14 fotosLos milenarios pescadores de mareasDecenas de mariscadores gaditanos mantienen vivo en Chipiona y Rota un curioso arte de pesca basado en capturar a los peces en corrales con la bajamarJuan Carlos ToroJesús A. Cañas27 dic 2019 - 13:52CETWhatsappFacebookTwitterLinkedinCopiar enlaceCuando la marea baja, los mariscadores se lanzan a los corrales de Chipiona y Rota para capturar con garfios, redes o sus propias manos, las especies que quedan atrapadas en los enormes cercos de piedra de los corrales. Francisco González ‘El Cosco’, de 47 años, es uno de los responsables o catadores del conocido como corral Nuevo, ubicado en la playa de Las Canteras. El gaditano lanza la tarraya (red redonda) con la que intenta pescar algo.JUAN CARLOS TOROJosé Manuel González, catador del corral Mariño, y su compañero Antonio González reparan la construcción, a golpe de martillo y piedras insertadas a presión. Los corrales de pesca están constituidos por una pared principal de piedra ostionera y moluscos de variable altura y anchura. Cuanto más alejados están los muros de la orilla, su anchura crece un máximo de unos tres metros y unos dos metros y medio de altura.JUAN CARLOS TOROHasta nueve corrales sobreviven en Chipiona, gracias a la asociación Jarife, cuyos socios los mantienen de forma desinteresada. El secretario de la entidad, Raimundo Díaz, explica que la construcción de estas estructuras data, al menos, del siglo III después de Cristo. La entidad tiene documentado que esta forma de pesca a pie también se ha dado el sur de Francia, Japón o Hawai. “Nuestra singularidad es la forma de construir el corral y que lo mantenemos vivo”, apunta Díaz.JUAN CARLOS TOROLa pesca en los corrales sigue unos principios inalterables en los siglos. Cuando la marea alcanza su pleamar, sea de día o de noche, el primero en entrar en la estructura es el catador o catadores, como estos del corral Mariño. Con sus francajos o tridentes, intentan capturar las especies que quedan atrapadas y las introducen en sus bidones. Tras ellos, pueden acceder el resto de mariscadores.JUAN CARLOS TOROAunque antes los corrales eran fuente de valiosas capturas, ahora están esquilmados por los grandes barcos de pesca a su alrededor. En el de Mariño, los catadores han tenido suerte al hacerse con un pulpo, ya poco comunes. Almejas, albures, rascacios, mojarras, doradas, cangrejos de pelo o lapas son algunas de las especies de pescados y mariscos que pueden aparecer en el interior de estas estructuras de piedra.JUAN CARLOS TOROEn los corrales, todo tiene un alto componente artesanal. Cuando las mareas son grandes, los mariscadores aprovechan las dos bajamares del día para pescar. Si esta bajada coincide con la noche, los pescadores tienen que salir con linternas fabricadas por ellos mismos. González, del corral Mariño, porta la suya, junto a otros instrumentos realizados por él mismo como el ‘francajo’ o el bidón donde echa el pescado.JUAN CARLOS TOROAndrés Sampalo Lozano es el catador del corral Cabito. Hoy ha tenido suerte, ha capturado un ejemplar de lisa con su ‘francajo’. Sampalo es uno de los grandes defensores de este arte de pesca que solo se mantiene vivo gracias al esfuerzo desinteresado de aficionados como él. Son el último eslabón de una tradición milenaria cuya propiedad estuvo en manos de la nobleza y la Iglesia en el pasado. Hoy, la propiedad de los corrales es pública, aunque gestionado en Chipiona por Jarife.JUAN CARLOS TOROLos pescadores a pie de Jarife tienen autorización pública para pescar todo lo que entre dentro de los corrales, siempre que cumpla las tallas mínimas. Sin embargo, estos aficionados se quejan de los mariscadores que, en los alrededores de los corrales, también intentan hacerse con capturas, sin permiso ni licencia alguna. “Mantenemos un bien patrimonial. Luchar contra el ilegal es muy difícil”, denuncia Díaz.JUAN CARLOS TOROFrancisco González ‘El Cosco’, de 47 años, ha conseguido capturar un ejemplar de garriento. Es segundo catador del corral Nuevo, ubicado en la playa de Las Canteras de Chipiona. “Es una tradición que me viene de mi padre. A él le vino de mi abuelo. La prioridad es de los catadores porque para eso mantenemos las piedras. Se coge de todo, pero lo normal es no coger nada”, comenta el chipionero con sorna.JUAN CARLOS TOROAndrés Sampalo faena de noche en el corral Cabito en el que es catador. El faro de Chipiona, el más alto de España, domina la escena en las frías aguas de la bahía de Cádiz. Jarife ha conseguido que en Chipiona los corrales sigan activos, pese a que en los setenta muchos de ellos estuvieron a punto de desaparecer al quedar abandonados.JUAN CARLOS TOROEn el pasado, hubo corrales en El Puerto de Santa María o Cádiz, pero los temporales y la falta de mantenimiento hicieron que se perdieran. En Chipiona la Demarcación de Costas de Andalucía-Atlántico -dependiente del Estado- realizó amplias labores de recuperación. Posteriormente, ha sido Jarife quien se ha encargado de mantenerlos en perfecto estado, pese a que con cada tempestad sufren daños que deben ser reparados de inmediato.JUAN CARLOS TOROAunque no son mayoría, también hay mujeres que mantienen viva la tradición. Beatriz González, de 28 años, es la tercera generación de mujeres pescadoras a pie en su familia. “Desde que tenía cuatro años mi madre me traía a las mareas, aunque yo soy más espabilada que ella”, bromea la joven antes de lanzarse al corral. Su hijo Isaac, que la acompaña en la tarea, garantiza un nuevo González dedicado a este arte.JUAN CARLOS TOROHace siglos que los corrales de pesca eran una actividad económica tan pingüe que apenas había flota de barcos en la ciudad. Hoy ya es solo una afición que apenas da para autoconsumo, en los días en los que se coge algo. Es lo que hace Beatriz González, sin trabajo ni salario fijo. “Le echo mano a todo lo que sea. Soy una buscavidas que no tiene dinero para aburrir, sino para vivir”, sentencia la joven.JUAN CARLOS TOROLa paciencia es una virtud que se cotiza al alza dentro de un corral. En Mariño, su catador avanza con calma mientras alumbra con su linterna. La mera brisa marítima dificulta contemplar lo ocurre bajo el agua. Por ello, los pescadores a pie rocían el agua con un poco de aceite para así poder contemplar lo que se mueve bajo la superficie. Luego, los mariscadores son rápidos y precisos para intentar llevar su captura a buen término.JUAN CARLOS TORO