Un kilómetro de puro Madrid
Entre la Gran Vía y la plaza de Santa Bárbara, la calle de Hortaleza concentra restaurantes, tiendas eróticas, hostales, terrazas y pastelerías originales
Hortaleza atraviesa el corazón de Madrid. La calle nace en Gran Vía y llega hasta la plaza de Santa Bárbara, en Alonso Martínez, 118 números y algo menos de un kilómetro después. Un espacio urbanizado con terrazas, que se consolida como nueva tendencia urbana. La calle atraviesa Chueca, dentro del barrio de Justicia, y forma una uve con la calle de Fuencarral; su hermana rica, la de las boutiques.
El recorrido comienza en el nuevo Casino Gran Vía (sucursal del Gran Casino de Aranjuez, con acceso por Gran Vía, 24). Antes de acoger mesas de blackjack, un restaurante y champañería, este poderoso edificio de 1924, obra de los arquitectos Joaquín y Luis Sainz de los Terreros, alojaba una sociedad mercantil y el palacio del conde de Santa Coloma. En este primer tramo de Hortaleza, sorprende también una pastelería para celiacos, Celicioso (en el número 3), abierta en 2012. Elaboran imaginativa bollería y tartas sin gluten. En el escaparate, lámparas de leds imitan cupcakes. Anexos, el hotel Petit Palace Ducal (en el número 3) y la antigua Librería Pérez Galdós (en el 5). Y en el número 2, la moderna Librería Letras.
La primera perpendicular es la calle de la Reina, la de las coctelerías. Pero antes de las copas, take away (comida para llevar), que abunda en esta parte de la ciudad: la mítica pizzería Vesuvio (en el número 4); el kebab Bósforos (en el 6); o el moderno tex mex Tako Away (8). Food Fusion (10) ofrece sushi y hot dogs. Y enfrente, el asiático Wok to Walk (7), rápido y con precios mínimos. En el número 9, el Horno San Onofre, clásica panadería, luce un loco escaparate con coloridos merengues. Muy cerca, Deli Coffee (15) trabaja pizzas.
Pero en Hortaleza también hay resquicios de historia a cada paso. Stop Madrid (en el 11) es una taberna de la época de Alfonso XIII con vinos, licores y ventiladores de aspa. Antiguos carteles de hostales cuelgan de las históricas fachadas. Si subimos al Hostal América, en la azotea del 19, sorprende una bohemia terraza con vistas al Edificio Telefónica. Ascensor abajo, cruzamos al café-bar Mama Inés (22), icono gay y de actores junto al tráfico y el trasiego de la avenida, que no cesa ni de noche; Chueca es zona de marcha.
Para estómagos fuertes, hay tapas en El Tigre del Norte (número 23). Entre la tienda erótica City y el japonés con sushi para llevar Makitake, aparece Oíta Café (30); una cafetería retro de alta pastelería, traída de la cercana Pomme Sucre (Barquillo, 49), del pastelero asturiano Julio Blanco. Desde 2010, atraé aquí a los amantes del dulce con sus milhojas, panetones y unos artísticos suflés en vaso de cristal. En el cruce con San Marcos, Pannus (en el 38) da desayunos. Y Tommy Mel’s (34), hamburguesas en ambiente vintage.
Dos pequeños desvíos
Nos alejamos unos metros para explorar la angosta y peatonal Pérez Galdós, que comunica Hortaleza y Fuencarral y es un ejemplo de rehabilitación del barrio. En esta perpendicular, entre terrazas, aparece la moderna peluquería Juan, por Dios! y la gelatería veneciana Bellamia. El animado gallego La Tita Rivera hace panes rellenos de pulpo. Todo vale en este epicentro cosmopolita. De vuelta a Hortaleza, en la esquina con Augusto Figueroa parada en la pizzería Il Siciliano (en el 43). Y enfrente, Café Figueroa, un clásico del ambiente. Nos escurrimos unos metros en Augusto Figueroa para descubrir los helados artesanos de Mistura (en el número 5), muestrarios de calzado y sabores de México en Pico de Gallo (en el 21). Unos pasos más abajo espera el Mercado de San Antón (24).
Seguimos por la calle que nos ocupa, dirección Norte, hasta toparnos con dos librerías: la mítica Berkana (en el 62), con 21 años de vida y 5.000 ejemplares de temática LGBTQ (lesbianas, gais, bisexuales, transexuales, queers). Y A Punto (64), librería gastronómica y escuela de cocina, con dos aulas, libros y accesorios. En este tramo también se sitúa la tienda Oliva (57), que luce lámparas de diseño, y dos propuestas gastronómicas: Kung Fu (47) un take away chino, y La Panamericana (72), cevichería latina. Al lado, en un palacete, abrió Room 007 (74), un hostal con aires hipsters. Saporem es el bonito restaurante anexo. Ambos llevan la firma del estudio Requena y Plaza. Dos tentaciones en Hernán Cortés: cómics y libros de arte y diseño en la imprescindible Panta Rhei y hamburguesas en Pecado Carnal.
El tramo más insigne de Hortaleza llega con el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (63). Asentado desde 2012 en las antiguas Escuelas Pías de San Antón, es un prominente edificio del XVIII rehabilitado por el propio COAM, a cargo del arquitecto gallego Gonzalo Moure. En el jardín interior se esconde el restaurante-biblioteca italiano Bosco de Lobos, de Tomás Tarruella y Perico Cortés, con terraza. El complejo acoge la iglesia de San Antón, patrón de las mascotas, con fachada del valenciano Pedro de Ribera. Y justo enfrente, la épica trattoria italiana Pizzaiolo (84).
La fuente seca del arquitecto madrileño Ventura Rodríguez en la esquina con Santa Brígida recuerda que aquí no hay playa. En la coqueta tienda Le Secret du Marais (en el número 75) venden perfumes naturales y originales. El tramo final gana en finura y precisión gastronómica. El Più di Prima (100) sirve alta cocina italiana. Y el kitsch Miss Sushi (108) tienta con bocados japoneses. De María (81) propone carnes a la parrilla. Y Areia (92) es un chill out urbano donde copear en horizontal.
Cae la noche, y lucen los luminosos. En una anteplaza de Santa Bárbara las cañas y tapas de Pecaditos y Cruz Blanca culminan el trayecto en sendas terrazas, bajo un grafiti de Boamistura. Los artistas urbanos dejaron su sello para Ecoalf (116), la tienda anexa de ropa urbana reciclada. Su lema: “Esta vez la basura es la buena noticia”.
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