Relato de uno de los días más sangrientos en Palestina
Sólo en un día, el 14 de mayo, se registraron 2.271 heridos en la Franja de Gaza, frontera con Israel. Estos son los recuerdos de algunas de esas víctimas y de los médicos que les atienden en una de las zonas más peligrosas del planeta
Mohammed, de 28 años, recibió un disparo durante una manifestación hace siete meses. Es uno de los centenares de palestinos que viven con una herida de bala en el cuerpo. Fue en una protesta de la Gran Marcha del Retorno, una serie de movilizaciones que comenzaron a convocarse en la frontera con Israel en la Franja de Gaza desde el 30 de marzo. "Nunca olvidaré en concreto un lunes: el 14 de mayo", relata el doctor de Médicos sin Fronteras (MSF) Mohammed Abu Mughaiseeb. "Las autoridades locales de salud registraron un total de 2.271 heridos en solo un día. Esta cifra incluía a 1.359 personas alcanzadas por munición". Lo que sigue son algunas historias contadas en primera persona de las víctimas y los médicos que viven y trabajan y sufren en una de las zonas más peligrosas del planeta: la Franja de Gaza
1. ¿Mi esperanza para el futuro? No tengo ninguna esperanza”
"Sabía que era peligroso, pero fui de todos modos. Iba de camino al trabajo y al final, en el último momento, cambié de opinión y decidí ir a la manifestación. Estaba con unos amigos y uno de ellos también resultó herido. Estaba allí parado cuando me dispararon. Sentí como la bala destrozaba mi hueso. Mi amigo intentó encontrar los fragmentos, pero no lo logró. Tengo el nervio dañado. En aquel momento, no dejé que nadie se me acercara, porque era demasiado peligroso. Después llegó la ambulancia y me llevaron al hospital", cuenta Mohammed.
"Hasta ahora, me he sometido a seis operaciones, incluyendo las operaciones de desbridamiento y una para cerrar la herida. Tras estas, me dijeron que quizás tendrían que amputarme la pierna. Al principio, iba cada día al centro médico de Médicos Sin Fronteras (MSF) para recibir el tratamiento. Ahora voy tres veces por semana a sesiones de fisioterapia y a que me cambien los vendajes. Después de las sesiones, me siento mejor. Los espasmos disminuyen y puedo mover los músculos con más facilidad.
Vivo con mis padres. Cuando trabajaba era diferente, ya que tenía algo de dinero y podía ayudar en casa. Pero ahora son ellos quienes me cuidan lo mejor que pueden. Es duro. Ya han pasado cuatro meses desde que me dispararon. Espero obtener un visado para ir al hospital de cirugía reconstructiva de MSF en Amman (Jordania). Allí podré recibir un injerto óseo, ya que los cirujanos cogerán un hueso de mis costillas o mi pierna y lo colocarán donde estaba el hueso que me destrozaron.
"Lo más complicado es que un nervio está completamente cortado"
Abu Hashim es fisioterapeuta de MSF en Gaza: "El hueso de la pierna derecha de Mohamed está roto por varias partes. Las fracturas de este grado se producen después de un traumatismo de alto impacto y una fuerza considerable. El tejido blando y el hueso han quedado destrozados. También se ha sometido a un injerto de piel. Pero lo más complicado de la lesión es que su nervio peroneo común está completamente cortado, lo que hace que su pie caiga, con lo cual no puede caminar correctamente y podría contar con una discapacidad de por vida. Tendrá que usar un bastón para mantener el pie en alto. Los nervios de su pierna también están infectados. Las sesiones de fisioterapia son muy dolorosas para él, pero es vital que las haga para evitar la rigidez articular y para mover los músculos".
Ahora sufro de insomnio: duermo unas horas y luego me despierto por el dolor. Si pudiera recuperar la pierna tal y como la tenía, entonces tal vez podría volver a trabajar y tener un futuro. Pero si no, no tendré nada. Mi recuperación llevará más de un año y medio. Todavía tengo fragmentos de bala dentro.
