Una de bacalao 'peinao'
El famoso submarino de Isaac Peral, las impresionantes ruinas púnicas y romanas y 80 barras para tapear y probar el típico café asiático. La ciudad murciana brilla más que nunca
El submarino lanzatorpedos de Isaac Peral pudo haber cambiado la historia de España, pero la Marina no lo quiso (poco después, ¡ay!, se perdería Cuba), y el invento genial del cartagenero acabó en una fuente del paseo marítimo de su ciudad natal, acumulando óxido y 20 manos de pintura de variados colores. Restaurado en 2013, al cumplirse 125 años de su botadura, ahora es la estrella del Museo Naval, donde se enseña reluciente y estilizado, sin tanta pintura encima, y es también el símbolo de una Cartagena renovadísima, con un patrimonio arqueológico y monumental tan pulcramente rehabilitado, y con unas arquitecturas tan modernas, que nadie diría que tiene 3.000 años.
10.00 El frente marítimo
La cara más bella de la ciudad, la que más y mejor se ha remozado últimamente, es la que mira al mar. Como nuevo luce el Museo Naval (1) (www.portalcultura.mde.es; 968 12 71 38), y eso que se aloja en un edificio del siglo XVIII que fue prisión militar (solo los agujeros de los barrotes, en las ventanas, delatan ese triste uso). Lo mismo puede decirse de las murallas de Carlos III (2), que bordean el frente marítimo desde 1766. Medio sumergido en el paseo, como una metáfora arquitectónica de los muchos pecios que abonan esta histórica costa, se halla el Museo Nacional de Arqueología Subacuática ARQUA (3) (http://museoarqua.mcu.es; 968 12 11 66; precio de entrada, 3 euros), obra de Guillermo Vázquez Consuegra. A continuación, completando este paseo de casi un kilómetro, aparece el auditorio El Batel (4) (www.auditorioelbatel.es; 968 12 38 27), proyecto de José Selgas y Lucía Cano, uno de los edificios más destacados de la arquitectura española reciente, cuyo perfil recuerda el de los contenedores apilados en los muelles. La diferencia es que este contenedor es de cultura, y sus paredes, de luminoso metacrilato. Si aún no hemos desayunado, su terraza con vistas al puerto deportivo es buen lugar.
12.00 La cubierta del Foro
Otro paseo que da gusto, alicatado de mármol y bordeado de casas modernistas, es el eje peatonal que va de la plaza del Ayuntamiento a la de España, por las calles Mayor, Puertas de Murcia y Carmen. En la primera plaza, dentro del majestuoso Palacio Consistorial (5) (fachada de mármol blanco, cúpulas de zinc, gran escalera imperial…), está la oficina de turismo (www.cartagenaturismo.es; 968 12 89 55). Y justo enfrente, el Museo del Teatro Romano (6) (www.teatroromanocartagena.org; 968 52 51 49; precio de la entrada, 6 euros), un proyecto ejemplar de Rafael Moneo que comunica a través de corredores subterráneos esta plaza con el gran edificio de espectáculos, capaz para 6.000 personas, escondido detrás y debajo de la catedral antigua. Otro proyecto modélico es el del Barrio del Foro Romano (7), unas termas y salas de banquetes con decoración pictórica que desde 2012 se exhiben arropadas por una espectacular cubierta de Atxu Amann, Andrés Cánovas y Nicolás Maruri. Podemos ver más ruinas acondicionadas con gusto (el Museo Arqueológico, el Augusteum, la Casa de la Fortuna, la muralla púnica…), pero necesitaremos no 24 horas, sino 3.000, tantas como años tiene esta ciudad que fue la Cartago Spartaria bizantina, la Carthago Nova romana, la Qart Hadasht cartaginesa y la Mastia ibérica o tartésica.
