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La capilla blanca de Nuestra Señora de Guadalupe, en Serpa (Portugal).
La capilla blanca de Nuestra Señora de Guadalupe, en Serpa (Portugal). ALAMY

15 joyas portuguesas al otro lado de la Raya

15 fotos

Probar el mejor bacalao en Viana do Castelo, un vino verde en Monçao, otear el horizonte desde las fortalezas de Miranda o Elvas y vibrar con el ambiente universitario de Braga. Quince enclaves próximos a España de puro carácter portugués

  • Desde La Guardia, la población más meridional de Pontevedra, en la desembocadura del Miño,  Viana do Castelo  queda a escasos 30 kilómetros. Viana, la joya de la Costa Verde portuguesa, ocupa el siguiente estuario, el del río Limia, y no sólo tiene un atractivo casco medieval, sino también buenas playas a las afueras. La parte antigua cuenta con arbolados bulevares del siglo XIX y estrechos callejones repletos de mansiones manuelinas y palacios rococó. Esta ciudad vivió sus mejores tiempos en el siglo XVI, cuando era un importante puerto de pesca del bacalao. De ahí que abunden las mansiones y monasterios de estilo manuelino. En el siglo XVIII, la llegada del oro y del azúcar brasileño trajo otra época de prosperidad. Y, en pleno siglo XXI, el nuevo oro es el turismo que llega sobre todo por sus playas, como la de Cabedelo, un arco de un kilómetro de arena dorada fina que se repliega en dunas resguardadas por pinos. Es casi obligado subir al monte de Santa Luzía para contemplar las maravillosas vistas de la costa y del valle del Lima. Y un incentivo final: en Viana se puede degustar un marisco excelente en todos los restaurantes del casco viejo, aunque los mejores están en el antiguo barrio de pescadores.
    1Viana do Castelo | Playas y buen pescado Desde La Guardia, la población más meridional de Pontevedra, en la desembocadura del Miño, Viana do Castelo queda a escasos 30 kilómetros. Viana, la joya de la Costa Verde portuguesa, ocupa el siguiente estuario, el del río Limia, y no sólo tiene un atractivo casco medieval, sino también buenas playas a las afueras. La parte antigua cuenta con arbolados bulevares del siglo XIX y estrechos callejones repletos de mansiones manuelinas y palacios rococó. Esta ciudad vivió sus mejores tiempos en el siglo XVI, cuando era un importante puerto de pesca del bacalao. De ahí que abunden las mansiones y monasterios de estilo manuelino. En el siglo XVIII, la llegada del oro y del azúcar brasileño trajo otra época de prosperidad. Y, en pleno siglo XXI, el nuevo oro es el turismo que llega sobre todo por sus playas, como la de Cabedelo, un arco de un kilómetro de arena dorada fina que se repliega en dunas resguardadas por pinos. Es casi obligado subir al monte de Santa Luzía para contemplar las maravillosas vistas de la costa y del valle del Lima. Y un incentivo final: en Viana se puede degustar un marisco excelente en todos los restaurantes del casco viejo, aunque los mejores están en el antiguo barrio de pescadores. ALAMY
  • A 10 minutos de la frontera española, Valença do Minho es un pueblo fortaleza situado estratégicamente en un altozano junto al Miño. Los turistas españoles acuden a Valença desde hace décadas para comprar toallas y ropa de cama en las muchas tiendas y tenderetes que llenan sus adoquinadas calles. Pero hay algo más que vendedores ambulantes: dos fuertes interconectados albergan una villa con bellas plazas y estrechos callejones medievales. Cuando cae la tarde y los compradores regresan a España, las torres vigía retoman la observación silenciosa de su ancestral enemiga: la flamante fortaleza pontevedresa de Tuy, al otro lado del río. El recinto amurallado de Valença están repleto de atalayas y gigantescas puertas. Y las viejas iglesias y mansiones intramuros dan fe del éxito de estas antiguas fortificaciones ante los asedios. Algunas son medievales, pero la mayor parte son del siglo XVIII siguiendo los diseños del arquitecto militar francés Vauban. Lo más interesante es dar una vuelta por el conjunto de murallas exteriores.
