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Valencia de Luis

Bienvenido Míster Berlanga. Una propuesta de ruta para conocer mejor al personaje a través de la escena: su ciudad, su querida terreta. ¿La perfecta excusa para regresar? El año de su centenario

Placa conmemorativa a Luis García-Berlanga en el Paseo de la Mostra de Valencia, situado en el Paseo Marítimo de la playa de La Malvarrosa.
Placa conmemorativa a Luis García-Berlanga en el Paseo de la Mostra de Valencia, situado en el Paseo Marítimo de la playa de La Malvarrosa.SANTI VIDAL (VISIT VALENCIA)

Cómo fue y es Luis García-Berlanga Martí? Así lo define su sobrino Pepe Berlanga: “Un mediterráneo absoluto, la luz, el color, la vitalidad”. En el libro Berlanguiana, su amigo Vicente Muñoz Puelles deja otro perfil con conocimiento de causa. Cuenta cómo en el Consell Valencià de Cultura, al que perteneció Luis, “se añoraba su sentido del humor, su don para la amistad, su espontaneidad, su picardía, su curiosidad por el conjunto y el detalle, su interpretación original de los temas, su actitud irreverente pero siempre educada”.

Otro íntimo cómplice, el director Juan Antonio Bardem, lo diseccionaba como un guionista cuando decía que bajo ese humor latía un “fanfarrón negativo”, un pesimista natural. Si fue así, además de director era un buen actor disimulando.

Retorno a Valencia

En la ciudad solo consta su lado luminoso. ¿Hasta qué punto ese escenario le influyó? Hay que venir para imaginarlo. Las huellas del personaje también sirven para conocer la ciudad desde un plano distinto. No es una ruta oficial, sino personal.

Luis García-Berlanga.
Luis García-Berlanga.Ricardo Gutiérrez

Sugerencia de equipaje: algo de mitomanía, algo de imaginación para proyectarlo en cada encuadre. Y quizá ver cine antes para ir aclimatándose. Por ejemplo, París-Tombuctú, “la que contiene más referencias al carácter valenciano, el sarcasmo, la ironía, los tipos”, explica José Luis Moreno, director adjunto de Audiovisuales y Cinematografía del Institut Valencià de Cultura, que comparte sede con la Filmoteca. “O ¡Los jueves, milagro!, porque es capaz de tratar un tema tan delicado como la religión y criticarla a fondo sin ofender, narraba dramas con amabilidad, sin amargura”.

La de Luis es una ruta de rutas. De su infancia y las guerras, del mar y la gastronomía, del erotismo y el arte. De ese espíritu burlón cuando en 2008 depositó bajo llave un guión que solo se podrá desvelar este año. Cuenta atrás hasta el 12 de junio.

Ciudad de la Luz

El Teatro y Filmoteca Rialto, en la Plaza del Ayuntamiento de Valencia.
El Teatro y Filmoteca Rialto, en la Plaza del Ayuntamiento de Valencia.ALEX CRESPO (VISIT VALENCIA)

Dicen que nació en el carrer de Sorní, en el ensanche. Muñoz Puelles, partida de nacimiento en mano, corrige, fue en Císcar 13 cuando aún se llamaba así ese tramo. Esquina con Sorní.

En su caso, “dar a luz” es una expresión tan literal como figurada. Contaba Luis que de niño pidió a los Reyes un proyector, lo engañaron con una cámara de juguete y con ese trauma cómo iba a creer ni en Magos ni en orientes. Quizá para devolverlo a la fe finalmente le trajeron un proyector, francés, y ahí empezó a jugar en serio. “Puede decirse que toda mi vida es una lucha por descubrir los secretos de la luz”, le dijo a Muñoz Puelles.

La vocación fue gradual, por episodios en el centro valenciano, alrededor de la Plaza del Ayuntamiento. Por ejemplo, en el cine Rialto, donde seguramente vio la película que lo empujó a aprender el oficio: Don Quijote, de Pabst. Está disponible en esa enorme filmoteca que es Youtube.

