Las confesiones de Justin Bieber sobre su historia de amor con Hailey Baldwin
El artista desvela que su esposa le ha dado la estabilidad que buscaba desde niño y que por ella rompió un año de celibato autoimpuesto
Justin y Hailey Bieber se asoman este mes a la portada de Vogue USA fotografiados por la célebre Annie Keibovitz para hablar de su historia de amor y contar sus planes, que pasan por organizar una gran fiesta para celebrar el matrimonio que celebraron en la intimidad el pasado otoño. Aunque cumple 25 años el próximo mes, Justin Bieber cree que sus noches de excesos documentadas sin piedad han quedado atrás ahora que es un hombre casado.
En esta nueva etapa Bieber cultiva su vida espiritual. Cuando recibe a la revista acaba de regresar de un retiro intensivo de terapia de grupo de una semana de duración. "Te sientas en una colchoneta, pones una almohada y le das una paliza a tu pasado. Superé el hecho de que mi madre estuvo deprimida gran parte de mi vida y mi padre tiene problemas de ira. Cosas que pasaron y con las que estoy enfadado", cuenta el cantante. En este viaje espiritual está acompañado de Hailey.
Han pasado más de dos años desde que se habló en una larga entrevista para Vogue, en torno al lanzamiento de su cuarto (y más reciente) álbum de estudio, Purpose. Fue un momento en el que se encontraba inmerso en una gira que muchos calificaron como "gira de disculpa", un período en el que parecía afirmar que había dejado atrás su mal comportamiento. Pero después de realizar más de 150 conciertos en 40 países en 16 meses para Purpose, en el verano de 2017 canceló los últimos 14 shows. "Me deprimí mucho en la gira", recuerda. "No he hablado de esto, y todavía estoy procesando muchas cosas que no he contado. Estaba solo. Necesitaba algo de tiempo".
Justin y Hailey se conocieron en el programa de televisión Today en 2009, para el que su tío, el actor Alec Baldwin, le había regalado entradas. Su padre, Stephen, y la madre de Justin, Pattie Mallette entablaron una amistad que conectó a sus hijos, aunque al principio sin mucho entusiasmo. Hailey niega una versión que ha circulado que la pinta como una Belieber (el nombre que se utiliza para el ejército de admiradoras que siguen a Justin). "Nunca fui un superfan, ni de él ni de nadie", afirma Hailey Baldwind. “Nunca he sido esa cosa loca y gritona".
La verdad es que la pareja no desarrolló una verdadera amistad hasta unos años más tarde, cuando Hailey comenzó a asistir a los servicios en Hillsong, una iglesia pentecostal fundada en Australia en 1983 a la que ambos pertenecen. "Un día, Justin entró en Hillsong y me dijo: 'Oye, te hiciste mayor'. Yo dije: 'Sí, ¿qué pasa?' Con el tiempo, se convirtió en mi mejor amigo, pero no estábamos saliendo [románticamente]".
Hace tres años salieron brevemente, y las cosas no terminaron bien. Pero en junio de 2018, se encontraron en una conferencia en Miami organizada por Rich Wilkerson Jr., el pastor de la Iglesia Vous, quien fue el encargado de oficiar el matrimonio de Kim Kardashian y Kanye West. “El denominador común, es siempre iglesia. Para entonces ya habíamos pasado el drama. Solo le di un abrazo. Al final de la conferencia, él estaba como, "No vamos a ser amigos". Yo estaba como, "¿No lo somos?". En un mes, él le dio un enorme anillo de diamantes en forma de óvalo.
"Soy el emocionalmente inestable", dice Justin. “Lucho por encontrar la paz. Siento que me importa mucho y quiero que la gente me quiera. Hailey es muy lógica y estructurada, lo que necesito. Siempre quise la seguridad: cuando era niño mi padre se iba a veces. Con el estilo de vida que vivo, todo es muy incierto. Necesito algo que sea seguro".
El verano pasado, después de años como nómada, Justin compró una casa en las afueras de Toronto. La pareja se instaló allí en septiembre. Ahora también se ha sabido que cuando la pareja se volvió a encontrar, Justin había permanecido más de un año en un celibato autoimpuesto. Tenía lo que él llama "un problema con el sexo". Era lo que quedaba de sus vicios, una adicción que hacía mucho que había dejado de proporcionarle algún tipo de placer. Decidió que no tener relaciones sexuales era una forma de sentirse más cerca de Dios.
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