Emma Lira, la escritora de ‘El Cautivo’: “Argelia es todavía un lienzo en blanco”
La escritora de la novela que acompaña la nueva película de Alejandro Amenábar sobre Miguel de Cervantes es, además, una de las expertas de EL PAÍS Viajes


¿Qué tienen en común Miguel de Cervantes, Emma Lira, Alejandro Amenábar y Argelia? Pues mucho. Miguel de Cervantes y su historia como cautivo en Argel, tras la Batalla de Lepanto, en 1575, es la historia que inspira la nueva película de Alejandro Amenábar, que llega esta semana a los cines. Paralelamente, Emma Lira, escritora y periodista viajera, ha escrito ‘El Cautivo’ (editorial Espasa, 2025), una novela con calado histórico que trata sobre este mismo suceso y que profundiza mucho más en la historia del autor de ‘El Quijote’ y en esos cinco años de cautiverio en el país. El libro, además, servirá de guía para los viajeros que la acompañen en la próxima aventura de EL PAÍS Viajes, Argelia, ‘El Cautivo’ en las islas perdidas de Dihya. Justo allí, se está preparando una interesante ruta que permitirá ubicar la historia de Miguel de Cervantes y muchos otros lugares que esconde Argelia, uno de los países del norte de África menos turísticos, pero igualmente fascinante. Nos adentramos con ella en todos los secretos de esta macroproducción cinematográfica, su novela —que estará ya a la venta esta semana — y sobre ese viaje que está por llegar con dos fechas de salida para apuntarte: el 17 de enero y el 27 de marzo de 2026.
Pregunta. La presentación de tu nueva novela ‘El Cautivo’ coincide con el estreno de la última película de Alejandro Amenábar, que lleva por título el mismo nombre y con tu viaje a Argelia que se realizará con EL PAÍS Viajes en enero de 2026. ¿Qué momento más especial, no?
Respuesta. Sí, todo se ha unido. Bueno, hay una cosa que evidentemente no es espontánea, que es el estreno de la película y del libro. Esto sí que se ha hecho para que vaya de la mano, para que se pueda ver tanto en escaparates como en las salas. Mientras que el viaje es una oportunidad para que los lectores puedan ver uno de los escenarios de esa fuga de Cervantes, esas cuevas que todavía se pueden visitar en Argel.
P. Es decir, que se podrán ver los escenarios o los lugares en los que se inspira la película en este viaje.
R. Solamente se podrá visitar la cueva. Visitaremos la que se supone que es la cueva donde se refugió Cervantes en uno de sus intentos de fuga en Argel.
P. ¿La película dónde se ha rodado?
R. La película se ha rodado en España: en Alicante, sobre todo en la Comunidad Valenciana, y también en Sevilla. Los interiores que se ven están rodados en los Reales Alcázares, y muchos de los exteriores y la zona de las fortalezas se han rodado en el Castillo de Santa Bárbara, en Alicante. Aunque toda la película transcurre íntegramente en Argel, absolutamente nada se ha rodado allí.
P. ¿Qué va primero tu novela o la película?
R. Curiosamente esto es una adaptación a la inversa. Normalmente un director puede coger una novela y adaptarla al audiovisual. En este caso ha sido al revés.
La productora se puso en contacto para tratar de sacar una novela que reflejara lo que se contaba en la película, la trama de la película. Se ha adaptado desde el producto audiovisual a la narrativa de una novela.
P. Imagino que contactaron contigo porque eres una experta en este tipo de novelas históricas…
R. Sí, sobre todo, porque conozco muchísimo el país, conozco el islam y toda mi trayectoria literaria es de novela histórica. Seguramente les pareció un perfil adecuado para abordar el tipo de temas que se tratan en esta trama.
Tanto la novela como la película —ya lo verás— son un cántico absoluto a la libertad. Pero no solamente a la libertad de movimientos, de que eres un cautivo y estás en una prisión, sino a la libertad en todos sus ámbitos, en el sentido más amplio.
De alguna manera, yo ya había tratado esa libertad de credo o libertad de condición sexual en otras novelas mías. Y lo mismo con el islam. Entiendo que fueron todos estos los factores determinantes para que me encargara de la adaptación.

P. ¿Cómo ha sido para ti la investigación de la historia de Miguel de Cervantes o de esa parte de su vida? ¿Cómo ha sido meterte de lleno en esta historia?