    2Valença do Minho | El reino de las toallas en la frontera portuguesa A 10 minutos de la frontera española, Valença do Minho es un pueblo fortaleza situado estratégicamente en un altozano junto al Miño. Los turistas españoles acuden a Valença desde hace décadas para comprar toallas y ropa de cama en las muchas tiendas y tenderetes que llenan sus adoquinadas calles. Pero hay algo más que vendedores ambulantes: dos fuertes interconectados albergan una villa con bellas plazas y estrechos callejones medievales. Cuando cae la tarde y los compradores regresan a España, las torres vigía retoman la observación silenciosa de su ancestral enemiga: la flamante fortaleza pontevedresa de Tuy, al otro lado del río. El recinto amurallado de Valença están repleto de atalayas y gigantescas puertas. Y las viejas iglesias y mansiones intramuros dan fe del éxito de estas antiguas fortificaciones ante los asedios. Algunas son medievales, pero la mayor parte son del siglo XVIII siguiendo los diseños del arquitecto militar francés Vauban. Lo más interesante es dar una vuelta por el conjunto de murallas exteriores. GETTY IMAGES
  • Las aguas del Miño, que hacen de frontera natural entre España y Portugal, separan a la localidad pontevedresa de Salvatierra de Miño de su vecina Monçao. Al igual que Valença, este enclave portugués fue una importante fortificación fronteriza. Pero cuenta con la ventaja aquí de que hay muchos menos turistas que recorran su modesto pero atractivo casco antiguo adoquinado, donde se alzan los restos de sus fuertes del siglo XIV que vigilan el río desde las alturas. Lo más interesante es el palacio da Brejoeira, en la carretera que va a Arcos de Valdevez, un palacio neoclásico majestuoso construido a principios del siglo XIX. Todavía está habitado, pero eso no impide que se pueda visitar para curiosear sus lujosos interiores. Pero los grandes reclamos de Monçao son sus termas y su excelente vino verde.  El balneario de Monçao  tiene una gran zona acuática con pequeñas cascadas, piscinas infantiles y jacuzzis, además de una larga lista de tratamientos balnearios. Para probar el vino verde, lo mejor es acudir a  la Adega Cooperativa de Monçao .
    3Monçao | En la patria del vino verde Las aguas del Miño, que hacen de frontera natural entre España y Portugal, separan a la localidad pontevedresa de Salvatierra de Miño de su vecina Monçao. Al igual que Valença, este enclave portugués fue una importante fortificación fronteriza. Pero cuenta con la ventaja aquí de que hay muchos menos turistas que recorran su modesto pero atractivo casco antiguo adoquinado, donde se alzan los restos de sus fuertes del siglo XIV que vigilan el río desde las alturas. Lo más interesante es el palacio da Brejoeira, en la carretera que va a Arcos de Valdevez, un palacio neoclásico majestuoso construido a principios del siglo XIX. Todavía está habitado, pero eso no impide que se pueda visitar para curiosear sus lujosos interiores. Pero los grandes reclamos de Monçao son sus termas y su excelente vino verde. El balneario de Monçao tiene una gran zona acuática con pequeñas cascadas, piscinas infantiles y jacuzzis, además de una larga lista de tratamientos balnearios. Para probar el vino verde, lo mejor es acudir a la Adega Cooperativa de Monçao. ALAMY
  • Situada a unos ochenta kilómetros desde la frontera española de Tuy, hacia el interior de Portugal,  Braga merece siempre la pena . La tercera ciudad más poblada del país es un laberinto de estrechas callejuelas cerradas al tráfico, repletas de plazas y con un fabuloso abanico de iglesias barrocas. El constante repiqueteo de las campanas recuerda la centenaria devoción religiosa de Braga, cuyos elaborados pasos de Semana Santa son famosos en todo el país. Pero Braga no es solo una ciudad beata: su casco antiguo está abarrotado de animados cafés y elegantes tiendas, algunos restaurantes excelentes y discretos bares a los que acuden los estudiantes de la Universidade do Minho. Entre los imprescindibles está el Museu dos Biscainhos, un palacio aristocrático del siglo XVIII, con techos de castaño policromados y azulejos, y, sobre todo,  la catedral, la más antigua de Portugal , todo un catálogo de estilos, desde el románico al barroco. También podemos asomarnos al museo más nuevo de la ciudad, el Centro Interpretativo das memórias da Misericórdia, que ocupa el Palacio do Raio, con una fachada rococó cubierta de azulejos y un precioso interior.
