Tapas en la calle Sombrerería de Burgos
Aparte de los sombreros, esta vía es conocida por ser una de las zonas de tapeo más concurridas
Una calle con solera donde se pueden encontrar las mejores tapas y los sombreros borsalinos más elegantes de Burgos. Esa es Sombrerería, una de las vías más antiguas y tradicionales de esta ciudad, que comunica la Plaza Mayor con la Catedral formando una ese. Conocida antaño como calle del Caño Gordo, ya que allí manaba una fuente que proporcionaba gran cantidad de agua, calle de Panadería y de Platería Nueva, su nombre actual tiene que ver con los talleres y tiendas de sombreros que allí se establecieron a partir del siglo XIX. Precisamente bajo los primeros soportales de la calle hoy se encuentra la Sombrerería Teodoro, un vetusto negocio donde se pueden encontrar pamelas, sombreros de panamá, chisteras y hasta una boina gigantesca que adorna su escaparate desde que los burgaleses tenemos uso de razón. Entrar en la tienda es un salto atrás en el tiempo y si alguien decide adquirir un sombrero, comprobará que su caja registradora National USA, que tiene casi un siglo, sigue funcionando perfectamente.
Otro lugar emblemático de la calle es la Mercería Santos Soria, que incluso ha sido escenario del rodaje de películas como Amantes, de Vicente Aranda (muchas burgalesas recordarán el delirio que se formó allí con un jovencísimo Jorge Sanz). En esta corsetería se pueden encontrar desde las últimas novedades hasta productos vintage colgando de sus hermosos maniquís de los años 20 y un singular escaparate que se cambia cada mes.
Pero Sombrerería es más conocida por ser una de las zonas de tapeo más concurridas de Burgos, donde encontramos locales de raigambre como El Soportal, con la famosa mini hamburguesa de potro; el Froilán, donde sirven unas de las mejores patatas bravas de Burgos, que compiten solo con sus perritos calientes; o el Gaona, casi al final de la calle, que esconde un patio ajardinado y donde no hay que perderse la tapa de bacalao al pil pil.
Los domingos por la mañana, es habitual ver la calle repleta de locales y turistas tomando el vermouth en bares como el Rimbombín, donde destacan sus espectaculares alpargatas de jamón serrano; o degustando tapas de diseño en el Bocaditos; y si el tiempo acompaña, habrá cola para sentarse en la terraza de la Cabaña Arandina, donde se puede pedir su estupenda ración de calamares. Otro lugar que siempre está a rebosar es el Pecaditos, segunda apertura de la exitosa cadena burgalesa, que, ofreciendo una amplia variedad de pinchos y bebidas a precios muy convenientes, ha marcado el ritmo de las tarifas del resto de los locales de la competencia, apostando por aquello del menos es más, sin olvidar la calidad. Si el tapeo se alarga, también se puede comer en dos de los emblemáticos mesones de la ciudad, el Burgos, -donde hay que probar el pinchito de morcilla- y el Morito, con sus famosas alpargatas al gusto. Sin duda, esta es la ruta con más tradición y sabor de todo Burgos.
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