R. A mí es que la investigación es de las partes que más me gustan cuando estoy escribiendo una novela. Normalmente, tengo que poner freno porque seguiría investigando y al final terminaría haciendo un máster. Realmente me apasiona. Pero aquí contaba con una ventaja, y es que yo partía de una trama que estaba ya muy chequeada con historiadores. De esa trama, he sacado la historia aunque, evidentemente, también me he documentado. He leído muchas biografías de Cervantes, he hablado con historiadores y también he investigado sobre las polémicas que han existido en torno a su figura. En los años ochenta, por ejemplo, ya existía el debate que suscita esta película. También he acudido a la misma obra de Cervantes, a la obra previa a ‘El Quijote’; a todas esas obras de teatro en las que hay una obsesión por el mundo del que él acababa de salir. Hay un cautivo en ‘Los baños de Argel’ y en ‘El trato de Argel’ donde también aparecen bajás, renegados, moriscos, prisioneros, cautivas... Cuando empezamos a leer ‘El Quijote’, nos damos cuenta de que también hay un submundo latente que él, evidentemente, debió conocer en estos cinco años de cautiverio. Un mundo donde las religiones se mezclaban, donde somos enemigos, pero al mismo tiempo convivimos, donde hay otra serie de dinámicas que no ocurren en el país del que tú provienes.
P. ¿Dónde lo percibes?
R. En Cervantes, por ejemplo, se da una cosa curiosa y es que él se nota que es conocedor del islam. Hay obras de teatro suyas donde a la Virgen María la llama como la llaman los musulmanes, la Lalla Marian. Eso, un cristiano, ahora mismo, no lo sabría, estoy convencida. Entonces, es muy curioso porque toda esa dinámica forma parte de toda la obra de Cervantes.

P. ¿Recomiendas leer el libro antes o después de ver la película?
R. Son complementarias, porque mi libro no empieza como la película y tampoco termina como la película. Hay personajes que no aparecen en la película, no es una transcripción de un guion. Hay escenas que están, de alguna manera, visualmente, pero el papel también te permite meterte más, con más profundidad en determinados personajes. Para mí hay tres personajes con mucho peso en los dos formatos, que son, por supuesto, Miguel de Cervantes, el Bajá de Argel, la persona que le tiene prisionero, y Antonio de Sosa, que es otro prisionero que es el cronista. En la película de Amenábar, el cronista, el que cuenta toda esa historia que se ve en el tráiler, es Antonio de Sosa. Es otra persona que está aquí presa y que se dedica a apuntarlo todo. Esa persona existió realmente y sus crónicas se conocen. Sin embargo, en mi novela, esa primera persona es el Bajá. La primera persona la tenemos desde otra perspectiva, desde otro punto de vista.
P. Has comentado que hay debate con la película. ¿Por qué?
R. Yo creo que se está suscitando porque en la película ya ha habido un pase para especialistas, un pase para la Academia de Cine, y hay gente que se está pronunciando, se están haciendo ya críticas. Digamos que tanto la película como el libro abordan una posibilidad y es que en los cinco años que Cervantes pasó en Argel, en la prisión del Bajá, él era un prisionero de élite, un prisionero importante. Mientras que a su hermano le liberaron por una cantidad menor, su precio aumentó muchísimo. Entonces, era muy difícil pagar su rescate. Por eso estuvo tanto tiempo. ¿Por qué se aumentó ese precio? Las crónicas no lo cuentan. Por otro lado, Cervantes protagonizó cuatro intentos de fuga, que se conozcan. La pena para un intento de fuga era la muerte. Y, sin embargo, Cervantes no solamente no muere en ninguno de los intentos de fuga, sino que no se fuga, le rescatan y muchos años después escribe ‘El Quijote’.
P. ¿Qué pudo pasar?
R. ¿Por qué no le mataron? ¿Por qué al primer intento de fuga no se lo cargan? Amenábar explora una posibilidad. Y es que hubo una relación entre Cervantes y su captor, Hassan, el gobernador de Argel. Porque se sabe, esto también lo cuentan las crónicas, que Hassan Bajá tenía un harén masculino, o sea, le gustaban los hombres y no ocultaba en absoluto sus preferencias.
