![](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/5BHFXN76WNLL7P4KTDWBV6L7YA.jpg?auth=6af62d3f954605e5373317e953e0d785b32d40be350ad98ccdaa6a7b52f0b241&width=414)
La infancia que lucha
Un recorrido por las batallas que libran los niños del mundo contra la violencia, la mutilación genital, el miedo, la guerra. Hoy se conmemora el 32 aniversario de la Convención de los Derechos del Niño, pero todavía queda mucho por hacer para que sean una realidad
![Rifa acaba de terminar su curso de artes marciales y aunque ella no lo sepa está aprendiendo mucho más que llaves y ejercicios. Está aprendiendo a ser una chica segura de sí misma, fuerte y capaz de hacer lo que se proponga. Al igual que ella, un total de 145 niñas de entre 11 y 16 años de aldeas remotas han recibido formación en autodefensa durante seis meses en el marco de la iniciativa Shahosh (valor) de World Vision en Bangladés.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/K2G7EDD7NBPDPHAAWNFNHHRGFY.jpg?auth=3f3469458442994cb0a892a479e44097c117bff2743036b905f5bc0f1908ce53&width=414)
![Seng es un niño de 12 años que vive en un entorno familiar vulnerable, especialmente desde que su padre se fue a trabajar a Tailandia hace cuatro meses. Todos los días se levanta temprano para ayudar a su madre con las tareas domésticas y cuidar de sus tres hermanas pequeñas. Antes de ir a la escuela, cocina y les da el desayuno. Por la tarde, va a buscar agua con su progenitora y lava los platos. Una rutina que no corresponde para una niña de su edad. Seng no tiene oportunidad para leer cuentos, pintar, cantar y jugar con sus amigos, pero si tiene tiempo para soñar: “Mi sueño es ser médico, para poder cuidar a la gente de mi pueblo".](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/BQ22RNXKHFL73NAWAXLIY4MSFE.jpg?auth=486b7fd8dabd24431c3afa09d860ab1057ee75d32f80cde5e4d0fff465ccb1f3&width=414)
![Sumaiya, tiene solo 11 años. Su familia emigró a la capital de Bangladés, Dacca, en busca de una vida mejor pero la pandemia cambió drásticamente sus planes de vida. Durante el encierro, pasaron días sin alimentos. “No recuerdo la última vez que comí carne. Solo como tenemos 'shaakh' (verduras de hoja) porque es todo lo que mi madre puede pagar”. Sumaiya es una de los miles de niños y niñas de Bangladés que actualmente viven en condiciones precarias debido a la covid.19. Se han quedado sin educación, una alimentación sana e incluso sin un techo bajo el que descansar.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/TNVX2I2TQJPVVAHG3W3ZI4NKCM.jpg?auth=b4dbd2a50c54847345aa49e08a0d03eeb8ce03aa09026ddfc2d3b2a60d05cde5&width=414)
![Tatenda es un líder juvenil en su escuela, donde trabaja junto a otros estudiantes para encontrar maneras de mejorar su centro. A sus 13 años se toma muy en serio sus responsabilidades de liderazgo porque sabe que su futuro depende de ello. Tiene muy claro los desafíos a los que se tiene que enfrentar y por eso sabe que el cambio climático es el mayor reto ahora en Zimbabue. "La sequía está causando que los niños vayan al colegio sin comer. Nuestros ríos se han secado y eso afecta a nuestras cosechas. Cuando sea mayor, quiero ser ministro para poder combatir las sequías e inundaciones". Lamentablemente, los niños más vulnerables son los que más están sufriendo las consecuencias de un cambio climático del que son poco culpables.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/66CDLSHHDRMNFJKGDQ7KLF5EDE.jpg?auth=1f303401a96ff0984e70109d9f9a2e19ce58eb6ad5f6bb4262e84038ef2acaeb&width=414)
![Cada mes en Sudán del Sur miles de niños asisten a los centros de nutrición. Se les dan paquetes de alimentos nutritivos que les salvan la vida y que les ayudan a recuperarse. John Jacob llegó al centro hace unos meses. Estaba frágil y enfermo. Hoy la cinta métrica envuelta alrededor de su brazo se ha detenido en el color verde. John Jacob es uno de los más de 87.000 niños y niñas que han recibido asistencia a través de los programas de nutrición de World Vision en Sudán del Sur. Uno de los niños que han tenido la oportunidad de sobrevivir a la hambruna.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/5GL2I2KCHBOOVBXWHMFDHXHKFI.jpg?auth=e07b79f857299f0e6811cc45fd861534c096b513ba6915d0877944265cb6cc9d&width=414)