    4Braga | Devoción y vida estudiantil Situada a unos ochenta kilómetros desde la frontera española de Tuy, hacia el interior de Portugal, Braga merece siempre la pena. La tercera ciudad más poblada del país es un laberinto de estrechas callejuelas cerradas al tráfico, repletas de plazas y con un fabuloso abanico de iglesias barrocas. El constante repiqueteo de las campanas recuerda la centenaria devoción religiosa de Braga, cuyos elaborados pasos de Semana Santa son famosos en todo el país. Pero Braga no es solo una ciudad beata: su casco antiguo está abarrotado de animados cafés y elegantes tiendas, algunos restaurantes excelentes y discretos bares a los que acuden los estudiantes de la Universidade do Minho. Entre los imprescindibles está el Museu dos Biscainhos, un palacio aristocrático del siglo XVIII, con techos de castaño policromados y azulejos, y, sobre todo, la catedral, la más antigua de Portugal, todo un catálogo de estilos, desde el románico al barroco. También podemos asomarnos al museo más nuevo de la ciudad, el Centro Interpretativo das memórias da Misericórdia, que ocupa el Palacio do Raio, con una fachada rococó cubierta de azulejos y un precioso interior. GETTY IMAGES
  • Este pueblo de postal a orillas del dulce y manso río Lima y a 40 kilómetros de la frontera española de Tuy resucita los fines de semana con la llegada masiva de turistas, animación que se prolonga los lunes alternos con la celebración de un gigantesco mercado a orillas del río. Y como telón de fondo, el puente medieval más bello de Portugal. Aunque no sea día de mercado, vale la pena visitar el pequeño casco antiguo de Ponte de Lima, salpicado de cafés, amplios jardines junto al río y espacios verdes. El Largo de Camoes, con su fuente en forma de gigante expositor de tartas, es un lugar ideal donde contemplar el puente al atardecer. En los alrededores está  la reserva natural de Lagoas de Bertiandos e São Pedro de Arcos , en una zona húmeda con abundante fauna junto al río Lima y con buenos senderos para excursionismo.
    5Ponte de Lima | El mercado junto al río Este pueblo de postal a orillas del dulce y manso río Lima y a 40 kilómetros de la frontera española de Tuy resucita los fines de semana con la llegada masiva de turistas, animación que se prolonga los lunes alternos con la celebración de un gigantesco mercado a orillas del río. Y como telón de fondo, el puente medieval más bello de Portugal. Aunque no sea día de mercado, vale la pena visitar el pequeño casco antiguo de Ponte de Lima, salpicado de cafés, amplios jardines junto al río y espacios verdes. El Largo de Camoes, con su fuente en forma de gigante expositor de tartas, es un lugar ideal donde contemplar el puente al atardecer. En los alrededores está la reserva natural de Lagoas de Bertiandos e São Pedro de Arcos, en una zona húmeda con abundante fauna junto al río Lima y con buenos senderos para excursionismo. GETTY IMAGES
  • Desde Puebla de Sanabria, en Zamora, apenas hay 40 kilómetros hasta la capital histórica de la región portuguesa de Trás-os-Montes. Braganza es una ciudad moderna pero al mismo tiempo mantiene su aspecto de pueblo medieval grande, desde cuyas almenas aún se pueden observar el campo, las pequeñas granjas y los bosques de castaños y robles que rodean la urbe. La gente sigue viviendo en las estrechas callejuelas de la ciudadela del siglo XII, llenas de encanto. Dentro de su muralla está el castillo original y en la parte trasera, un peculiar edificio pentagonal achaparrado conocido como Domus Municipalis, que es el ayuntamiento más antiguo de Portugal y uno de los pocos ejemplos de arquitectura civil románica de la península Ibérica. Braganza presume sobre todo de su catedral, llena de leyendas medievales (dice la tradición que el futuro rey Pedro se casó aquí en secreto con Inês de Castro hacia 1354), aunque la iglesia más bonita de la ciudad es la de São Bento con una portada renacentista de piedra, un maravilloso trampantojo en la cubierta de la nave y un techo taraceado de estilo árabe.