Esto saca a la palestra un debate nuevo: ¿qué hizo Cervantes o qué pudo hacer Cervantes para sobrevivir en ese tiempo en el que estuvo cautivo en Argel durante cinco años? Esto se basa en un documento existente de uno de los personajes que estuvo preso con Cervantes, un inquisidor español que se llamaba Blanco de Paz. Él aparece tanto en la película como en la novela, y él mismo escribió una crónica a su regreso, cuando le rescataron, en la que aseguraba que Miguel de Cervantes había tenido trato de intimidad con los turcos y que hacía cosas pecaminosas y viciosas. En ese momento, en el siglo XVI, una acusación de ese tipo tenía muchos visos de que se refiera a relaciones homosexuales. ¿Consentidas o no consentidas? No lo sé. Hay que ver la película, leerse el libro y luego sacar cada uno sus propias conclusiones…

P. ¿Cómo acaba Cervantes en Argel? ¿Cuál es la historia de ‘El Cautivo’?
R. Cervantes volvía de la Batalla de Lepanto. Era un periodo de enfrentamiento total y absoluto entre España y el Imperio Otomano. Las fronteras del Imperio Otomano llegaban, en ocasiones, hasta Grecia y tenían sus tentáculos a través de los bajás o estos virreyes que gobernaban en las zonas más alejadas de Estambul. Los botines que los corsarios berberiscos del norte de África obtenían apresando galeras españolas, porque con los franceses ellos se llevaban fenomenal, eran la manera de engrosar las arcas del imperio. Su verdadero enemigo en este momento es la España católica y es con los rehenes con lo que consiguen el dinero, así que asaltaban las galeras y secuestraban civiles, que se vendían como esclavos sacando un dinero, o si eran personajes importantes o conectados con la corte pues se trataba de pedir un rescate por ellos. En el caso de Cervantes, que en ese momento es muy joven, tiene 28 años, no es exactamente que sea conocido, sino que él de alguna manera hace valer que ha estado en Lepanto como si fuera un gran oficial, pero digamos que ahí empieza esa capacidad para contar historias. Él hace pensar que es más importante de lo que realmente es. Pone en valor su capacidad narrativa o de convencer. ¿Por qué? Pues porque en aquel momento pensó que estaría mejor siendo prisionero en el palacio del Bajá, que siendo vendido como esclavo a cualquier persona en un mercadillo de la calle de Argel.
P. ¿’El Quijote’ se empieza a fraguar en Argel?
R. No necesariamente, porque ‘El Quijote’ se escribe muchísimos años después, lo escribió un Miguel de Cervantes ya maduro. Pero lo que ocurre en esos cinco años de cautiverio en Argel marcaron profundamente su obra. Él, hasta entonces, es una persona que está estudiando letras, estudia con López de Hoyos, pero solo ha escrito pequeños poemas, elegías…, pero ese genio literario suyo todavía no se ha manifestado. Será con posterioridad cuando en sus primeras obras de teatro todos los temas sean sobre Argel. Renegados, prisioneros, cautivos, gobernadores… Todo este mundo y esas relaciones aparecerán plasmados también de una u otra manera en personajes que aparecen en ‘El Quijote’. Yo en la novela propongo una hipótesis y la película también propone otra.

P. ¿Cómo es tu relación con Argelia? ¿Qué te conecta tanto con este país?
R. Yo estoy muy vinculada al Magreb, al norte de África. Me gusta mucho el mundo islámico, el mundo musulmán y me gusta mucho la herencia, soy una gran divulgadora de la herencia andalusí, de esa herencia musulmana y norteafricana que formó parte de nuestra civilización durante ocho siglos. En ocasiones cuando viajas, te das cuenta de que tienes mucho más en común con lugares del norte de África, como Argelia o Marruecos, que con lugares como Finlandia o Noruega. En mi caso, quiero decir, no digo que esto sea una generalidad.
Es cierto que el credo es diferente y que en algunos lugares los derechos humanos no se viven de la misma manera, que quedan cosas por hacer, pero hay un legado que es innegable en nuestra cultura y que a mí me parece un error negar.
Todo el mundo está encantado con su herencia romana y no todo el mundo está encantado con su herencia musulmana. Yo creo que aquí hay un tema que es para trabajarlo, de reconciliarnos con esa parte de nuestro pasado. Por eso empecé a vincularme con estos destinos, con Marruecos, con Argelia… y a encontrar en ellos gran parte de una historia común, porque es una historia romana también.
P. ¿Qué has encontrado allí en este sentido?
R. Hay muchos grandes lugares y muchas ruinas espectaculares y preciosas en ambos sitios de la historia romana, que pasa en Argelia o Volubilis, en Marruecos… y luego hay una historia particular y propia, que es la historia bereber, una identidad que nosotros mezclamos con la musulmana, pero que es completamente distinta. Es la identidad del norte de África antes de la llegada del islam y luego está, tras la llegada del islam, esa comunidad musulmana. Me parece que es una mezcla muy parecida a la nuestra y muy rica.