Soy como todos los palestinos: hemos tenido muchos conflictos con Israel y esto no tiene fin. Me manifesté en la frontera porque es nuestro derecho y esta es nuestra tierra. Solo fui con ese propósito. Ahora mismo impediría que fueran amigos o familiares a las manifestaciones del viernes por todo lo que he sufrido".
2. “Cuando duermo, siento como si unos cuchillos se movieran dentro de mi pierna”
Eyad, de 22 años, recibió un disparo en la pierna durante una manifestación. Necesita un injerto de hueso y una cirugía reconstructiva que actualmente no es posible realizar en la Franja de Gaza. Ha sido aceptado para recibir tratamiento en el hospital quirúrgico especializado de Médicos sin Fronteras (MSF) en Amman (Jordania), tras un proceso largo y difícil, y que a menudo termina con una negativa.
"Recuerdo el día en que me dispararon: la bala entró en mi pierna como una inyección. Luego sentí una sensación de calor en mi otra pierna. Miré hacia abajo y vi mucha sangre. Dolía muchísimo. Después de que la bala entrara comencé a temblar y sentí como si una descarga de electricidad estuviera recorriendo mi cuerpo. Pensé que iba a perder la pierna.
Fui a las manifestaciones porque amo a mi país e intento defenderlo. Quería mostrar a todos que tenemos derecho sobre nuestras tierras y a recuperar nuestros hogares. La manifestación fue pacífica. Pero entonces el ejército israelí comenzó a disparar. Sabía que iba a ser peligroso, así que asistí solo. No quería ver a ninguno de mis amigos herido o muerto. Quería liberar nuestra tierra, nuestro hogar, nuestros lugares sagrados. Israel puede tomar todo lo que quiera; yo solo quiero que nos devuelvan nuestra tierra.
Mi madre intentó convencerme para que no fuera y me rogó que me quedara en casa. Llamó a mis abuelos para que intentaran persuadirme. Pero no pudieron detenerme. Estaba decidido. Desde que me dispararon he tenido problemas para dormir. Cuando duermo, siento como si unos cuchillos se movieran dentro de mi pierna y que hay electricidad recorriendo mi cuerpo. No me muevo mucho, no salgo, sólo lo hago si debo hacerlo. Es muy doloroso.
Acudo a la clínica de MSF en Gaza tres veces a la semana para cambiar mis vendajes y para hacer mis sesiones de fisioterapia. Empecé a mejorar después de la primera operación de desbridamiento para limpiar la herida de sangre infectada. He pasado por seis más, incluyendo la aplicación del fijador externo para estabilizar el hueso y un injerto de piel.
En Jordania, un cirujano plástico tratará de reconstruir mi pierna a través de un injerto de hueso. Cuando escuché que querían enviarme allí, tuve mucho miedo porque pensé que el ejército israelí no me dejaría salir de Gaza y que tendrían que amputarme la pierna. Pero cuando escuché que el hospital de Amman me había aceptado, comencé a recuperar la esperanza. Comencé a ver que las cosas podrían terminar bien. Ahora solo espero saber si me permitirán salir de Gaza.
Soy músico, no es una profesión rentable pero amo tocar instrumentos como la batería y la flauta. He perdido amigos, la habilidad de salir y moverme como antes. Me resulta difícil tocar mis instrumentos. He perdido todo. Mi única esperanza es volver a ser como antes; pero sé que eso no sucederá. Ya no puedo nadar, ni jugar al fútbol. Solo espero que con las cirugías adicionales pueda caminar de nuevo sin ningún dolor.
Mis amigos siguen asistiendo a las manifestaciones. Uno de ellos recibió un disparo y ahora tiene casi la misma herida que yo. Otro amigo, que me ayudó, ahora está muerto. Estoy intentando convencer a la gente de que no vaya a las protestas porque no quiero que experimenten el mismo dolor que yo.
