Estrategias parlamentarias contra las normas y la buena educación
Los ciudadanos van al Congreso y exigen contención a los políticos.
Las jornadas de puertas abiertas de este fin de semana en el Congreso, práctica que precede a la celebración institucional del 6 de diciembre, Día de la Constitución, han supuesto una tregua para emisores y receptores de los agrios parlamentos de las dos últimas semanas. Miles de ciudadanos han entrado al Congreso, han ocupado los escaños de los diputados, y han charlado con la presidenta, Meritxell Batet, los demás miembros de la Mesa, y diputados de todas las formaciones. “No sigan así”. “Discutan pero no se insulten”. “Dejen de dar tan mal ejemplo y ocúpense de lo que preocupa a la gente….”. Estas frases, y muchas otras con el mismo sentido, se dirigieron a los parlamentarios, a bocajarro, sin filtros. Los numerosos testimonios recogidos, muchos escuchados directamente por los medios en estas conversaciones espontáneas, envueltas por peticiones de fotografiarse con los políticos, dejaron tocados moralmente a algunos de los interlocutores consultados: no había atisbo de agresividad, sino peticiones sentidas de que la discusión política se condujera sin ataques e insultos personales. “No quiero que mis nietos adolescentes vean esas imágenes del Parlamento”, escuchó de viva voz la vicepresidenta tercera, Gloria Elizo, de Unidas Podemos.
El tono doliente predominó en este diálogo de los ciudadanos que habían hecho cola para entrar, pero de buen humor y con cierta emoción, según confesaban, por tocar los escaños. “Parecía de verdad un día de fiesta”, apuntan diferentes miembros de la Mesa con sentimiento de pesar por el contraste entre la actitud de estos ciudadanos y lo vivido de puertas para adentro hasta la víspera. El problema de la furia al dirigirse al adversario, sin embargo, no tiene fácil solución al ser una estrategia política decidida y asentada. Eso no lo arregla ni la decisión de Batet de extremar la exigencia del cumplimiento del Reglamento ni las llamadas al decoro y a la buena educación, según apreciaciones categóricas de distintos interlocutores. No obstante, se llamará mucho más “a la cuestión”. En el debate de Presupuestos el grueso de las intervenciones de los grupos de derecha se alejaron completamente de la materia analizada.
Tensión, bronca, provocación, falta de respeto, palabras hirientes, ofensas….. Todo esto ocurre en el Congreso desde hace varias semanas, aunque sea una constante de estos tres años de legislatura, y haya entrado en ebullición con los insultos de Vox a la ministra de Igualdad, Irene Montero. Siempre en los plenos, y mucho menos en las comisiones, donde los altavoces y la difusión es mucho menor, salvo excepciones. No hay previsión de cambios sustanciales. Vox no va a cejar en dirigirse a los ministros y a su presidente como estime políticamente que debe hacerlo. Irene Montero está en su punto de mira, todo amparado por la libertad de expresión, inviolable para los parlamentarios, según consideración casi unánime en todos los grupos y en la presidencia de la Cámara. No se puede hacer un catálogo de palabras excluidas en la tribuna, señalan fuentes parlamentarias. Sí se va a decir que la defensa de las ideas propias no puede conllevar “insultar y herir” al contrario. Esto ya lo ha dicho Batet en público y privado. Una palabra tan en desuso como “decoro” se utilizará mucho con el apellido “parlamentario”.
El grupo de Santiago Abascal ya ha advertido que no permitirá que les tilden de ultraderechistas o de fascistas. Así se lo han hecho saber a la presidenta. Extrema izquierda, comunistas, filoetarras son las expresiones que suele utilizar la derecha para dirigirse a los socios del Gobierno. La discusión se dará según “el contexto” pero no parece factible, después de horas de discusiones internas y otras más cortas en la Mesa y Junta de Portavoces, que vaya a impedirse casi ninguna expresión salvo la de amigos de ETA; aunque el contexto también se tendrá en cuenta. No hay nadie en el mundo parlamentario, tan avanzada ya la legislatura, que desconozca la condena pública de la banda terrorista, cuando aún mataba, de algunos de los actuales parlamentarios de EH Bildu.
A quien no le interesa que el debate se mantenga alejado de sus proyectos y medidas es al Gobierno que bracea con máximo ímpetu para que emerjan a la superficie y lleuguen a la calle. Bastante complicación interna tiene el Gobierno de coalición con las indeseadas consecuencias de la aplicación de la ley del solo sí es sí. Una vez que el Tribunal Supremo ha dejado claro que no habrá un pronunciamiento unívoco sino que la respuesta debe ser caso a caso, el ala socialista del Gobierno se inclina casi definitivamente por un cambio en la ley para no aliviar las penas del agresor sexual. Un cambio que por ahora no ha verbalizado el Ministerio de Igualdad.
La imagen del Parlamento es un problema pero en el Gobierno prima la preocupación por llenar de contenidos este último año de legislatura. Unidas Podemos se muestra cada vez más crítica con el PSOE al achacarle demasiadas reservas para no llevar adelante leyes esenciales para ellos y controvertidas para el PSOE. El barómetro de 40dB. para EL PAÍS y la SER muestra que Pedro Sánchez tiene bases para no dar por perdidas las elecciones, pero necesita apoyos sólidos por su izquierda. El PP mantiene la primacía pero siempre asistido por Vox imprescindible si quiere gobernar. En la jornada de puertas abiertas todos los parlamentarios reconocieron que los ciudadanos les habían pedido guardar el hacha de guerra. La excepción fue el portavoz de Vox, Iván Espinosa de los Monteros, quien aseguró que a él le habían felicitado. Lucha abierta que dificulta la autocontención y el decoro.
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