Siempre me ha atraído. Marruecos sí que está recibiendo más turismo, ya tiene zonas más masificadas, pero Argelia es todavía un lienzo en blanco, donde los precios son mucho más asequibles, donde puedes visitar auténticas maravillas, no te voy a decir en soledad, pero casi; y donde puedes tener la sensación de que estás descubriendo por primera vez ese lugar.
P. Si no me equivoco, tu novela ‘La luna sobre Roma’ (editorial Planeta) también menciona a Argelia.
R. Sí, menciona a Argelia, porque en ‘La luna sobre Roma’, que habla sobre la historia de los hijos de Cleopatra y Marco Antonio, se cuenta dónde está enterrada la hija de Cleopatra. La hija de Cleopatra, llamada Cleopatra Selene, gobernó desde Volubilis, que está en Marruecos, y pidió ser enterrada en Tipasa, en Argelia, en un lugar que todavía se conoce en la cultura popular como “la Tumba del cristiano” porque el islam mezcla en ocasiones históricamente Roma con el cristianismo.

P. Dentro de muy poco, en enero de 2026, volverás a Argelia con el grupo de viajeros de EL PAÍS Viajes. ¿Cuál es la esencia de este viaje y que itinerario habéis creado?
R. Lo que queremos es acercarnos a Argelia, descubrir un país nuevo, un país que no tiene tanto turismo como otros, y al mismo tiempo tratar de acercarnos a lo que nos encadena de él, a todo ese pasado común de conflictos o de alianzas.
A la Argelia romana y a la Argelia bereber. Mucha gente lo desconoce, pero hasta 2011 el idioma bereber estaba prohibido en el norte de África, pero existe una identidad que merece ser conocida. De eso tratan los viajes de El PAÍS Viajes, de descubrir un lugar a través de sus paisajes, pero también a través de su historia, de su gente y de las emociones que nos despierta. De alguna manera, la idea es que nos sintamos también cautivados por este viaje, menos forzosamente que Miguel de Cervantes, pero sí cautivados.
P. ¿Cuáles son esos paisajes que van a cautivar a los viajeros?
R. A mí me encanta la ciudad de Argel porque es como una fusión del mundo medieval con el mundo contemporáneo. Me parece fascinante, porque además la ves desde dentro y ves su autenticidad. En el viaje vamos a ver el yacimiento de la “Tumba del cristiano” (“tumba de la Chretienne”) y el yacimiento romano de Tipaza, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. También ese mausoleo perdido de Cleopatra Selene, que es gigantesco, casi del mismo tamaño que el de Augusto en Roma. Tendremos contacto con la costa de Argelia tan recorrida desde el tiempo de los fenicios, los griegos, los bereberes… Todo ese mundo berberisco de los corsarios que nos parecía muy lejano, pero que en realidad no lo es tanto. Cuando estás en Valencia estás más cerca de Argel que de La Coruña. En ese mundo mediterráneo en el que la navegación era la manera más rápida de llegar a los sitios o quizá la más segura y la manera en la que se movían las mercancías, probablemente una persona de Valencia tuviera más que ver con una persona de Argel, pese a todas las diferencias, que con una persona del norte de la Península.
También llegaremos al desierto, a Timimoun, conocida como la “Oasis Roja” del Sáhara.
P. ¿Qué crees que es lo que más llama la atención de Argelia?
R. Yo creo que cuando llegas allí te van a chocar los olores, te va a chocar la luz, esa luminosidad radiante, ese color del desierto, pero a la misma vez, ese color del mar en la costa; los olores, las especias por todas partes, estos guisos fuertes de cordero, la llamada a la oración... Vas a oír cinco veces al día ese cántico, que para la gente que no lo ha oído nunca o que no está acostumbrada, realmente es como adormecedor. De alguna manera es exótico.
El trazado de las calles también sorprende, salvo en las zonas más modernas del periodo francés y las poblaciones más interiores, porque todavía tienen estos trazados laberínticos de medinas amuralladas, con construcciones para refugiarse del calor, callejuelas muy estrechas, sin apenas ventanas, donde la vida transcurre en el interior, y no en el exterior. Para quien no haya visitado nunca un país de estas características es una explosión para todos los sentidos. Es un viaje sensorial.
*Si quieres más información sobre este y otros viajes similares, consulta nuestra web de EL PAÍS VIAJES.
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