Enrique Iglesias vuela en Madrid respaldado por su familia
Su madre, Isabel Preysler, y cuatro de sus hermanas acuden a su concierto en el WiZink Center
Volaron bragas, tangas y chupitos de tequila mientras la familia bailaba con la misma alegría desmesurada del hijo pródigo: Enrique Iglesias. Volaron también besos, como el que el hijo menor de Julio Iglesias e Isabel Preysler le propició a un par de fans que casi mueren de paro cardíaco y el pabellón rompió a rabiar. Muchas y muchos querían ser esa fan. Volaron manos tocando partes bajas y algunas más altas mientras la estrella del pop, caracterizada con su peculiar gorra, se bañaba de público. Y volaron letras, que se le olvidaron en mitad de todo el espectáculo de luces, fuegos, humos y decibelios. Decibelios, sobre todo. Debieron meter en una pesadilla interminable a Greta Thunberg todavía por Madrid. En Súbeme la radio, debió saltar la alarma en la ONU, aunque, cierto es, que bailaba hasta el apuntador.
Ya minutos antes de empezar el concierto, el WiZink era como una discoteca en la que el dj iba comentando los pasos de Enrique Iglesias entre bambalinas. “Enrique acaba de llegar a los camerinos”, gritaba Dani Romero al ritmo machacón de su sesión nocturna en un pabellón que se iba llenando con el fin de ver a su ídolo, uno de los artistas españoles más internacionales y exitosos con más de 180 millones de discos vendidos en todo el planeta. Cifras superables por pocos en España, entre ellos su padre, Julio Iglesias, con más de 300 millones de álbumes vendidos.
“¡Vamos Madrid! ¡Que nos oiga gritar Enrique!”, voceaba con un reguetón contagioso para las primeras filas del pabellón, que no paraba de bailar y agotó sus 16.500 entradas para recibir a Enrique Iglesias en su único concierto en España y después de la última visita en 2017 en una actuación en Santander donde fue abucheado por su falta de voz y por tocar solo 10 canciones, en un perfil bajo y rozando lo vergonzante. El menor de los hijos de Julio Iglesias e Isabel Preysler acabó pidiendo perdón por aquel concierto y se excusó porque estaba “muy nervioso” de regresar a España. Anoche, aunque empezó con media hora de retraso, fue mejor. Entre el jolgorio, Enrique Iglesias dio muestras de mucho sentido del espectáculo y una voz ecualizada que ni los dibujos animados.
Había expectación en la familia por volver a ver a Enrique. Estuvo arropado especialmente por su madre, Isabel Preysler, que estaba en uno de los palcos y anunció días antes que no se perdería el concierto de su hijo por nada del mundo. Ya por la mañana, Tamara Falcó, su hermana, compartió una fotografía en su Instagram en los ensayos. “Ready for tonight (Preparada para esta noche)”, escribió la diseñadora. Mover el esqueleto en el concierto de su hermano ha sido una buena forma de celebrar su reciente victoria en el concurso televisivo MasterChef Celebrity. Es tanto el chute de fama por el programa televisivo que Tamara, que no paró de subir stories del concierto en Instagram, era la otra estrella. Por el palco Vip también se dejaron ver Ana Boyer y Fernando Verdasco.
La familia Iglesias se multiplica como en esas fiestas en la que aparece gente nueva de las habitaciones. Llamó la atención la presencia de Victoria y Cristina Iglesias. Las gemelas son hijas de Julio Iglesias y Miranda Rijnsburger y, por lo tanto, hermanas por parte de padre de Enrique Iglesias, quien a veces duda de cuántos hermanos tiene. Según cifras oficiales de la familia, son 10 hermanos, aunque también podrían ser 11, dependiendo de si Javier Sánchez Santos, de 42 años, termina entrando en el recuento final, aunque sea por la puerta de atrás. Un juez valenciano ha reconocido la paternidad de Julio Iglesias en este caso, pero el artista ha recurrido la sentencia. Javier Sánchez Santos es ahora hermano, pero podría tener fecha de caducidad. Si el año que viene el recurso se resuelve en su contra, estará fuera del árbol genealógico.
Este sábado por la noche, al menos, unos cuantos oficiales volaron con Enrique, bailando todos sus éxitos como en una fiesta familiar gigantesca y donde todo valía.
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