    6Braganza | La leyenda de Inés de Castro Desde Puebla de Sanabria, en Zamora, apenas hay 40 kilómetros hasta la capital histórica de la región portuguesa de Trás-os-Montes. Braganza es una ciudad moderna pero al mismo tiempo mantiene su aspecto de pueblo medieval grande, desde cuyas almenas aún se pueden observar el campo, las pequeñas granjas y los bosques de castaños y robles que rodean la urbe. La gente sigue viviendo en las estrechas callejuelas de la ciudadela del siglo XII, llenas de encanto. Dentro de su muralla está el castillo original y en la parte trasera, un peculiar edificio pentagonal achaparrado conocido como Domus Municipalis, que es el ayuntamiento más antiguo de Portugal y uno de los pocos ejemplos de arquitectura civil románica de la península Ibérica. Braganza presume sobre todo de su catedral, llena de leyendas medievales (dice la tradición que el futuro rey Pedro se casó aquí en secreto con Inês de Castro hacia 1354), aunque la iglesia más bonita de la ciudad es la de São Bento con una portada renacentista de piedra, un maravilloso trampantojo en la cubierta de la nave y un techo taraceado de estilo árabe. ALAMY
  • Entre Puebla de Sanabria y Braganza, las apacibles mesetas que se extienden a lo largo de la frontera entre Portugal y España, conforman uno de los paisajes naturales y culturales más atractivos de Tras-os-Montes: un mosaico compuesto por verdes dehesas, castaños gigantes, robredales y profundos cañones. El parque natural de Montesinho fue concebido para preservar tanto los 88 pueblos de la zona como su entorno natural. En esta región fronteriza perdura la propiedad compartida de la tierra, que ayudó al desarrollo de una cultura comunal democrática que aún perdura. A día de hoy quedan pocos pueblos habitados en esta zona desangrada por el éxodo rural, pero aquellos que resisten conservan un gran encanto, sobre todo si se visitan a finales de abril, cuando los cerezos y los castaños florecen. El Gobierno portugués ha ayudado en los últimos años a restaurar las casas típicas de la zona, sus iglesias, fraguas, molinos y los característicos  pombais  (palomares). Son pueblos como Pinheiro Novo, Sernande, Moimenta y Dine (al oeste), y Montesinho, Varge, Rio de Onor y Guadramil (al este). Rio de Onor (Rihonor en la parte española) no precisa ni siquiera cruzar la frontera, que lo que hace es atravesar la aldea. Pasear por sus calles es como viajar en el tiempo, al estilo de vida comunal típico de la región en el pasado. Cuenta hasta con un dialecto propio, el rionés, a medio camino entre el portugués y el español.
    7Parque Natural de Montesinho | Un territorio escondido que habla su propio idioma Entre Puebla de Sanabria y Braganza, las apacibles mesetas que se extienden a lo largo de la frontera entre Portugal y España, conforman uno de los paisajes naturales y culturales más atractivos de Tras-os-Montes: un mosaico compuesto por verdes dehesas, castaños gigantes, robredales y profundos cañones. El parque natural de Montesinho fue concebido para preservar tanto los 88 pueblos de la zona como su entorno natural. En esta región fronteriza perdura la propiedad compartida de la tierra, que ayudó al desarrollo de una cultura comunal democrática que aún perdura. A día de hoy quedan pocos pueblos habitados en esta zona desangrada por el éxodo rural, pero aquellos que resisten conservan un gran encanto, sobre todo si se visitan a finales de abril, cuando los cerezos y los castaños florecen. El Gobierno portugués ha ayudado en los últimos años a restaurar las casas típicas de la zona, sus iglesias, fraguas, molinos y los característicos pombais (palomares). Son pueblos como Pinheiro Novo, Sernande, Moimenta y Dine (al oeste), y Montesinho, Varge, Rio de Onor y Guadramil (al este). Rio de Onor (Rihonor en la parte española) no precisa ni siquiera cruzar la frontera, que lo que hace es atravesar la aldea. Pasear por sus calles es como viajar en el tiempo, al estilo de vida comunal típico de la región en el pasado. Cuenta hasta con un dialecto propio, el rionés, a medio camino entre el portugués y el español. ALAMY
  • Otro de los pueblos limítrofes con España, en este caso muy accesible desde Zamora, es Miranda do Douro. Su fortaleza se eleva sobre el impresionante cañón del río Duero (los Arribes) y fue durante mucho tiempo un baluarte para protegerse de los vecinos españoles. Con su castillo medio derruido que le da un cierto encanto medieval, la actual Miranda recibe turistas españoles en lugar de repeler sus ataques. Su descomunal iglesia del siglo XVI quizá parezca desproporcionada en comparación con el resto de la localidad, pero en tiempos ejerció como catedral de toda la región. El museo etnográfico arroja luz sobre la cultura fronteriza del municipio, incluidas antiguas tradiciones como la danza de palos típica de los pauliteiros. Y los carteles de las calles están escritos en mirandés, un antiguo idioma emparentado con el astur leonés, que se desarrolló durante sus largos siglos de aislamiento del resto de Portugal. Aún lo hablan unas 10.000 personas en la zona. Lo más espectacular está en la presa de Miranda a un kilómetro de la localidad: aquí  el cañón del Duero es majestuoso y se puede recorrer en crucero fluvial .
