Islas Baleares, el archipiélago sostenible
La nueva Ley Turística consolida a las islas como referencia de los destinos pospandemia. Y constituye un nuevo atractivo que sumar a sus tesoros naturales reconocidos por la Unesco y por los viajeros. No solo hay Banderas Azules en sus playas, también Senderos
Las mejores playas del Mediterráneo, parajes naturales protegidos por Unesco, gastronomía de kilómetro cero con estrellas Michelin, riquísimo patrimonio monumental y cultural, clima privilegiado, una amplísima planta hotelera de calidad, infraestructuras públicas del más alto nivel... Por esto y mucho más, las Islas Baleares son, desde hace décadas, uno de los destinos turísticos más importantes del planeta.
Pero, tras dos años de coexistencia con la pandemia por la covid-19, el viajero se ha convertido, más que nunca, en un visitante concienciado con la sostenibilidad –medioambiental, social, territorial– del entorno que visita. Las Islas Baleares afrontan esta realidad post-pandémica con esa sostenibilidad como herramienta de cambio. Una sensibilidad que se plasma en la promulgación de una nueva Ley Turística, respetuosa con los derechos de los trabajadores y con los recursos y el medio ambiente. Una ley que servirá, también, para liderar la transformación y modernización de un sector turístico que aporta más de un tercio del PIB balear.
Pero, para ello, es imprescindible que la calidad de los servicios vaya de la mano con la calidad de vida de los residentes: en las Islas Baleares, no solo importan los turistas sino, también, cada una de las personas que viven allí. Así, por ejemplo, esta nueva ley contempla que, en un plazo de seis años, más de 300.000 camas de los establecimientos turísticos baleares deberán ser elevables, con el objetivo de reducir los accidentes laborales del colectivo de camareras de piso, indispensable para el buen desempeño del sector.
Magnetismo natural
Baleares cuenta con espacios naturales de tal riqueza que merecen la protección de la Unesco: es el caso de la Reserva de la Biosfera de Menorca, los bancos de posidonia de las aguas de Ibiza y Formentera o el paraje natural de Serra de Tramuntana, en Mallorca, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2011. Pero no son regalos, sino bienes a conservar. Así, la nueva ley traduce esta realidad de cimentar la sostenibilidad medioambiental estableciendo medidas que reducen el consumo de agua o las emisiones de dióxido de carbono (CO₂), restringen el uso de amenities (envases, vasos, pajitas) desechables, prohíben el uso de especies amenazadas o impulsan el producto local. Todo, para que el privilegiado entorno natural de las Baleares siga siendo una de las principales razones por las que millones de personas visitan anualmente las islas.
En el turismo post-pandemia, el visitante busca, más que nunca, el contacto directo con la naturaleza, los espacios abiertos y la contemplación y disfrute del medio ambiente. Pero, para ello, se debe respetar la integridad del territorio; y esa es una de las ventajas que trae la nueva Ley Turística, al bloquear el crecimiento de plazas turísticas durante cuatro años en todo el archipiélago. La preservación y recuperación del territorio es más necesaria que nunca y, en esa dirección, una de las actividades más enriquecedoras para el visitante y que menos impacto causa en el entorno es la práctica del senderismo.
Los nuevos alicientes
Entre las iniciativas más destacables en ese sentido se encuentran los Senderos Azules, cinco rutas –cuatro en Mallorca y una en Menorca– que unen algunas de las playas y puertos de Bandera Azul, y que contribuyen a la sostenibilidad del litoral. Estos itinerarios son Es Comú de Muro, que forma parte del mallorquín Parque Natural de s’Albufera, y que invita a caminar por las dunas que separan la Albufera del Mediterráneo; el Camino de la Marina de Son Real, entre la playa de Son Bauló y Son Serra de Marina, en el noroeste de Mallorca, con yacimientos arqueológicos, dunas, antiguas canteras, pinares, sabinales; el Sendero Azul de Palma, que descubre la flora y fauna del litoral de Palma, o Ciutat, como se le llama por los residentes, con Cala Estancia, playa de Bandera Azul, como protagonista; el Sendero Azul de Sant Llorenç Des Cardassar, en el noreste de Mallorca, con la Punta de n’Amer, y numerosos restos históricos y, ya en Menorca, el Sendero Azul de Ferreries, que recorre de Cala Galdana a Cala Mitjana. La más oriental de las Baleares aguarda, además, con multitud de caminos y rutas que la recorren de punta a cabo y que están delimitadas por muros de paret seca, o piedra seca, una técnica tradicional de construcción que ejemplifica el compromiso ancestral de la isla con su entorno.
Formentera.eco es otra de las iniciativas a destacar. Con una movilidad más sostenible y con la reducción del techo máximo de vehículos en un 16% hasta el 2023 como objetivos, desde su comienzo en 2019 se ha conseguido aumentar el uso del transporte público, la bicicleta y las rutas verdes en la pequeña de las Pitiusas. En definitiva, medidas y planteamientos que se implementan para que el viajero y las generaciones que posteriores puedan disfrutar del mejor modo de unas Islas Baleares que son el paraíso mediterráneo por excelencia.
Unas islas para comérselas
La agricultura ecológica, que utiliza de forma óptima los recursos naturales, respetando y conservando la fertilidad de la tierra y el paisaje agrario, es uno de los más claros exponentes de la sostenibilidad que abandera las Islas Baleares. Así, exquisitos aceites, vinos, frutas y hortalizas de temporada, a partir de variedades autóctonas, pueden disfrutarse tanto en las mesas de los establecimientos turísticos como en los mercados y comercios tradicionales de las islas.
Además, durante 2022 Menorca es la Región Europea de la Gastronomía, distinción que celebra con más de medio centenar de eventos, como la Feria del Vino de Menorca y la Feria de la tapa y foodtruck, que tienen lugar en abril y mayo. Y no hay que olvidar al turismo gastronómico que visita las islas para disfrutar de los restaurantes adornados con estrellas Michelin: Voro, en Canyamel (luce dos estrellas); Zaranda, en Palma de Mallorca y La Gaia, en Eivissa (con una), y Maca de Castro, en el puerto de Alcúdia, con una estrella verde a la sostenibilidad.