El 75% de los migrantes desempeña trabajos elementales y precarios, según un informe de Cáritas
Un estudio concluye que solo un 25% de los inmigrantes logra empleos de cualificaciones medias y altas
La inclusión socioeconómica de los migrantes es todavía una asignatura pendiente en España. Mientras que el sentimiento de arraigo de la población extranjera es muy elevado, con un 94% de los foráneos que viven en el país sintiéndose acogidos, la estabilidad laboral y salarial de la comunidad brilla por su ausencia, ya que el 75% de ellos se ocupa en empleos elementales y mal pagados. Así lo ha explicado este martes Cáritas Española en la presentación del informe Un arraigo sobre el alambre, elaborado en conjunto con el Instituto Universitario de Estudios sobre Migraciones de la Universidad Pontificia de Comillas (IUEM). La organización católica ha incidido en la necesidad de acabar con la segregación social y ocupacional de esta población que constituye un lastre para su completa inclusión.
Juan Iglesias, profesor del Instituto Universitario de Estudios sobre Migraciones, ha resaltado que en los últimos años los migrantes han apostado por quedarse y continuar con sus proyectos vitales en España. Esto se refleja en un tiempo de estancia elevado, ya que un 42% de la población extranjera lleva al menos 15 años en el país. “La imagen real habla de familias nucleares asentadas con proyectos familiares en nuestro país”, añade. Sin embargo, este arraigo y sentimiento de pertenencia a la sociedad española no se ha traducido en una mayor inclusión socioeconómica de los foráneos. El ingreso por hogar de la población migrante es un 46% inferior que el ingreso medio de los españoles y la población extranjera aparece fuertemente concentrada en la parte baja de la estructura económica en España.
El profesor ha hecho hincapié en el acusado crecimiento de la población migrante en los últimos años, con un millón de personas más, alcanzando los 7,74 millones de habitantes, un 16,32% de la población total. El incremento de la migración en el país ha ido en sintonía con la mejora de la situación económica. En una primera fase, entre 2009 y 2013, el crecimiento, según Iglesias, se ajustó a las fases de crisis y recesión y apenas creció, pero hubo un segundo periodo, entre 2014 y 2020, cuando el número de personas que migraron a España aumentó, debido a la mejora en la situación económica. Ha destacado que existe una fuerte concentración en torno a la población marroquí y latinoamericana, y un proceso de feminización de la migración, ya que las mujeres constituyen hoy un 52% de esta comunidad. El estudio se ha realizado con datos del padrón municipal del INE en enero de 2017 y el análisis de 1.200 casos en seis comunidades.
El informe expone, asimismo, la inclusión social de las comunidades migrantes a través de la descendencia, ya que un 17% de los nacidos en el país en los últimos años son hijos de padres extranjeros. Además, el investigador y director de la Cátedra de Refugiados y Migrantes Forzosos de la IUEM, apunta a que en el ámbito de la naturalización, la imagen real del migrante es muy distinta a la que se concibe desde la política o los medios de comunicación: uno de cada tres inmigrantes en España cuentan con la nacionalidad.
La población migrante que llega a España es mayoritariamente joven, con una media de edad de 36 años. Además, solo el 8% de los migrantes es mayor de 65 años. En cuanto al nivel de estudios, los migrantes tienen unos niveles formativos muy similares a los de la población española, ya que mientras el 29% de los nacionales cuenta con estudios superiores, el porcentaje es de un 23% entre los extranjeros latinoamericanos, una cifra muy similar. Unos datos sobre capital humano que no casan con sus malas condiciones de trabajo y con un desarrollo laboral precario.
Los rostros detrás de las cifras
Dentro del 23% de migrantes latinoamericanos con estudios superiores que no pueden acceder a un empleo de cualificaciones medias y altas se encuentra Juan Carlos Herrera de Venezuela. Un operador de cámaras, graduado en producción audiovisual en la universidad de IUTIRLA en Caracas, y que trabajó durante cinco años en Venezolano TV. La situación en su país lo obligó a migrar como a muchos otros de sus compatriotas en la búsqueda de mejores oportunidades de vida. Sin embargo, un lustro después, no ha podido encontrar nada relacionado con su ámbito laboral. Ha trabajado como ayudante de cocina y ahora es 'rider'. “Quisiera hacer lo que yo hacía allá, porque me gusta estar detrás de una cámara”, confiesa. Ha buscado desde que entró a España un empleo de su profesión, pero no le ha sido fácil: “Sé que mi medio de trabajo un es medio de enchufes, tienes que conocer a alguien, la verdad se me ha hecho bastante difícil”. Herrera además añade que no es el único de su gremio en esta situación. “Del canal en el que yo trabajaba, somos varios que estamos en Madrid y no hemos podido ejercer en nada, tengo compañeras periodistas que están trabajando en un gimnasio o también como 'riders'”.
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