    8Miranda do Douro | Una fortaleza al otro lado del Duero Otro de los pueblos limítrofes con España, en este caso muy accesible desde Zamora, es Miranda do Douro. Su fortaleza se eleva sobre el impresionante cañón del río Duero (los Arribes) y fue durante mucho tiempo un baluarte para protegerse de los vecinos españoles. Con su castillo medio derruido que le da un cierto encanto medieval, la actual Miranda recibe turistas españoles en lugar de repeler sus ataques. Su descomunal iglesia del siglo XVI quizá parezca desproporcionada en comparación con el resto de la localidad, pero en tiempos ejerció como catedral de toda la región. El museo etnográfico arroja luz sobre la cultura fronteriza del municipio, incluidas antiguas tradiciones como la danza de palos típica de los pauliteiros. Y los carteles de las calles están escritos en mirandés, un antiguo idioma emparentado con el astur leonés, que se desarrolló durante sus largos siglos de aislamiento del resto de Portugal. Aún lo hablan unas 10.000 personas en la zona. Lo más espectacular está en la presa de Miranda a un kilómetro de la localidad: aquí el cañón del Duero es majestuoso y se puede recorrer en crucero fluvial. ALAMY
  • El Duero, encajonado en su tramo fronterizo con Portugal, es el eje del  Parque Natural do Douro Internacional , un enclave semiescondido en la esquina nororiental de Portugal que conforma el monumental cañón que ha excavado el río a lo largo de la frontera con España. Sus altas paredes de granito representan el hábitat de varias especies de aves amenazadas como la cigüeña negra, el alimoche, el buitre leonado, el halcón peregrino, el águila real y el águila perdicera. Apenas hay unos 35 pueblos en la zona, muchos de los cuales están habitados por descendientes de convictos desterrados durante la Edad Media o judíos que huyeron de la Inquisición. El aislamiento de la región ha propiciado que sus gentes conserven tradiciones antiquísimas, como la dança dos paulitos, de origen celta. Hay varias rutas de senderismo señalizadas, siendo la más recomendable la que conecta Miranda do Douro con São João das Arribas, que empieza y termina en la catedral de Miranda do Douro. Este sendero se puede recorrer a pie, en bicicleta o a caballo y discurre entre robredales y aldeas, ofreciendo sensacionales vistas del río a su paso por São João. Otra opción fascinante es el circuito circular de Vale da Ribeira do Mosteiro, que atraviesa viñedos y paisajes escarpados siguiendo el curso de un afluente del Duero.
    9El Parque Natural Internacional del Duero | Bellezas naturales semiescondidas El Duero, encajonado en su tramo fronterizo con Portugal, es el eje del Parque Natural do Douro Internacional, un enclave semiescondido en la esquina nororiental de Portugal que conforma el monumental cañón que ha excavado el río a lo largo de la frontera con España. Sus altas paredes de granito representan el hábitat de varias especies de aves amenazadas como la cigüeña negra, el alimoche, el buitre leonado, el halcón peregrino, el águila real y el águila perdicera. Apenas hay unos 35 pueblos en la zona, muchos de los cuales están habitados por descendientes de convictos desterrados durante la Edad Media o judíos que huyeron de la Inquisición. El aislamiento de la región ha propiciado que sus gentes conserven tradiciones antiquísimas, como la dança dos paulitos, de origen celta. Hay varias rutas de senderismo señalizadas, siendo la más recomendable la que conecta Miranda do Douro con São João das Arribas, que empieza y termina en la catedral de Miranda do Douro. Este sendero se puede recorrer a pie, en bicicleta o a caballo y discurre entre robredales y aldeas, ofreciendo sensacionales vistas del río a su paso por São João. Otra opción fascinante es el circuito circular de Vale da Ribeira do Mosteiro, que atraviesa viñedos y paisajes escarpados siguiendo el curso de un afluente del Duero. ALAMY
  • Para muchos, Monsaraz es uno de los pueblos más bellos de Portugal y  uno de los más representativos del Alentejo . Esta aldea diminuta encalada irrumpe en lo alto de un cerro coronado por un castillo, con vistas panorámicas de la presa de Alqueva y un paisaje salpicado de olivos. Está solo a 30 kilómetros de Villanueva del Fresno (Badajoz) y hoy vive del turismo, con un puñado de restaurantes, pensiones y tiendas artesanales. Merece la pena visitarla para saborear el Portugal más tradicional, recorrer sus calles soñolientas y probar la cocina alentejana. El mejor momento es cuando se despierta por la mañana, o en la tranquilidad de un anochecer de invierno. El paisaje que rodea Monsaraz está repleto de megalitos neolíticos que pueden descubrirse mientras paseamos entre olivares y campos en flor (están señalizados, pero encontrarlos es emocionante). El más espectacular es el Cromeleque do Xerez, un conjunto presidido por un triunfal menhir de siete toneladas. Las rocas se hallaban cinco kilómetros al sur de Monsaraz, pero fueron trasladadas para salvarlas de la inundación de la enorme presa de Barragem do Alqueva.