Como palestinos, queremos que estas protestas sean pacíficas. Pero Israel ve esto como una violación de su libertad. Todo lo que queremos es volver a nuestras tierras. Protestamos para mostrar a todos que somos árabes, que estamos todos juntos en esto y que nos apoyamos mutuamente".
3 y 4. Nueve años y herido por una bala
El 13 de abril de 2018, Mohammed (nueve años) y su padre fueron a una manifestación. Estalló la violencia. El ejército israelí disparó y una bala atravesó la mano del hombre antes de herir al niño. El proyectil entró por la parte trasera de su rodilla y salió por la delantera.
El pulgar del padre fue amputado y Mohammed, que ya se ha sometido a múltiples operaciones, necesita más cirugía para tratar de reparar el nervio dañado en su rodilla. La lesión lo dejó con el pie caído, con lo cual no puede caminar sin ayuda. El niño también tiene muchos problemas para dormir debido al dolor. El padre de Mohamed era conductor, pero al perder el pulgar se le hace difícil trabajar. Al pequeño le gustaría ser óptico cuando sea mayor. Padre e hijo acuden a la clínica de MSF en Gaza tres veces por semana para recibir sesiones de fisioterapia extensa.
Mi único sueño es poder ir al colegio. Con eso sería feliz
Otro niño de la misma clínica y mismo nombre, Mohammed, sufrió un destino semejante. Este, de doce años, resultó herido el 14 de mayo de 2018, cuando acudió a una de las protestas semanales del viernes en la frontera entre Gaza e Israel. “¿Por qué fui a la manifestación? Fui a divertirme con mis amigos. No sabía que sería tan peligroso”, responde Mohammed.
Él recibió un disparo en ambas piernas. Una bala hirió su pierna derecha y otra su muslo izquierdo. Tiene heridas de entrada y salida en ambas piernas.
"Gracias a Dios, mi herida está sanando", cuenta mientras espera una sesión de fisioterapia. A Mohammed le gusta ir a la clínica: “Cuando sea mayor, me gustaría ser enfermero, después de ver cómo me han ayudado aquí. Mi único sueño es poder ir al colegio. Con eso sería feliz”.
La madre de Mohammed relata aquel día: “Sabía que iba todos los viernes a las manifestaciones, pero pensaba que estaba a salvo, bastante lejos de los otros cientos de personas. Me horroricé cuando me enteré de que él había estado en el frente, cerca de los soldados. Escuché que estaba herido y fui directamente al hospital. Tengo cinco hijos: el mayor tiene 16 años y el menor tiene 10. No tenemos mucho dinero y mi esposo espera que Mohammed trabaje y gane dinero para ayudar a la familia”.
El niño se quedó en el hospital durante un mes para recuperarse de las heridas de bala en las piernas. Una semana después de que volviera a casa, su padre lo presionó para que fuera a trabajar. Recolectan productos para venderlos en el mercado.
“Veo como sufre mi hijo. No puede descansar ni recuperarse, ni ir a sus citas médicas de MSF. Cuando trabaja con su padre, se va durante doce horas o más al día. Y cuando vuelve, no puede afrontar el trabajo como los demás. Todavía necesita recuperarse de sus lesiones y tiene problemas para dormir, porque sufre ataques de pánico durante la noche. Durante el día es cuando puede dormir mejor. El sueño que tienen todas las madres en Gaza es ver a su hijo con una mochila y un uniforme. Pregunté en el colegio si Mohammed podía inscribirse, pero dijeron no podía sin el uniforme, y no podemos pagárselo”.
5. "Los últimos meses han sido los más difíciles y los estoy comparando con los periodos de guerra”
"Un médico de Gaza como yo, que ha trabajado y vivido aquí toda su vida, sabe lo que se puede aguantar. Pero está siendo increíblemente difícil afrontar el gran volumen de heridos que están llegando desde la valla los últimos meses", cuenta el doctor Mohammed Abu Mughaiseeb.
