Mediterráneo adulto
LUABAY GALATZÓ, 'spa' y vistas al mar en un hotel para mayores de 16 en Mallorca
Uno de los tentáculos del conglomerado empresarial turístico Orizonia es el grupo hotelero Luabay, poseedor ya de 11 establecimientos en Canarias y Baleares. El último en inaugurarse es el antiguo hotel Galatzó, en el litoral mallorquín de Peguera, no muy lejos de Santa Ponça, remodelado con 172 habitaciones, cinco hectáreas y media de jardines, cinco pistas de tenis, 1.400 metros cuadrados de spa, dos piscinas exteriores y vistas (algo lejanas) al mar. Su acceso parece algo enrevesado, pero la indicación es buena desde la salida de la autovía a Peguera Centro. El hotel ocupa un inmueble de barandas neoclásicas, signo distintivo del establecimiento desde que abrió por primera vez, en 1975. No tan apreciado resulta, sin embargo, el cartel indicador apoyado en la cúspide. Viejuno como él solo. Para qué hablar de las sillas enteladas en el interior, del asalmonado pretérito de sus muros, de la tobera a que se asemejan sus pilares y de otras herencias de su primera etapa.
LUABAY GALATZÓ
PUNTUACIÓN: 6,5
Categoría: 4 estrellas.
Dirección: Ctra. Palma-Andratx, km 20. Peguera, Calviá (Mallorca).
Teléfono: 971 68 96 00.
Reservas: 971 07 06 06.
Web: www.luabay.com.
Instalaciones: garaje, jardín, dos piscinas exteriores, tenis, gimnasio, spa, chill out, 8 salas de reuniones (600 personas), tienda, salón, cafetería, piano bar, restaurante.
Habitaciones: 172 dobles.
Servicios: algunos cuartos adaptados para discapacitados; admite animales domésticos.
Precios: desde 80 euros, con IVA y desayuno.
Tampoco la modernización de sus habitaciones ha resuelto su ambiente penumbroso, agravado por el mobiliario de madera oscura y la sobreocupación de enseres. La luz se disfruta hacia fuera, en sus terrazas abiertas a la piscina, con el mar que se intuye a lo lejos. Porque los puntos fuertes del hotel están allí, en la piscina central con palmeras y en los terrazos ajardinados. Entre la vegetación lujuriante. O bajo los soportales que conducen a las casitas de la urbanización Vista de Rey y sus remates de barandas panorámicas sobre la costa de Calviá.
Desde el comedor exterior, iluminado por la rutilancia de la piscina, se asiste cada mañana al show cooking de una tortilla francesa con verduras. ¡Qué delicia! Lo ensombrece el hecho de que este desayuno acaba siendo sostenido con parte del bufé de la cena. Menos mal que el servicio de mesa, al igual que el de todo el hotel, disipa enseguida cualquier sinsabor con su gentileza y su buen hacer. Entre sus méritos figura el recomendar un genuino programa de animación Luabay by Orizonia, consistente en un día de playa con servicio de lanzadera desde el hotel. Y, mucho mejor, un circuito termal en el ambiente amplio, despejado y muy luminoso del spa.
En definitiva, un hotel adult only (solo para huéspedes mayores de 16 años) para los que huyen de la playa en verano, pero les produce vértigo la soledad del campo. Que aquí, en medio de todo y de nada, pueden sentir bien a gusto los aromas del Mediterráneo.

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