![Un estudio de 2020 realizado por el International Justice Mission, que combate la violencia contra los niños en Filipinas, mostró que la tasa de prevalencia de la explotación sexual infantil basada en internet en este país se ha más que triplicado en un lapso de tres años. Por esta razón, Michaela, de 16 años, enseña a los jóvenes de su pueblo a identificar la explotación sexual a través de internet y las redes sociales y cómo evitarla. “La mayoría de las veces, los niños y niñas no conocen el alcance del peligro de Internet, no saben que sus imágenes pueden llegar a muchas personas en muchos países. La infancia que es explotada tiene miedo, pero no saben que hacer porque son simplemente niños”.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/KW7AIBVNVNNSBGRKVD44EAT754.jpg?auth=4a922a20c3962f5bcf49e050596131d17f5e6fb353508f9d5fe4c665c0d37c79&width=414)
![Nahomy Yasmin luce orgullosa la banda de alcaldesa juvenil de Yamaranguila (Honduras). A sus 13 años ha conseguido esta distinción tras defender los derechos de la infancia y ejercer de organizadora comunitaria. Nahomy se enfrenta a temas difíciles, que aborda sin titubear en su campaña electoral, como el matrimonio precoz y el embarazo adolescente. "Quiero ser médico y poner en marcha la primera clínica en mi comunidad. Para mí, tener una educación significa que puedo cuidar de mi familia y mis vecinos, especialmente de mis abuelos y mi padre, que se han sacrificado tanto para darme oportunidades".](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/HARNZBSXMVK65FLDJF2CCP4CXE.jpg?auth=8f421216817599a712d6bf47e48e462858fdc7fb77c3c47503bdb6a7fa2d54fe&width=414)
![Un niño sin nombre, sin estar registrado, es un niño sin futuro. Roslinda vive en Sumba Orienta (Indonesia)l y desde allí defiende los derechos de los niños y niñas de su comunidad, para que tengan acceso a la educación y para que existan normas de protección de la infancia contra la violencia. Sin embargo, nada de esto es posible si no son registrados al nacer, si no cumplimos con ese derecho pasan a ser niños olvidados, transparentes, niños que no existen. Por eso uno de las grandes batallas que libra a sus 15 años Roslinda es conseguir que los niños de su comunidad obtengan certificados de nacimiento, ya que es una documentación necesaria para acceder a la educación y la sanidad. Actualmente, las tasas de posesión de certificados de nacimiento han aumentado del 20% al 100% para unos 250 niños en Kombapari.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/WFKLHBXLW5OGBITCLXBXLVF5SM.jpg?auth=9da49202c0a4d61492f97daab00b919536d5bb58f4eadc70ab105ce724545d44&width=414)
![Ashika, de 13 años, es una de los millones de niñas que viven con las consecuencias de haber sufrido abusos sexuales. Lamentablemente, la covid-19 en muchos hogares ha sido mucho más que una crisis sanitaria y precisamente este tipo de agresiones se han visto agravadas por los confinamientos durante la pandemia. En los primeros días de confinamiento se registraron en La Línea Nacional de Ayuda a la Infancia del gobierno central de la India, casi 22.000 llamadas al día. Ella también ha denunciado.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/RCV52DEOKFOODIFB72GJWQPVKE.jpg?auth=77a89913abcc9ce189f195744a506733b5afd89d1a65a5fa8e3ce05c0b5038cc&width=414)
![Los manglares son esenciales en la defensa natural de las costas, los pantanos y para las poblaciones de peces, ya que les ofrecen un espacio para la cría. Benedict, un alumno de la escuela primaria de Malmal (Papúa Nueva Guinea), posa con una semilla de mangle que acaba de plantar, "cuidaré de mi árbol, de mi pueblo y de mi escuela". Estos pequeños proyectos con los niños son mucho más que plantar una semilla, es enseñar a la infancia a cuidar el mundo en el que viven y hacer de la lucha por el cambio climático una prioridad.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/M3TIJAKC4RMRXCCOUWTWLL5XPI.jpg?auth=06e823d13cd342883e0a158cbdd7d80d0c33996ca8c3b2fb336256086ae01699&width=414)
![“Mi madre me contó que le habían obligado a casarse a los 13 años. Esto sucede porque mucha gente en Bangladés piensa que las niñas somos una carga”, nos cuenta Dola. La propia Dola estuvo a punto de sufrir la misma suerte a los 12 años cuando los miembros de la comunidad insistieron en casarla con “un chico muy bueno”. Dola tuvo la suerte de contar con una mujer empoderada a su lado, su madre se negó a que su hija pasase por lo mismo que ella había sufrido. Hoy Dola ha llevado su lucha contra el matrimonio infantil hasta las Naciones Unidas donde declaró: “Las niñas no somos una carga”.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/YUNXVJXTSFM3DL6ASTUTEEGSB4.jpg?auth=d6b84568d091fa5d0fb7706fc54a217ac811d12950663f10b1d23e380d0c292a&width=414)