Un café con Villarejo
Adoraba mi carpeta del instituto. Algo parecido le debe pasar al excomisario, viendo la manera en que abraza a la suya; lleva años abrazándola, puede que incluso duerma aferrado a ella
La decoración de mi carpeta del insti seguía un criterio, no era consecuencia de ningún batiburrillo puberal, había fotos de: Michael Jordan, el Che Guevara, Samantha Fox, las lagunas de Ruidera, Naranjito, Míguel Bosé, Schwarzenegger, Nuréyev, Esteso, un chimpancé vestido de botones, Einstein sacando la lengua, Butragueño y Charlot. En esta última, además ,había un texto que acompañaba a la imagen: “Si lloras porque no has visto el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas” (frase que, a la postre, se ha convertido en mi lema vital si bien nunca la he entiendo del todo).
Yo era un adolescente callacuezo, muy inseguro y, durante todo el trayecto al centro educativo, la llevaba bien estrechada contra mi pecho; como si fuera un parapeto. Y los cuchicheos y las risitas que oía al pasar me daban igual; y si un balón extraviado impactaba en mi cara, sonreía porque tenía mi carpeta y ella, de alguna forma, me protegía y no dejaba que me afectara lo malo... no, no, no pa fuera lo malo, no, no, no.
Adoraba esa carpeta.
Algo parecido le debe pasar a José Manuel Villarejo, viendo la manera en que abraza a la suya; lleva años abrazándola, puede que incluso duerma aferrado a ella.
Ahora que sacan el tema del excomisario, cuando salga de la cárcel, qué difícil le va a resultar quedar con un amigo a tomar un café. La conversación puede que sea así:
-Hola, M, ¿qué tal? ¿Sabes que acabo de salir del trullo?
-Sí, algo he oído.
-Me gustaría que quedásemos, charlar, ponerme al día...
-No puedo, tío.
-Pero si no te he dicho ningún día.
-Ya... pero me pillas muy liado.
-No M, no pienses mal, solo quiero hablar con alguien, he pasado una mala racha, necesito desahogarme...
-Ya, si es que no puedo, de verdad.
-¡Macho! Todo el mundo me está diciendo lo mismo.
-Te tengo que dejar, que voy por un túnel.
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