    10Monsaraz | El pueblo de los menhires Para muchos, Monsaraz es uno de los pueblos más bellos de Portugal y uno de los más representativos del Alentejo. Esta aldea diminuta encalada irrumpe en lo alto de un cerro coronado por un castillo, con vistas panorámicas de la presa de Alqueva y un paisaje salpicado de olivos. Está solo a 30 kilómetros de Villanueva del Fresno (Badajoz) y hoy vive del turismo, con un puñado de restaurantes, pensiones y tiendas artesanales. Merece la pena visitarla para saborear el Portugal más tradicional, recorrer sus calles soñolientas y probar la cocina alentejana. El mejor momento es cuando se despierta por la mañana, o en la tranquilidad de un anochecer de invierno. El paisaje que rodea Monsaraz está repleto de megalitos neolíticos que pueden descubrirse mientras paseamos entre olivares y campos en flor (están señalizados, pero encontrarlos es emocionante). El más espectacular es el Cromeleque do Xerez, un conjunto presidido por un triunfal menhir de siete toneladas. Las rocas se hallaban cinco kilómetros al sur de Monsaraz, pero fueron trasladadas para salvarlas de la inundación de la enorme presa de Barragem do Alqueva. Getty Images
  • Si solo podemos visitar uno de los pueblos de mármol del Alentejo, este debería ser Villa Viçosa. Cuenta con una hermosa plaza alargada con naranjos, un palacio de mármol, uno de los más grandes del país, y también un castillo, el de los Braganza, la dinastía que reinó en Portugal desde 1640 hasta que el país se convirtió en república. En este castillo nació Catalina de Braganza (1638), esposa de Carlos II y reina consorte de Inglaterra (y a quien el barrio de Queens, en Nueva York, debe su nombre). Monsaraz es un pueblo tranquilo y amable, con muchos rincones interesantes (con mármol y sin mármol): especialmente recomendable es asomarse al  Palacio Ducal de los Braganza , el castillo en lo alto del pueblo y sus agradables jardines, o la iglesia del casillo, decorada con azulejos. Todo encierra interesantes historias. Para sentirnos como la auténtica Catalina de Braganza podemos alojarnos en  la Casa do Colégio Velho  , una antigua casa señorial, que fue sede local de la Compañía de Jesús en el siglo XVII.
    11Vila Viçosa | Una visita real a los Braganza Si solo podemos visitar uno de los pueblos de mármol del Alentejo, este debería ser Villa Viçosa. Cuenta con una hermosa plaza alargada con naranjos, un palacio de mármol, uno de los más grandes del país, y también un castillo, el de los Braganza, la dinastía que reinó en Portugal desde 1640 hasta que el país se convirtió en república. En este castillo nació Catalina de Braganza (1638), esposa de Carlos II y reina consorte de Inglaterra (y a quien el barrio de Queens, en Nueva York, debe su nombre). Monsaraz es un pueblo tranquilo y amable, con muchos rincones interesantes (con mármol y sin mármol): especialmente recomendable es asomarse al Palacio Ducal de los Braganza, el castillo en lo alto del pueblo y sus agradables jardines, o la iglesia del casillo, decorada con azulejos. Todo encierra interesantes historias. Para sentirnos como la auténtica Catalina de Braganza podemos alojarnos en la Casa do Colégio Velho , una antigua casa señorial, que fue sede local de la Compañía de Jesús en el siglo XVII. ALAMY
  • Los habitantes de Elvas, en el Alentejo portugués, tienen por costumbre ir de compras a los grandes almacenes de Badajoz. Y es que apenas 15 kilómetros separan ambas ciudades. Elvas sigue siendo, a día de hoy, una parada imprescindible cuando se entra en Portugal en coche, camino de Lisboa, desde la frontera pacense. La ciudad portuguesa presume de contar con la mayor colección de fortificaciones en baluarte del mundo, que son prueba de una sofisticada tecnología militar. Los fosos, el fuerte y las robustas murallas subrayan su importancia estratégica, tan cerca de España. Fue declarada Patrimonio Mundial en 2012. Aunque no hay mucho para mantener la atención más de un día, Elvas es un lugar interesante para visitar, con un evocador ambiente de urbe fronteriza, calles estrechas e imponentes murallas. Dentro de éstas hay una plaza encantadora, museos insólitos y no muchos turistas. Una de las piezas claves es el Aqueduto da Amoreira, que tardó casi 100 años en construirse a finales del siglo XVI. Y no sorprende, porque es impresionante con sus enormes contrafuertes cilíndricos y varios pisos de arcos que comienzan 7 kilómetros al oeste de la ciudad y llevan agua a la fuente de mármol de Largo da Misericórdia.
