La chica de la pistola en la maleta se libra de la cárcel
Un juzgado de Madrid sobresee la causa contra una turista mexicana que fue detenida en Barajas tras hallarse en su equipaje un arma que ella aseguraba que no había puesto
“¿Quieres vivir en España un tiempo?”. A los oídos de Karla Z. V., una joven de 20 años de México, esa pregunta habría sonado a viaje interesante en cualquier otra circunstancia, pero no lo fue cuando en España pendía sobre ella una posible pena de hasta tres años de prisión por tenencia ilícita de armas. La pregunta se la hicieron sus padres el pasado lunes, y a ella le dio un brinco el corazón, aunque el susto se le pasó pronto; se lo decían de broma, antes de darle la mejor de las noticias: su caso se habría sobreseído y no tendría que pisar la cárcel.
El pasado 27 de abril esta estudiante de biología llegó a Barajas procedente de Viena y la Guardia Civil la detuvo: en su equipaje llevaba una pistola de calibre nueve milímetros de uso militar, con su cargador y 12 cartuchos. Ella insistió en que el arma no era suya y que ni ella ni nadie conocido la había colocado en su maleta. Karla venía de Viena, después de pasar dos semanas con sus padres y su hermana, de 17 años, que celebraba así, con dos años de retraso por la pandemia, su viaje de quinceañera, una fecha muy marcada en México. Sin más percance que una mala digestión tras comer en París, habían recorrido siete países: Francia, Países Bajos, Bélgica, Hungría, República Checa, Alemania y Austria. Y justo cuando el viaje tocaba a su fin, y la familia aguardaba a embarcar hacia México tras pasar 10 horas de escala en Madrid, la Guardia Civil arrestó a la estudiante en la Terminal 4.
Estuvo en los calabozos del aeropuerto madrileño y en los de los juzgados de plaza de Castilla hasta el día siguiente, cuando quedó en libertad provisional y sin medidas cautelares. Karla conservaba, pues, su pasaporte, lo que le permitía volver de inmediato a México, pero su abogado le recomendó quedarse en España para no dar la impresión de que quería evadir la justicia y mientras se esclarecía un caso que el letrado, Juan Carlos Lois, califica de “inaudito”. Tres semanas después, el 19 de mayo, regresó a su país.
Desde Zacatecas, por teléfono, la joven muestra ahora su alivio por la resolución de su caso, tras el sobreseimiento dictado por el juzgado de instrucción número 3 de Madrid. Asegura que veía “muy poco probable” que finalmente fuera condenada, aunque “la espinita todavía estaba ahí”. Que la pistola fuera hallada en un bolsillo exterior de la maleta que se puede abrir rápida y fácilmente era uno de sus argumentos de defensa. La jueza, María Isabel Durántez, ha valorado la edad, el arraigo familiar y la carencia de antecedentes de la acusada, así como el hecho de que desde que Karla se separó de su maleta en el puesto de facturación del aeropuerto de Viena “han sido muchas y desconocidas las personas que han tenido acceso a dicho equipaje y, por tanto, las que pudieron aprovechar el mismo para traficar con un arma desde Viena a México, su ciudad de destino”.
Aquellas 10 horas de escala en Madrid se alargaron para Karla y su padre —su hermana regresó en el vuelo previsto, y la madre, al cabo de unos días— hasta 22 días. Él, Guillermo Z., calcula en unos 5.000 euros el sobrecoste de su estancia involuntaria en España, entre alojamiento, comida, pago de procurador —aunque no del abogado definitivo, que ha llevado el caso gratis, y con apoyo del Consulado de México— y, sobre todo, los nuevos pasajes de avión para regresar a su país. “No se vale que haya gente que sin corazón tome ese tipo de acciones y que no le importe lo más mínimo el daño que causa a personas inocentes”, lamenta al teléfono este profesor de Magisterio que había ahorrado durante años para regalarle el viaje a su familia.
La resolución de la jueza es provisional: si más adelante, antes de los cinco años reglados para que prescriba el delito, aparecen nuevas pruebas, se reabriría el caso. Karla y su abogado creen que es improbable que eso ocurra, y la joven no quiere que esta mala experiencia le quite las ganas de viajar, con EE UU como destino a la vista: “Sé que es muy improbable que algo de este estilo ocurra si embalas con plástico y pones candado al equipaje”, previene ella. Con todo, guarda buenos recuerdos de sus paseos por Madrid, “una ciudad preciosa, que para bien y para mal me dio tiempo para recorrer bastante”, comenta con humor.
Para demostrar la inocencia de Karla, su abogado pedía también que se practicara una prueba de huellas en el arma, y probar así que la joven nunca la tocó, y también que se requiriera la colaboración de la policía austriaca para que ayudara a esclarecer cómo llegó aquella Llama Especial de fabricación española a la maleta de la joven. Pero el sobreseimiento implica también que ya no se efectuarán esas actuaciones. No se sabrá, pues, cuándo, por qué y quién quiso colar una vieja pistola que no cuesta más de 300 o 400 euros, con su cargador, cartuchos y hasta su funda, en el mismo equipaje en el que una estudiante de ruta por Europa había metido chocolatinas, llaveros y cajas de lata con motivos de Van Gogh.
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