Condenado un jardinero por matar a la mujer para la que trabajaba y enterrarla en la finca de la víctima
La Audiencia Provincial de Cádiz ha impuesto al trabajador una pena de 12 años de prisión por asesinar a una británica en Algar tras una disputa económica
La británica Lesley Anne Pearson acabó enterrada en cal, bajo un cañaveral de su propia casa en el pueblecito gaditano de Algar, después de que su jardinero, Francisco Javier B. P., la estrangulase. La mujer de 71 años poco pudo hacer para defenderse de su trabajador, un hombre de complexión fuerte. El hombre, detenido en julio de 2019, ha sido condenado ahora por la Audiencia Provincial de Cádiz a 12 años y medio de prisión por un delito de homicidio consumado con la agravante de uso de superioridad. Además, el asesino de 47 años tendrá que indemnizar al hermano de de la víctima —que era viuda y sin hijos— con 24.000 euros por los daños morales causados.
Lele, como era conocida entre buena parte de los 1.400 habitantes de Algar, revolucionó la vida de este pueblo de la sierra de Cádiz con sus clases de yoga para las vecinas. La británica se mudó en los primeros años de los 2000 con su marido a la gran finca a las afueras de la localidad —en una zona conocida como Tajo del Águila— en la que encontró la muerte el 11 de julio de 2019. En esa fecha ya hacía dos años que Pearson se había quedado viuda y se había trasladado a vivir a Estepona. La inglesa ya solo acudía una vez al mes a su propiedad, con vistas al pantano de Guadalcacín, para revisar el estado de su casa de 500 metros cuadrados y quedar con una amiga del pueblo.
Y verse con su amiga era el plan que tenía previsto el día de su muerte, según explicó días después la vecina. Lele se encontró con su jardinero, que también ejercía de guardés durante sus ausencias, y discutieron “sobre la cantidad que ella le debía por sus trabajos”, según recoge en sus hechos probados la sentencia de la sección octava de la Audiencia Provincial en Cádiz con sede en Jerez, a la que ha tenido acceso EL PAÍS. El homicida, aficionado al boxeo y el kárate, agarró a la mujer —de apenas 1,60 de altura— por el cuello y apretó hasta tirarla al suelo y dejarla sin respiración. Tras matarla, Francisco Javier subió el cadáver a una habitación y lo tapó con un edredón. Al día siguiente, el condenado regresó, ató con cuerdas el cuerpo de la mujer y lo enterró en cal, tierra y tablas en un cañaveral de la parcela.
Pearson estuvo desaparecida hasta que la Guardia Civil localizó su cadáver el 21 de julio de 2019. En ese lapso, el ya condenado fue interrogado hasta en dos ocasiones, pero no confesó hasta que ya no pudo sostener más sus excusas, según quedó atestiguado en las dos sesiones del juicio, celebrado con jurado popular este 17 y 18 de mayo. El jardinero comenzó a vender enseres de la casa de la víctima y, en una de esas transacciones, contó a un vecino comprador que un perro le había intentado atacar y lo había enterrado en el cañaveral. Este testigo repitió ese relato a los investigadores, y el jardinero acabó confesando el crimen cuando los agentes acudieron con él al lugar donde supuestamente había enterrado al animal.
La Fiscalía solicitó para el homicida 15 años de prisión. La defensa pidió que fuese condenado solo a uno por homicidio imprudente. El acusado alegaba que no confesó antes porque debía cuidar a un tío suyo dependiente de él y que colaboró con los agentes. Finalmente, la Fiscalía y la abogada de Francisco Javier llegaron a un acuerdo durante la primera sesión por el que la defensa se adhirió al escrito de calificación del fiscal, a cambio de que la acusación pública rebajase su petición de pena a los 12 años y medio, el mínimo por delito de homicidio.
El jurado popular —compuesto por nueve miembros— consideró probado por unanimidad el estrangulamiento de Pearson y que el jardinero le sustrajo además 335 libras esterlinas (unos 371 euros) una vez asesinada. Por mayoría, consideró que había actuado “con conocimiento y voluntad de lo que hacía”, según atestigua la sentencia de la audiencia, contra la que cabe interponer recurso de apelación en un plazo de diez días. Ahora, el condenado seguirá cumpliendo lo que le resta de su pena en prisión, además de tener que afrontar el pago de una multa de 1.080 euros por un delito leve de hurto y la indemnización al hermano de la víctima.
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