La bióloga marina que lucha para proteger a la mantarraya gigante de Perú
Kerstin Forsberg trabaja con comunidades locales para difundir información sobre los peligros que amenazan a esta especie, una labor que le ha valido ser una de las laureadas de los Premios Rolex, a la Iniciativa 2016.
En 2015, una foto se abrió paso en medios de todo el planeta: unos pescadores peruanos izaban una mantarraya gigante de más de 1000 kilos de peso. La imagen, además de impactante, ocultaba un problema que mucha gente, incluso en aquel país, no percibía como tal. Estos animales están gravemente amenazados debido a la pesca excesiva, a lo que se suma su ritmo de reproducción extremadamente lento, de una nueva cría en un periodo que va de los dos a los siete años. Con ejemplares de más de siete metros de envergadura, las mantarrayas gigantes no son solo un animal marino que atrae a muchos pescadores, sino que son codiciadas por sus branquias y su carne. Tanto es así que están clasificadas como especie con un alto riesgo de extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Cuando esa imagen se difundió, la bióloga marina Kerstin Forsberg ya había comenzado su batalla para la preservación de la mantarraya gigante, una tarea en la que la información ha sido un arma fundamental. “Las mantas gigantes majestuosas, pero también extremadamente vulnerables, y los medios marinos están gravemente amenazados”, explica esta científica peruana cuyo impulso fue reconocido por Rolex a través de sus Premios Rolex a la Iniciativa 2016. Desde su organización, Planeta Océano, ha trabajado con instituciones, comunidades y escuelas en la difusión de información sobre el peligro que corre esta especie, realizando programas informativos y trabajando junto a los pescadores locales para encontrar vías alternativas de ingresos que no impliquen la pesca de estos animales.
Con su iniciativa, Forsberg promueve instaurar el ecoturismo como una fuente de ingresos alternativa para estas comunidades que han basado en la mantarraya parte de su manera de ganarse la vida. “Perú es un país pesquero, y en el Norte hay muchas zonas en las que familias enteras dependen de los recursos marinos para mantenerse”, explica. Sustituyendo la pesca de mantarrayas por el turismo atraído por este impresionante animal consigue que estas comunidades tengan una opción para tener ingresos sin capturarlos. Al mismo tiempo, colabora con estos pescadores para la recolección de datos sobre la distribución de esta especie. Su campaña fue reconocida por el gobierno peruano, que en 2016 prohibió oficialmente su pesca.
De forma paralela, su colaboración con la Red de Educadores Marinos de Planeta Océano lleva a más de 50 escuelas del norte de Perú un programa de información sobre la necesidad de preservar esa y otras especies marinas. “Queremos formar a la gente de la zona para que sea ella la que lidere el cambio, y esperamos transmitir información sobre las mantas gigantes a miles de niños y jóvenes”, asegura Forsberg. “Es una cuestión de acercarse a la gente y de escucharla. Tiene que ser lo que funcione mejor para ellos. Las soluciones han de encontrarse colaborando”.
Gracias al Premio Rolex a la Iniciativa, Forsberg pudo implicar a más pescadores en su proyecto y crear un programa de seguimiento ecológico de las mantas gestionado localmente. Su objetivo a largo plazo es desarrollar un modelo de iniciativas comunitarias sostenibles en distintas partes del planeta, sin olvidarse nunca de la mantarraya gigante. “Son el maravilloso buque insignia de todas las especies marinas vulnerables”, resume.