    12Elvas | Una fortaleza en la frontera Los habitantes de Elvas, en el Alentejo portugués, tienen por costumbre ir de compras a los grandes almacenes de Badajoz. Y es que apenas 15 kilómetros separan ambas ciudades. Elvas sigue siendo, a día de hoy, una parada imprescindible cuando se entra en Portugal en coche, camino de Lisboa, desde la frontera pacense. La ciudad portuguesa presume de contar con la mayor colección de fortificaciones en baluarte del mundo, que son prueba de una sofisticada tecnología militar. Los fosos, el fuerte y las robustas murallas subrayan su importancia estratégica, tan cerca de España. Fue declarada Patrimonio Mundial en 2012. Aunque no hay mucho para mantener la atención más de un día, Elvas es un lugar interesante para visitar, con un evocador ambiente de urbe fronteriza, calles estrechas e imponentes murallas. Dentro de éstas hay una plaza encantadora, museos insólitos y no muchos turistas. Una de las piezas claves es el Aqueduto da Amoreira, que tardó casi 100 años en construirse a finales del siglo XVI. Y no sorprende, porque es impresionante con sus enormes contrafuertes cilíndricos y varios pisos de arcos que comienzan 7 kilómetros al oeste de la ciudad y llevan agua a la fuente de mármol de Largo da Misericórdia. ALAMY
  • Nos vamos hacia el sur. Si cruzamos la frontera portuguesa desde Rosal de la Frontera, en la sierra de Aracena (Huelva), descubrimos una de las regiones más auténticas de Portugal, el Alentejo interior, tranquilo, rural, apacible y silencioso. A media hora de la Raya podemos parar en Serpa, un apacible pueblo rodeado de colinas, viñedos y campos polvorientos, de calles estrechas y adoquinadas y casas blancas. Es la esencia de la vida alentejana: en su corazón medieval, rodeado casi totalmente por murallas y por los impresionantes arcos de un acueducto del siglo XI, hay una placita muy agradable donde suelen citarse los ancianos a tomar el aire y el sol. No falta el castillo habitual de todos los pueblos fronterizos, con unas vistas impresionantes desde sus almenas. Serpa es famoso por la buena comida tradicional y hay varias fábricas que producen la joya culinaria local: el queso de Serpa, elaborado con cuajo de oveja.
    13Serpa | El descubrimiento del silencioso Alentejo Nos vamos hacia el sur. Si cruzamos la frontera portuguesa desde Rosal de la Frontera, en la sierra de Aracena (Huelva), descubrimos una de las regiones más auténticas de Portugal, el Alentejo interior, tranquilo, rural, apacible y silencioso. A media hora de la Raya podemos parar en Serpa, un apacible pueblo rodeado de colinas, viñedos y campos polvorientos, de calles estrechas y adoquinadas y casas blancas. Es la esencia de la vida alentejana: en su corazón medieval, rodeado casi totalmente por murallas y por los impresionantes arcos de un acueducto del siglo XI, hay una placita muy agradable donde suelen citarse los ancianos a tomar el aire y el sol. No falta el castillo habitual de todos los pueblos fronterizos, con unas vistas impresionantes desde sus almenas. Serpa es famoso por la buena comida tradicional y hay varias fábricas que producen la joya culinaria local: el queso de Serpa, elaborado con cuajo de oveja. ALAMY
  • Encaramado en la punta del ancho río Guadiana, este pueblo sencillo y agradable es el último antes de entrar en España. En apenas un cuarto de hora, podemos llegar desde Ayamonte y pasearnos por su centro peatonal, que pese a su pequeño tamaño, resulta una proeza arquitectónica: en solo cinco meses de 1774, el marqués de Pombal dotó al pueblo de su distintivo y reluciente sistema de calles en cuadrícula, similar al de la Baixa, centro histórico y comercial de Lisboa, después de que el pueblo quedara destruido por las inundaciones. La plaza central lleva su nombre (Praça Marquês de Pombal) y es el animado punto neurálgico de la localidad, con calles adoquinadas que irradian desde allí. Se puede ir hasta Vila Real en alguno de los ferris que cruzan el río Guadiana cada hora desde Ayamonte, y de camino, parar en Castro Marim, un pueblo pintoresco con castillo en lo alto y un centro arbolado y evocador, con un puñado de cafés y fortificaciones impresionantes, con vistas a las salinas y a las marismas de la Reserva Natural do Sapal de Castro Marim, famosa por sus flamencos.