14.00 Arroz caldero y un asiático
A esta hora no hace falta mapa para dar con el puerto pesquero. Solo hay que seguir el olorcillo que emana de las cuatro freidurías que abren a su vera. Techos Bajos (8) (www.techosbajos.com; 968 50 50 20) y Varadero (9) (www.restaurantevaradero.es; 968 50 58 48) son las más apreciadas. Además de pescados y mariscos recién trincados, se ha de probar el típico arroz caldero. También típico, a pesar de su exótico nombre, es el café asiático, que se sirve en una copa especial, realizada en cristal más grueso para resistir el colapso térmico. Lleva leche condensada, brandi caliente, Licor 43, canela, unos granos de café y corteza de limón. Una especie de café-bombón-carajillo. Uno de los mejores cafés asiáticos lo preparan en El Barril del Tapeo (10) (Aire, 20), que ha ganado un concurso de tapas.
15.30 Paseo en barco o por la playa
Con la panza llena y la mente adormecida por los vapores etílicos del café, lo mejor es dejarse llevar y acunar por el barco turístico (11) que recorre la dársena natural de la ciudad ofreciendo una visión completa de la actividad portuaria y de las fortificaciones de la bahía. Otra opción es darse un garbeíllo digestivo por las playas salvajes del parque regional de Calblanque (12) (más información en www.murcianatural.carm.es), que está a 30 kilómetros de Cartagena, yendo hacia el cabo de Palos por la autovía de La Manga (salida 10).
16.30 Castillo de la Concepción
Tampoco tenemos que hacer un gran esfuerzo para subir al cerro de la Concepción, porque hay un ascensor-pasarela (otro icono de la nueva Cartagena, obra de los arquitectos Amann, Lejárraga, Cánovas y Maruri) que salva el desnivel de 45 metros desde la calle de Gisbert. En el castillo (13) nos esperan el Centro de Interpretación de la Historia de Cartagena y la mejor vista de la ciudad. En la ladera, el Museo-Refugio de la Guerra Civil (14) y el recuerdo espeluznante del Bombardeo de las Cuatro Horas, a cargo de la Legión Cóndor, el peor de los 117 que sufrió la población.
18.00 Pasión por las empanadillas
Hora de llenar la maleta con lo mejor de esta tierra. En Submarine Shop (Cañón, 6) venden vino del Campo de Cartagena y réplicas de las ánforas donde, 2.000 años ha, se transportaba. En El Vinagrillo (15) (Canales, 20), vermús, encurtidos y salazones. Y en Confitería Cavite (16) (Santa Florentina, 22), rollos escaldados y empanadillas, a las que tan aficionados son en esta ciudad. Por haberlas, haylas hasta saladas por dentro y dulces por fuera (“exploradores”, las llaman). Para llevar o para merendar, que ya toca.
21.00 Tapas y copas en primera fila
Más de 80 bares y restaurantes participan y compiten en la Ruta de la Tapa de Cartagena (www.rutadelatapadecartagena.es), un concurso de tres semanas largas —que terminó el pasado 30 de marzo— en el que el público elige la que más le gusta. Este año ganó una creación de la Tapería Ego’s (avenida de los Toreros, 5) titulada Un día en casa de la abuela: una especie de menú de miniplatos que incluye un puchero campestre, medallón de ternera a las cuatro pimientas, lomito de lenguado con almejas y gamba roja, y postre. La zona más interesante para el tapeo es el eje peatonal. Y la tapa más típica, la marinera: una rosquilla alargada con un montoncito de ensaladilla y una anchoa encima. La centenaria Bodega Nicolás (17) (Carmen, 70) tiene fama por su tortilla de guisantes y su sangre frita. El Rincón de Miguel (18) (Bodegones, 3), por sus montados. Y La Catedral (19) (plaza de la Condesa de Peralta, 7), por todo: por sus tapas (ganó el tercer premio del concurso de tapas de este año con su bacalao peinao), por sus piedras centenarias y por sus vistas al teatro romano. Tomarse una copa en su terraza, en cavea prima (primera fila) que dirían los romanos, es una experiencia histórica.
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