Playa de la Malvarrosa, en Valencia.
Playa de la Malvarrosa, en Valencia.PABLO CASINO (VISIT VALENCIA)

Hablando de filmotecas, el Rialto se convirtió mucho después en la sede de la valenciana. Según Moreno, quizá se trate de un caso único en la historia del cine: que un gran director vuelva tan a menudo donde todo comenzó, que ese lugar se transforme en una institución cinematográfica, que la sala lleve su nombre, Luis García-Berlanga, que se la bautizase en vida del protagonista.

De hotel en hotel

Por los convulsos treinta se construye el edificio Martí Alegre, sede del Hotel Londres, propiedad de la familia. Otro templo de Luis y su gremio. Allí se alojaba cuando volvía a Valencia, después también en el cercano Hotel Astoria.

Imagen de la Calle Barcelonina, en Valencia, donde se ubicaba el Hotel Londres, propiedad de la familia García-Berlanga.
Imagen de la Calle Barcelonina, en Valencia, donde se ubicaba el Hotel Londres, propiedad de la familia García-Berlanga.DAVID ROTA (VISIT VALENCIA)

Cuenta su sobrino que aquello era un ciclo de bohemia. La de su tío y la de toda su troupe. “Era la casa de los grandes actores cuando venían en la época dorada del teatro valenciano”. No necesitan presentación, parecen el elenco de cualquier película berlanguiana: Ferrandis, López Vázquez, Alexandre, Merlo, Rodero, Leblanc… “No cuento las mejores anécdotas de esos encuentros porque acabaría en la cárcel”, dice Pepe.

Esta sí: “En la Guerra, por la Gran Vía Marqués del Turia pasaban coches para reclutar jóvenes a la fuerza, mi tío llevaba un pantalón corto y un dorsal, se los ponía y fingía que hacía deporte para salir corriendo”. Finalmente fue a la guerra, al frente ruso, como es sabido, y antes a la batalla de Teruel. Apenas hablaba de este segundo lance, pero ahí está La Vaquilla.

Trávelin callejero

Ya consagrado vuelve a la ciudad sistemáticamente. Pepe lo acompaña a menudo. Cuando habla del callejeo parece uno de esos trávelin berlanguianos donde se cruzan decenas de actores en una coreografía coral. Imposibles de filmar, hasta que los ves en pantalla. Por ejemplo en Todos a la cárcel, rodada en la antigua prisión Modelo, cerca del Jardín del Turia.

Luis García-Berlanga junto a Agustín González y Rafael Alonso en el rodaje de 'Todos a la cárcel'.
Luis García-Berlanga junto a Agustín González y Rafael Alonso en el rodaje de 'Todos a la cárcel'.RAFAEL MALUENDA (BERLANGA FILM MUSEM)

“Yo creo que venía tanto porque necesitaba esa toma a tierra —explica Pepe—. Si me quedo con algo es con su generosidad. Hablaba con todo el mundo, con todo el que se acercaba aunque le diera la paliza. Lo mismo un actor famoso que un pirao, entonces había muchos”.

Ese ir y venir refleja sus intereses. Las tertulias en el Astoria con su hermano Fernando o sus amigos actores y escritores. Tertulia también, y además sobredosis de mar en el Hotel Recatí, junto a La Albufera.

La Albufera de Valencia al atardecer.
La Albufera de Valencia al atardecer.JOSEP GIL (VISIT VALENCIA)

Allí solía parar otro genio del disparate inteligente, Tip. Suerte la de quien asistiese en primera fila a un encuentro entre los dos, material de culto.

Cine teatral

“Él siempre decía que su cine era muy teatral, fallero, pirotécnico”, apunta Moreno. De hecho las tablas tenían que serle familiares. Su tío Luis Martí escribió el sainete El fava de Ramonet (fava: el bobo o el chalao), que en 1933 se versionó en cine y fue la primera película en valenciano.