"El 14 de mayo me encontraba con un equipo quirúrgico en el Hospital Al-Aqsa, uno de los principales centros de la Franja de Gaza. A las tres de la tarde empezamos a recibir a pacientes que llegaban de las manifestaciones: más de 300 heridos en menos de cuatro horas. Nunca habíamos visto algo así…
Había pacientes haciendo fila para entrar al quirófano. Los pasillos estaban colapsados. Los pacientes lloraban, gritaban y sangraban. No importaba cuántas personas éramos, ni lo duro que trabajáramos, no había manera de lidiar con tantos heridos. Era demasiado. Una herida de bala tras otra. Nuestro equipo trabajó durante 50 horas apoyando al Ministerio de Salud. Todo aquello me recordó a la guerra de 2014. Pero en realidad, nada puede prepararte para una situación como esta.
¿Cuál es la situación hoy? Cada semana llegan nuevos casos de trauma. La mayoría son hombres jóvenes con heridas de bala en las piernas que podrían causarles discapacidades que cambiarán sus vidas. Las estructuras médicas en Gaza están colapsadas por la alta demanda de servicios y los constantes recortes. Los pacientes de MSF siguen aumentando. Estamos tendiendo a alrededor del 40% del total de heridos de bala en esta área.
A las tres de la tarde empezamos a recibir a pacientes que llegaban de las manifestaciones: más de 300 heridos en menos de 4 horas. Nunca habíamos visto algo así
Pero cuanto más avanzamos en el tratamiento, más vemos la complejidad de lo que es necesario que se haga. Es complicado médica y logísticamente. Una gran parte de nuestros pacientes necesitan intervenciones quirúrgicas especializadas para reconstruir sus extremidades. Esto conlleva múltiples cirugías, pero hoy por hoy éstas no son posibles en Gaza.
Lo que más me aterra es la osteomielitis: una infección profunda del hueso. Si no se trata, puede provocar heridas que no se curan y que aumentan el riesgo de amputación. Estas infecciones deben tratarse lo antes posible. Es muy duro solo pensar en lo que podría suponer una amputación para estos jóvenes.
Esta infección no es fácil de diagnosticar y actualmente no hay ningún centro médico en Gaza con capacidad para analizar e identificar muestras de hueso. MSF está trabajando para establecer un laboratorio de microbiología aquí, proporcionando suministros y también capacitación. Pero incluso entonces, una vez que seamos capaces de identificar la infección, el tratamiento requiere un largo y complejo tratamiento con antibióticos. Además de repetidas intervenciones quirúrgicas.
Por todas partes veo hombres jóvenes con muletas, con fijadores externos en sus piernas o en sillas de ruedas. Se está convirtiendo en algo normal. Ellos siguen sonriendo y viven día a día asumiendo su lesión. Pero como médico, sé que sus pronósticos a largo plazo son graves.
Hablar con un paciente, un hombre joven, sabiendo que podría perder su pierna como resultado de una bala que le ha destrozado el hueso y su futuro, y escucharlo preguntar '¿volveré a caminar como antes?', es muy duro. Sé que debido a la situación en la que estamos trabajando, tendrá dificultades para volver a hacerlo. Y tengo que transmitirle el mensaje. Decirle que haremos todo lo posible, pero que los riesgos son altos y es probable que pierda su pierna. Y eso ocurre una y otra vez.
Seguimos intentando encontrar una manera de tratar a estas personas dentro de las limitaciones a las que nos enfrentamos: hospitales saturados y, debido al bloqueo, cuatro horas de electricidad al día, escasez de combustible y suministros médicos agotados. Por no hablar de la falta de médicos y cirujanos especializados, y de enfermeras y médicos exhaustos que no reciben sus salarios desde hace meses. Además, tenemos que hacer frente a las restricciones a pacientes que deben salir de Gaza para recibir tratamiento médico. La lista es larga. Y mientras tanto, a nuestro alrededor vemos el deterioro social y económico de Gaza".
Estos testimonios de Mohammed, Eyad, el doctor Abu Mughaiseeb y los dos niños, también llamados Mohammed, fueron recogidos por Alva White de Médicos Sin Fronteras.
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