La batalla judicial para demostrar que los excesos policiales inhabilitaron la mano de Montse
Los tribunales europeos admiten cargas desproporcionadas de los agentes contra una manifestación en Valladolid que dejó varios heridos
De pronto, se desató una tormenta de golpes. Un grupo de unos 70 manifestantes ya entrados en años cantaba consignas delante de un restaurante de Valladolid donde comían varios integrantes del PP, que había celebrado un congreso nacional en la ciudad ese 2 de febrero de 2014. Un dispositivo policial se desplegó de inmediato y cargó contra ellos. Una de las 12 personas heridas fue Montserrat Laguna, cuya batalla en los tribunales ha tardado seis años en traducirse en buenas noticias: el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo ha reconocido que esta actuación fue desproporcionada y contravino el derecho de reunión y de manifestación. Tiene una mano inhabilitada desde entonces. La sentencia ha pillado a Laguna en el hospital, donde lleva varios días ingresada por una dolencia ajena a esta, a la espera de ser operada.
Su marido, Javier Villar, de 60 años, estaba presente en aquella jornada. “Vuestros sobres son nuestros recortes”, coreaban tras escindirse de una manifestación que culminó en la cercana Plaza Mayor. Llegaron al restaurante La Parrilla de San Lorenzo, en la calle de Pedro Niño, pues sospechaban que los políticos estaban allí comiendo. “Íbamos a estar poco rato, simplemente cantábamos sobre la acera cuando bajaron un montón de policías y en cuestión de segundos dieron golpes a todo el mundo”, relata. Recalca que nadie les pidió que disolvieran el encuentro tras intentar arrebatarles la pancarta. “Nos inflaron a golpes y punto, sin más”, comenta Villar, que se horrorizó cuando vio a su pareja sangrar por la boca y con la mano “destrozada”. Laguna ha quedado incapacitada y no ha vuelto a trabajar desde aquel incidente junto a la iglesia de San Lorenzo, cuya virgen es la patrona local.
La abogada que la ha defendido se llama Victoria Hernando, quien detalla los obstáculos que han tenido que sortear en los tribunales para recalcar que los agentes obraron de forma “violenta y desproporcionada”. Las palabras de Hernando muestran que el proceso evidenció la irregularidad de lo ocurrido en aquella calle vallisoletana. Los jueces del tribunal contencioso administrativo les quitaron las multas impuestas aquella tarde. Otro juicio sobre los tres detenidos y un imputado corroboró que no habían cometido nada punible. Hasta la Fiscalía retiró la acusación.
La Sala analizó también los vídeos de los vecinos que grabaron este exceso policial y la resolución judicial catalogó de “vergüenza” los hechos, de manera sorprendente incluso para la propia letrada. El magistrado avisó también de que un policía aseguraba no haber tocado a Juan Hernández, uno de los detenidos y agredidos, pese a que los vídeos mostraban lo contrario. Les ofreció denunciarlo por falso testimonio. Eso hicieron. Al acusado le atribuyen la lesión de Montse aparte de los golpes sobre este hombre. Hernández rememora con rabia ese día “nefasto” como la fecha en la que el agente, quien ya le conocía por haber detenido desahucios anteriormente, se plantó ante él y le espetó: “Te vas a enterar hoy de lo que vale un peine, hijo de puta. Vas a ir caliente y detenido”.
El policía golpeó a este activista de 1,54 y entonces de 61 años en la espalda. Una vez en el suelo, “como un sapo aplastado” según el atacado, le aporreó en la cabeza y en la nalga. A su lado se encontraba la ya fallecida activista, política y abogada Doris Benegas, “que tenía la espinilla morada” tras recibir una patada. El entonces ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, tildó la carga de “eficaz y brillante” al ser cuestionado por ello en el Congreso.
La Audiencia Provincial absolvió al uniformado el año pasado pero de nuevo entre críticas: un ponente presentó un voto particular porque entendía que el policía sí agredió al manifestante, pese a que lo desmintiera. El caso se elevó al Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, que apreció que ese juicio debía anularse y repetirse porque “no tenía sentido”, prosigue Hernando. El 12 de noviembre se sentarán de nuevo para resolver qué ocurrió de verdad con aquel agente. Jorge fue uno de los multados, y posteriormente resarcidos, aquel domingo. Este vallisoletano recibió un porrazo en la cabeza entre ese “caos” y fue trasladado al hospital junto a Encarna, otra manifestante, que sufrió un ictus. Reclama que el policía en cuestión “se cebó, se extralimitó absolutamente”. La sentencia supone “una victoria para la sociedad”, añade.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.