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100 detenidos, incluidos menores de edad, en una operación contra el narco

Los arrestados en Sevilla y Cádiz transportaban toneladas de hachís desde Marruecos al mercado europeo

Agentes de la Guardia Civil arrastran una lancha abandonada por los narcos tras una persecución, en la playa del Tonelero, en La Atunara (Cádiz).
Agentes de la Guardia Civil arrastran una lancha abandonada por los narcos tras una persecución, en la playa del Tonelero, en La Atunara (Cádiz).MARCOS MORENO
Jesús A. Cañas

En el mundillo del narco se vive de prisa. Tanto que a los agentes que les pisan los talones ya no les resulta extraño toparse con capos que no rebasan la treintena. “Con el cerco que les estamos metiendo, cada vez necesitan reclutar a más jóvenes”, tercia uno de los guardias civiles especializados en investigarles. El clan de los Monparlet, una mafia radicada entre Sevilla y Cádiz, apostó directamente por destinar una de sus divisiones del crimen a menores. A los recién iniciados les tocaba suministrar gasolina a las narcolanchas en el mar. Pero ese era solo uno de los departamentos de una organización que fue capaz de dar un paso más y encargarse también de transportar hachís traído de Marruecos y marihuana hasta otros países de Europa.

El mando especializado de la Guardia Civil para luchar contra el narco en el sur, Ocon Sur, ha detenido a unos 100 miembros, algunos menores de edad, de esta empresa multitarea del narcotráfico. Los investigadores comenzaron a apresar a los principales responsables en la llamada Operación Mopa hace un mes y el pasado miércoles llegaron al centenar de apresados. Agentes implicados en el caso no descartan que la cifra aumente aún más en los próximos días.

El clan tenía tres ramas diferenciadas: una se encargaba de botar embarcaciones por el río Guadalquivir; otra se servía de los puertos deportivos de Manilva (Málaga) y La Línea (Cádiz) para repostar gasolina, y una tercera usaba camiones de fruta para transportarla por Europa desde Dos Hermanas (Sevilla). Esta última tarea es la menos común entre las mafias locales del sur de España, que habitualmente se dedican solo a hacer el transporte marítimo del hachís desde Marruecos, antes de entregarlo al comprador que ya se encarga de llevarlo al centro y norte de Europa, su principal mercado.

La Duquesa, en Manilva, es el clásico puerto deportivo en ese estilo lujoso y cuidado que puso de moda Marbella hace años. Su tranquilidad quedó interrumpida el pasado 14 de febrero, cuando un helicóptero de Vigilancia Aduanera irrumpió en lugar persiguiendo a una lancha recreativa atestada de garrafas de gasolina, listas para repostar en el mar a las narcolanchas que vienen desde Marruecos con el hachís. En esta división logística dirigida desde La Línea es en la que el clan de los Monparlet introducía a los menores para enseñarles el oficio con viajes a alta mar para suministrar combustible, comida o relevos de tripulación. La banda tenía a su disposición embarcaciones deportivas en el puerto linense de La Atuanara y en el de la exclusiva urbanización de Sotogrande, en San Roque.

El clan de los Monparlet, conocidos sobre todo en La Puebla del Río (Sevilla) e Isla Mayor, botaba las potentes narcolanchas de su división de portes de hachís desde Marruecos desde las intrincadas marismas del Guadalquivir. Sin embargo, usaba naves en polígonos industriales de Sevilla capital e incluso en provincias más alejadas, como Badajoz, para esconder unas codiciadas e ilegales semirrígidas que por su diseño específico y motores pueden llegar a costar hasta 200.000 euros. El poder y la dispersión de escondites —para burlar a los agentes— que la banda llegó a tener queda patente en el rosario de localidades en las que les han descubierto hasta cinco toneladas de hachís: 1.170 kilos en Matalascañas (Huelva), 3.240 kilos en Adra (Almería) y 330 kilos en La Línea.

El cerco policial que se aplica en la zona del Estrecho de Gibraltar desde mediados de 2018 ha hecho que las mafias perfeccionen cada vez más sus formas de operar. Captan a personas más jóvenes, emplean nuevas rutas de entrada y aprovechan sus canales logísticos para mover marihuana, una droga cada vez más presente en España con cultivos cada vez más numerosos. En total, a los 100 detenidos se les ha descubierto hasta 230 kilos de cogollos de marihuana, preparados para ser distribuidos por Europa. Para esta tarea más allá del país, la mafia empleaba como centro logístico una nave en Dos Hermanas. Desde ahí salía el hachís y el cannabis oculto entre cajas de fruta, atravesaba el país y cruzaba la frontera francesa hacia el resto de Europa, principal destino de la droga que entra por el Estrecho.

Con el apoyo de Aduanas de Francia, la Guardia Civil ha conseguido incautar en la localidad francesa de Dax 105 kilos de la marihuana que se ha decomisado a la organización. En España, la mafia tenía preparados dos camiones más listos para pasar la frontera: uno en Badajoz, donde se incautaron 300 kilos de hachís; y otro con 125 kilos de marihuana en Irún (Guipúzcoa). Los agentes les han intervenido también un arma larga simulada, una pistola Taser, así como cinco vehículos —entre ellos los dos camiones—, material de navegación, informático y de comunicación, y abundante documentación.

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Sobre la firma

Jesús A. Cañas
Es corresponsal de EL PAÍS en Cádiz desde 2016. Antes trabajó para periódicos del grupo Vocento. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Sevilla y es Máster de Arquitectura y Patrimonio Histórico por la US y el IAPH. En 2019, recibió el premio Cádiz de Periodismo por uno de sus trabajos sobre el narcotráfico en el Estrecho de Gibraltar.

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