civil ha desarrollado en la provincia de Toledo en el último año y que es una pequeña muestra del aumento de plantaciones indoor, como se denominan a las que se cultivan dentro de viviendas o naves, en zonas del interior de España, muchas de ellas, despobladas. De esta tendencia ya dio cuenta la Fiscalía Antidroga en su memoria de 2023: “Cada vez más provincias de interior como Toledo o Ciudad Real, son utilizadas por las organizaciones para la producción de esta sustancia, tanto en grandes extensiones en el exterior como en cultivos indoor, con el resultado de mayores incautaciones y del incremento de causas penales por producción y venta de cannabis”.
“Las organizaciones se fijan en todo a la hora de hacer una búsqueda para saber en qué casa meterse. Vigilancias in situ, pero también anuncios de casas en venta o alquiler en redes sociales o plataformas e incluso en las esquelas que hasta hace poco ponían en los muros de los pueblos y que en los últimos años vemos que se han reducido”, cuenta C. uno de los agentes de la Guardia Civil de la Compañía de Mora, que aglutina a una treintena de pueblos toledanos. “Muchas veces las plantaciones se hacen por encargo de una organización superior. A veces el núcleo está en Madrid y eligen esta zona para el cultivo. Nosotros aquí controlamos uno de los eslabones de la cadena”, detalla el teniente Antonio Ruiz.
El olor suele ser una de las primeras pistas, por mucho que los narcos instalen dispositivos para ventilar, pero también la alerta de un consumo indiscriminado de electricidad. Los vecinos no suelen dar la voz de alarma, por miedo a posibles consecuencias. “Ellos no saben a quién tienen en la casa de al lado, pero muchas veces cuando hemos desmantelado una plantación, han salido a darnos las gracias porque llega un momento en el que el olor se hace insoportable”, indica C., otro de los agentes. “Este no es un delito que se denuncie, sino que muchas veces lo descubrimos por nuestras labores de vigilancia y patrullaje”, señala el teniente Ruiz.

El aumento de esta criminalidad en el interior de España se traduce en un incremento del número de procedimientos de drogas que llegan a las fiscalías provinciales. Hay que tener en cuenta que los porcentajes son llamativos porque estas provincias partían de números muy bajos. Es el caso de Zamora, que ha pasado de 35 a 73 causas entre 2019 y 2023 (+108%), Burgos sube de 64 a 261 (+307%), Teruel asciende de 12 a 33 (+175%) y Soria pasó de 12 a 34 (+183%).
Los motivos que hacen atractiva esta modalidad delictiva son varios: hay un amplio mercado de consumo, las penas son inmensamente menores con respecto al tráfico de otras drogas y poner en marcha una plantación indoor no requiere un enorme desembolso. “Con la primera siembra pueden recuperar la inversión y a partir de la segunda empiezan los beneficios”, apunta uno de los guardias. Los agentes han desarrollado la capacidad de calcular en qué momento del proceso de siembra y recogida se encuentran sus investigados, para determinar en qué periodo es mejor intervenir en la plantación.
Que el juez de permiso para entrar en un domicilio no es sencillo, los agentes tienen que acreditar los indicios que les llevan a sospechar que dentro hay droga e identificar a los autores y moradores. Las vigilancias en lugares tan pequeños y despoblados requieren un plus de creatividad. “El único que reside en la vivienda suele ser el conocido como jardinero, el que cultiva las plantas y se encarga de la casa”, relata uno de los agentes. Algunas investigaciones se alargan tanto, que llegan a conocer muy bien a los autores. “Hubo uno que cada día iba a la misma hora a comer comida rápida, otros prefieren que se la lleven y, en una de las últimas, el nivel de perfección en el cultivo era tan alto, que casi tuvimos que darle la enhorabuena al jardinero. Tenía tablas con horarios de luz, había puesto pajitas con el plástico de cierre de los panes de molde para que las plantas crecieran rectas...”, relata uno de los agentes, quien se refiere a este detenido como “un Messi” en lo suyo.

El crecimiento de las plantaciones en la España despoblada es un hecho. Según la última estadística anual sobre drogas del Ministerio del Interior, la cantidad de marihuana incautada en Castilla La Mancha pasó de 1.066 kilos en 2019 a 3.885 en 2023, y de 362 a 728 en Castilla y León, por citar dos ejemplos. Esto, en una tendencia generaliza a la baja en todo el país, en la que las aprehensiones de marihuana se redujeron un 57%. A pesar de la tendencia descendente, España sigue siendo el principal productor y exportador de cannabis de Europa. Según el último informe europeo de drogas, España representa el 81 % del total de plantas de cannabis incautadas en la Unión Europea.

El conocimiento del terreno y de los delincuentes habituales de la zona también juega un papel muy importante en el día a día de los agentes de estas poblaciones, aunque últimamente también cuentan con el apoyo de herramientas como drones para inspeccionar grandes extensiones de terreno. “Para conseguir las identificaciones hay que estar ahí pico pala, muchas veces a horas intempestivas. Hay veces que se te mete una investigación en la cabeza. En la de esta casa —dice un agente señalando a una vivienda de dos plantas—, yo recuerdo que pasaba antes y después de entrar a trabajar, para echar un ojo... Hasta que conseguimos las identificaciones y resultó que uno de los detenidos estaba emparentado con una mujer a la que habíamos arrestado poco antes por tener otra plantación”, indica el guardia C.
El agente se refiere a la operación desarrollada en Ajofrín (Toledo, 2.350 habitantes) en la casa de Diego Martín, de 52 años. El pasado 30 de diciembre su exmujer entró en la vivienda. No iba desde verano y, al intentar acceder, se topó con un portazo que le provocó lesiones en la pierna. La afectada denunció la okupación ilegal de su vivienda y el 1 de enero, tanto ella como su expareja fueron citados en la Guardia Civil. “Nos acabamos enterando de que no solo habían entrado sino que también habían destrozado la casa para hacer la plantación y habían vendido muchos de nuestros enseres”, narra este afectado. La plantación fue desmantelada a principios de marzo. En el porche de la vivienda aún se observa parte de los desperfectos que ocasionaron los criminales para engancharse ilegalmente a la luz.
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