Asiduo del Teatro Ruzafa, del Olympia, del Eslava, del Alcázar, tanto para la programación de postín como para el cabaret erótico de Rosita Amores en los sesenta. Dice Pepe que la vedete se ponía como un rayo la ropa en cuanto irrumpía el censor. Para entonces Luis ya le había colado a la dictadura nada menos que El Verdugo.

Panorámica del Mercado Central de Valencia, ubicado en la plaza Ciudad de Brujas.
Panorámica del Mercado Central de Valencia, ubicado en la plaza Ciudad de Brujas.EDUARDO RIPOLL (VISIT VALENCIA)

Visitaba la lección modernista del Mercado Central, compraba salmonetes, calamares, embutidos. Luis es profeta en su tierra. Tiene calle, la primera estrella en el Paseo de la Fama de la Mostra de València, frente a La Malvarrosa, y también lleva su nombre una de las galerías del Mercado. Un reconocimiento popular de verdad: recibió de la Asociación de Vendedores el premio Cotorra, concedido a las personas que más hacen por Valencia.

El que fue a Sevilla…

Horchata y chocolate en Casa Daniel, en El Rincón, tapeo en la cervecería Madrid, un arroz de la casa en La Pepica… Otro Pepe, Balaguer, dueño de este histórico restaurante junto con cuatro primos, cuenta que esa receta de arroz con tropezones de rape y cigalas y gambas peladas se improvisó hace un siglo dando de comer a Sorolla. Luis tiene foto en una pared de La Pepica junto con varios amigos, Adolfo Marsillach y Pilar Miró entre ellos. “Sacaron unas sillas para posar, y no se les ocurrió otra cosa que dar vueltas y jugar al que se fue a Sevilla perdió su silla”, recuerda Balaguer.

Imagen del interior del restaurante La Pepica, en Valencia.
Imagen del interior del restaurante La Pepica, en Valencia.JOSEP GIL (VISIT VALENCIA)

No faltaba al estadio de Mestalla. Lo de forofo del Valencia le venía de casta: un tío suyo fue vicepresidente del equipo che. Y le venía por futbolista, otra faceta del poliedro. Lo acredita una imagen con el equipo de Filosofía y Letras de la Universidad de Valencia, con un bigote y 24 años.

Séptimo arte y los demás

La cultura merece su película aparte. Cultura con mayúsculas y de andar por casa. Frecuentaba las librerías de lance y antiguo, para buscar de todo… todo en literatura erótica. “Para mí el erotismo es mucho más importante que el cine”, le confesó a Muñoz Puelles una de las pocas veces que lo vio categórico.

Lo mismo acudía al antiguo Rastro de la Plaza Nápoles y Sicilia (donde aquel sábado se topó con una pintura y unos platos cerámicos de su hermano Fidel, robados) que a exposiciones en el Círculo de Bellas Artes o el IVAM junto con Carmen Alborch, la ministra que epató al Congreso con su modernidad de Movida valenciana. En el Museo de Bellas Artes seguro que Luis admiró el autorretrato de Velázquez. La pintura fue una de sus primeras pasiones, hasta el punto de dudar entre el pincel y la cámara.

Museo de Bellas Artes de Valencia.
Museo de Bellas Artes de Valencia.JOSEP GIL (VISIT VALENCIA)

La cinefilia nos tiene que llevar al citado Consell de Cultura. Luis lo hizo durante casi década y media, tanto en la antigua sede del carrer Campanar como en la nueva del Palau Forcalló. Aquí no solo se le puede intuir, también saludar en un libro con una de sus fotos emblemáticas. Primer plano, pelo y barba canosos, mirando a un lado, gesto dulce. Como agradeciendo la visita. Feliz aniversario, maestro.

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