Skopje, reinvención continua
Capital de la antigua república yugoslava de Macedonia y lugar de nacimiento de Teresa de Calcuta, la ciudad refleja en sus museos un pasado convulso. Una ruta que incluye huellas sefardíes, terrazas y caravasares
Occidente en el Sur y Oriente en el Norte: un viaje a Skopje enloquece la brújula. La culpa la tiene el río Vardar que, al cruzar la ciudad, separa dos mundos: en su orilla meridional, el visitante se siente en el corazón de los Balcanes, y en la septentrional, en algún pueblo de Anatolia. Sin transición. Y es que la capital macedonia es el símbolo perfecto de un país que fue por excelencia epicentro de contactos —intercambios unas veces, enfrentamientos otras— entre Europa y Asia.
Skopje, de 670.000 habitantes, más de la cuarta parte de la población del país, que no para de reinventarse y reconstruirse. Después del terrible terremoto que la asoló en 1963, primero. Y ahora con el gran proyecto Skopje 2014, lanzado en 2010 y que se ha traducido por la construcción de decenas de monumentos, edificios y estatuas en un estilo neoclásico algo pomposo, que dista mucho de suscitar la unanimidad.
9.00 Vista de las dos orillas del Vardar
Dos alojamientos recomendables son el hotel Stonebridge (1, pincha sobre el mapa para verlo ampliado) (Kej Dimitar Vlahov, 1; http.stonebridge-hotel.com) o el Bushi Resort and Spa (2) (Kurciska, 21; www.bushiresort.com), en el barrio turco. Tras levantarnos y desayunar, empecemos la visita por el Kale (3), la fortaleza que domina la ciudad. El sitio tiene usos militares desde hace unos quince siglos: entre sus múltiples moradores castrenses estuvieron el Ejército otomano y el de la Yugoslavia de la que Macedonia se independizó en 1991. Lo más espectacular son sus muros, hoy restaurados, y las vistas a la ciudad.
10.00 El puente otomano
Ya es hora de dirigirse hasta el centro neurálgico de la ciudad: el Puente de Piedra (4), que cruza el río con sus 13 arcadas. Fue construido en el siglo XV por los otomanos. Desde allí se impone un paseo por la parte cercana de las riberas del Vardar, bordeadas de edificios oficiales (museos, ministerios, sedes judiciales), la mayoría nuevos pero con un estilo que pretende revivir los fastos del pasado. Un estilo historicista algo pretencioso y kitsch, el de un Partenón pasado por Las Vegas. Otros dos puentes corren paralelos al Puente de Piedra: uno de ellos con las estatuas de 35 artistas macedonios. Otro con más estatuas, esta vez de “personajes significativos de la historia de Macedonia y del mundo”… aunque gran parte de ellos sean desconocidos para el visitante.
11.30 Un museo sobre la soberanía
Al lado del Puente de Piedra está el Museo de la Lucha de Macedonia por la Soberanía y la Independencia (5). Inaugurado en 2011, es fundamental para entender la psique colectiva de un pueblo al que sus vecinos, principalmente Grecia y Bulgaria, se niegan a reconocer como nación. El visitante se mueve entre estatuas de cera y enormes pinturas murales que retratan la lucha de los macedonios contra todas las dominaciones: otomana, búlgara, griega, alemana o comunista. Batallas, insurrecciones, represión, torturas: el tono es militar y patriotero, propio de una comunidad nacional obsesionada en autoafirmarse.
12.30 La memoria de la comunidad judía
Del otro lado de la calle se encuentra otro museo importante: el, así escrito, Sentro Memorial del Holocausto de los Djudios de la Makedonia (6). También inaugurado en 2011, fue financiado, tras el fin del comunismo, con el dinero de los bienes de los judíos sefardíes macedonios sin descendencia. Retrata con profusión de fotos antiguas la vida de la comunidad hebrea macedonia, hasta su final abrupto en 1943, cuando 7.215 de sus miembros, es decir, la casi totalidad, fueron deportados a Treblinka por el Gobierno búlgaro aliado del III Reich. Ninguno volvió.
13.30 Música turca y árabe
Cambiemos ahora de continente al dirigirnos hacia el barrio turco, llamado Carsija (7), es decir, “lugar del mercado”. Aquí Turquía no es un vestigio, sino el presente. Mujeres con el abrigo largo y el hiyab cuidadosamente puesto recorren el dédalo de pequeñas callejuelas peatonales, donde emerge siempre el perfil de algún minarete. Los hombres toman el té o fuman el narguile en las terrazas de los cafés mientras juegan al dominó. La voz del muecín llamando a la oración se mezcla con los sonidos de música turca o árabe que salen de las tiendas. La animación es máxima en torno a los han, los antiguos caravasares donde se centraba la actividad comercial en la época otomana. Siempre abarrotada, la pequeña plaza frente a uno de ellos, el Kapan Han (8), con sus acogedoras terrazas, es el sitio ideal para almorzar. También merece la visita el Kursumli Han (9), al que dos pisos de arcadas dan un aspecto de claustro armonioso.
15.30 Un iconostasio espectacular
Antes de abandonar el barrio de Carsija se puede visitar una solitaria avanzadilla del mundo cristiano en tierras musulmanas: el monasterio de Sveti Spas (10), con su espectacular iconostasio de diez metros de ancho y seis de alto hecho de madera finamente tallada. La iglesia está semienterrada para sortear la prohibición impuesta por los otomanos a los lugares de culto cristianos de ser más altos que las mezquitas. Frente a Sveti Spas se abre la pequeña calle de Gradiste, centro de la movida de Skopje, donde decenas de chicos y chicas (algunas, con el hiyab) se toman sus copas en las terrazas de los múltiples bares.
16.30 Alejandro Magno y su caballo Bucéfalo
Tras cruzar de vuelta el Vardar por el Puente de Piedra, uno desembarca de vuelta en Europa. Primero con la plaza de Macedonia (11), dominada por una estatua marcial del héroe nacional por excelencia, Alejandro Magno (aunque el pedestal no lo nombra), sobre un caballo que caracolea. De allí se puede seguir la avenida de Makedonia (12), el símbolo de la Skopje moderna con sus tiendas a la última y las amplias terrazas de sus bares. Aquí se puede visitar el Memorial dedicado a la que es probablemente la hija más famosa de la ciudad: la Madre Teresa de Calcuta (13). Sigue gozando de la admiración de los habitantes de esta ciudad donde nació en 1910, y muchos edificios oficiales llevan a la entrada una placa que reproduce alguna de las frases que se le atribuyen.
17.30 Teleférico hacia el mirador
Ya es hora de ir en taxi al pie del teleférico que sube al monte Vodno (14), que domina la ciudad desde lo alto de sus 1.060 metros (la última cabina baja a las 19.45 horas en verano). Con la luz favorable de la tarde, la vista es espectacular, con una panorámica de 360 grados que abarca desde el valle de la capital hasta la cadena de picos nevados que la circundan.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.