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Montero pone “la mano en el fuego” por su jefe de gabinete y por Cerdán

El PP intenta acorralar a la vicepresidenta con un durísimo interrogatorio en la comisión de investigación del Senado

María Jesús Montero, este martes ante la comisión de investigación del Senado.
María Jesús Montero, este martes ante la comisión de investigación del Senado.Claudio Álvarez
Xosé Hermida

“No me va a avasallar”, se revolvió María Jesús Montero cuando más arreciaba el durísimo interrogatorio del senador del PP Gerardo Camps. Durante más de 50 minutos, el PP acribilló este martes a la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda en la comisión de la Cámara alta que investiga el caso Ábalos. Camps no llegó a pronunciar la palabra dimisión, aunque sí le exigió responsabilidades. Pero Montero no se movió de la línea de defensa que ya había ensayado antes con otros senadores: negar que tuviese conocimiento de ninguna irregularidad; poner “la mano en el fuego” por su jefe de gabinete, Carlos Moreno, y el secretario de organización del PSOE, Santos Cerdán, acusados de recibir sobornos por el empresario Víctor de Aldama y asegurar que jamás mantuvo ningún contacto con este último.

Hasta tres veces puso la vicepresidenta la mano en el fuego por Moreno. Ante las preguntas iniciales de la senadora de UPN Mar Caballero, subrayó que se trata de un “magnífico servidor público” y una persona de su “absoluta confianza”, que la acompaña desde su etapa en la Junta de Andalucía. Luego lo ratificó ante Ángel Pelayo Gordillo, de Vox, después de que este le advirtiese de que estaba uniendo su destino al de su jefe de gabinete. Montero, pese a la insistencia de varios de sus interpelantes, no quiso entrar en el detalle de las acusaciones de Aldama —asegura que entregó a la mano derecha de la ministra 25.000 euros para aplazar el pago de una deuda de una empresa suya con Hacienda— alegando que Moreno está preparando acciones judiciales para defenderse de lo que calificó de “barbaridad”.

La comparecencia de la vicepresidenta, programada desde antes de la delación judicial del presunto cabecilla de la trama Koldo, se desarrolló en dos tiempos, mañana y tarde. Montero pidió suspenderla tras su primera intervención para acudir al Congreso a votar al nuevo presidente de RTVE. La actitud de la ministra provocó las protestas de PP y Vox, y el presidente de la comisión, el popular Eloy Suárez, le afeó que no hubiese solicitado el voto telemático en la Cámara baja. Ella aclaró que lo había pedido, pero se lo denegaron porque no entraba dentro de los motivos previstos.

Cuando Camps comenzó el turno final del interrogatorio, la mayoría de los asuntos sustanciales ya habían sido tratados. Pero la tensión se elevó como no lo había hecho hasta entonces. El senador popular intentaba que Montero se limitase a responder sin añadir “alegatos” y llegó a quejarse de “lo mucho que habla cuando contesta”. El presidente de la comisión tuvo que afanarse, a veces para exigir a la compareciente que respondiese y otras para refrenar la impetuosidad de su compañero de partido. Camps se centró en tratar de demostrar que tanto la Agencia Tributaria como la Intervención General del Estado conocían desde hacía tiempo irregularidades de las empresas de la trama y de sus contratos con la Administración. Montero replicó que la inspección tributaria no rinde cuentas al ministerio y, en cuanto a la Intervención, que nunca alertó de ilegalidades. Camps llevaba ya sus conclusiones escritas, como le hizo notar la interrogada: “O usted lo sabía y lo tapó; o miró para otro lado, lo que es irresponsable, o simplemente es usted una incompetente”.

La mano de Montero volvió a posarse simbólicamente sobre el fuego cuando fue preguntada por las acusaciones a Santos Cerdán. Volvió a recurrir a esa expresión y, aunque sin tanto énfasis como con su jefe de gabinete, resaltó que con el secretario de organización del PSOE mantiene una “excelente relación” tanto política como profesional. Reiteró con insistencia que “jamás” tuvo un contacto con Aldama “ni presencial, ni por videoconferencia, ni por teléfono”. A las preguntas sobre si conocía a Koldo García se mostró más esquiva: “Lo veía con el señor Ábalos, destacaba por su corpulencia. Conocer es una expresión más profunda”.

En auxilio de Montero acudieron tanto sus compañeros como el senador de ERC Joan Queralt. El socialista Alfonso Gil trató de reducirlo todo a una maquinación para acabar con el Gobierno. Recordó las falsas acusaciones que hicieron dimitir al anterior primer ministro portugués, el socialista António Costa, y sentenció: “La derecha mediática, la ultraderecha y digamos que otros operadores se han conjurado para que Pedro Sánchez no siga desarrollando su política”. Queralt, veterano catedrático de Derecho Penal, esgrimió su bien conocida socarronería. Criticó a la Fiscalía por haber permitido la salida de prisión de Aldama sin que este haya presentado pruebas de sus denuncias. Y se burló de que la oposición y algunos medios hayan convertido las acusaciones del empresario “en el undécimo mandamiento, como si Moisés hubiese bajado del Sinaí”. En el mismo tono, recriminó al PP: “Algunos ya van por la 15ª Copa de Europa de la corrupción y aún siguen aspirando a más”.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.
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