    14Vila Real de Santo António | Una proeza arquitectónica del Marqués de Pombal Encaramado en la punta del ancho río Guadiana, este pueblo sencillo y agradable es el último antes de entrar en España. En apenas un cuarto de hora, podemos llegar desde Ayamonte y pasearnos por su centro peatonal, que pese a su pequeño tamaño, resulta una proeza arquitectónica: en solo cinco meses de 1774, el marqués de Pombal dotó al pueblo de su distintivo y reluciente sistema de calles en cuadrícula, similar al de la Baixa, centro histórico y comercial de Lisboa, después de que el pueblo quedara destruido por las inundaciones. La plaza central lleva su nombre (Praça Marquês de Pombal) y es el animado punto neurálgico de la localidad, con calles adoquinadas que irradian desde allí. Se puede ir hasta Vila Real en alguno de los ferris que cruzan el río Guadiana cada hora desde Ayamonte, y de camino, parar en Castro Marim, un pueblo pintoresco con castillo en lo alto y un centro arbolado y evocador, con un puñado de cafés y fortificaciones impresionantes, con vistas a las salinas y a las marismas de la Reserva Natural do Sapal de Castro Marim, famosa por sus flamencos. ALAMY
  • Desde Vila Real de Santo António, en la frontera que hace el Guadiana, puede ser una tentación irresistible avanzar un poco más por la costa del Algarve hacia el oeste. Por ejemplo, 20 kilómetros más, hasta llegar a Tavira, uno de los pueblos más bonitos de la zona. Como puerto portugués más próximo a la costa marroquí, Tavira fue muy importante durante la Era de los Descubrimientos como base de las expediciones al norte de África. Tavira es perfecto para pasear por el laberinto de callejones de su casco histórico, que esconden jardines y plazas arboladas. Hay además un pequeño puerto de pesca y un moderno mercado, y a solo tres kilómetros de la costa, las magníficas playas vírgenes de la Ilha de Tavira. Las ruinas de un castillo en la cumbre de una colina, el puente romano, varias iglesias góticas y renacentistas se unen a un surtido bastante apetecible de restaurantes. Muy cerca de Tavira, a menos de 5 kilómetros, podemos descubrir la vida típica marinera del Algarve en la aldea pesquera de Santa Luzía, que viene a ser un barrio más de Tavira donde hay marisqueras que sirven la especialidad de la zona, el  polvo  (pulpo).
    15Tavira | La vida marinera del Algarve Desde Vila Real de Santo António, en la frontera que hace el Guadiana, puede ser una tentación irresistible avanzar un poco más por la costa del Algarve hacia el oeste. Por ejemplo, 20 kilómetros más, hasta llegar a Tavira, uno de los pueblos más bonitos de la zona. Como puerto portugués más próximo a la costa marroquí, Tavira fue muy importante durante la Era de los Descubrimientos como base de las expediciones al norte de África. Tavira es perfecto para pasear por el laberinto de callejones de su casco histórico, que esconden jardines y plazas arboladas. Hay además un pequeño puerto de pesca y un moderno mercado, y a solo tres kilómetros de la costa, las magníficas playas vírgenes de la Ilha de Tavira. Las ruinas de un castillo en la cumbre de una colina, el puente romano, varias iglesias góticas y renacentistas se unen a un surtido bastante apetecible de restaurantes. Muy cerca de Tavira, a menos de 5 kilómetros, podemos descubrir la vida típica marinera del Algarve en la aldea pesquera de Santa Luzía, que viene a ser un barrio más de Tavira donde hay marisqueras que sirven la especialidad de la zona, el polvo (pulpo). GETTY IMAGES