17 fotosEl día a día dentro de MjølnerparkenEl Gobierno danés quiere acabar con los denominados guetos para 2030. Los vecinos empiezan a notar el estigma que pesa sobre ellos y tienen miedo del giro xenófobo del país escandinavoSaúl Ruiz MataCopenhague - 14 oct 2018 - 11:59CESTWhatsappFacebookTwitterLinkedinBlueskyCopiar enlaceMuhammed Aslam llegó de Pakistán a Dinamarca cuando sólo tenía siete años. En la imagen sube en ascensor con Liliana, una mujer rumana de 53 años. Ambos viven desde hace tres décadas en Mjølnerparken, uno de los mayores guetos de Copenhague que las autoridades quieren derribar en pos de la integración. Están preocupados porque toda su vida ha esta y está aquí. Se sienten estigmatizados por la sociedad por el hecho de vivir en un gueto y por ser musulmanes. Piensan que se les está utilizando como chivo expiatorio al que culpar de los problemas del país, al que ya no se sienten bienvenidos.Saúl RuízDetalle de uno de los buzones de Mjølnerparken. La mayoría de los vecinos tiene nombre y apellidos no daneses. En Dinamarca, para que un gueto sea considerado como tal, el barrio en cuestión tiene que cumplir ciertos requisitos como que las familias tengan ingresos bajos y, esta medida es más polémica: que al menos el 50% de los vecinos sea "no occidental" o que, aun habiendo nacido en territorio danés, uno de los dos progenitores sea "no occidental".Saúl RuízUna mujer pasea por uno de los parques que conectan los diversos bloques del gueto semicerrado de Mjølnerparken, en el centro de Copenhague, en el que viven casi 2.000 vecinos.Saúl RuízLiliana, rumana de 53 años, lleva casi tres décadas viviendo en Mjølnerparken. Ahora las autoridades han lanzado un plan para erradicar estas barriadas y reubicar a los vecinos en otras zonas en pos de la integración de sus vecinos, de mayoría musulmana.Saúl RuízMuhammed Aslam fue elegido representante de los intereses de los 2.000 vecinos de Mjølnerparken el años pasado. Ahora se ha unido a los líderes de otros guetos para luchar y negociar el plan del Gobierno de erradicar estas barriadas para 2030. Él, como sus convecinos, cree que el programa responde a intereses electoralistas de los partidos "cada vez más a la derecha". Dinamarca celebra elecciones en 2019.Saúl RuízMorten Pape, de 31 años, es un escritor danés que ha nacido y crecido en un gueto: Urbanplanen, en el centro de la capital danesa. Esa zona ya no está considerada un gueto porque el Gobierno varía cada año los baremos de medición para que nuevas zonas deprimidas entren -o salgan- de la lista. Desde 2015, Pape ha ido ganando popularidad en los debates sobre el asunto de los guetos a raíz de la publicación de su libro 'Planen' (Politikens Forlag, 2015) sobre cómo ser blanco en Urbanplanan.Saúl RuízUna chica musulmana juega en los columpios de Mjølnerparken. El partido xenófobo Partido Popular Danes (DF, por sus siglas en danés) quiso instaurar un toque de queda para los niños y niñas de estas barriadas a las ocho de la tarde. Finalmente la medida no fue aprobada. Otras medidas especiales para estas zonas sí están, sin embargo, en vigor, como por ejemplo que cuando un bebé cumple un año las autoridades danesas se lo llevan durante 30 horas a la semana para aprender el idioma y los valores del país escandinavo so pena de multa económica para sus padres.Saúl RuízMaria (nombre ficticio) es una danesa de 55 años que se convirtió al islam hace una década. Desde la mezquita suní más cercana al gueto de Mjølnerparken, dice que fue el Gobierno quien creó los guetos en los años 60 y 70 para alojar a los trabajadores de Oriente Próximo y Asia que llegaron al país. desde hace años, cuenta, la comunidad musulmana se ha visto bajo el foco mediático y social y ahora tienen temor a represalias.Saúl RuízSara (nombre ficticio) es una marroquí de 30 años que vive en Copenhague. Está de acuerdo con las autoridades en que los guetos son un foco de problemas porque los vecinos no trabajan. "Hay que contribuir a la sociedad, sobre todo cuando se llega a un país nuevo", afirma. Ella quiere que los inmigrantes sean como los daneses y está aprendiendo el idioma para integrarse al 100% en el país, cuenta.Saúl RuízEn los alrededores del gueto de Mjølnerparken, en el centro de Copenhague, los musulmanes y los daneses conviven pacíficamente y las leyes especiales que rigen en el gueto dejan de aplicarse cuando se sale de él.Saúl RuízInterior de la mezquita suní más cercana al gueto de Mjølnerparken, en el centro de Copenhague. Los viernes de rezo la policía danesa revisa todas las oraciones del imán en búsqueda de discursos que radicalicen a los fieles.Saúl RuízMette Smidl, de 60 años, enseña danés a un grupo de mujeres mientras toca canciones populares de sus países de origen con el violín. Trabaja en la organización Fakti, cerca del gueto de Mjølnerparken, adonde mujeres -las más excluidas de la sociedad danesa- atienden cada mañana para sentirse "libres", dicen sus directoras.Saúl RuízAfaf, con pañuelo de flores rojo, es de Bagdad (Irak). Llegó a Dinamarca en 2001 porque su país "no era seguro". Ahora atiende a las clases de danés de Fakti para poder integrarse en la sociedad que, dice, la recibió entonces con los brazos abiertos. Sin embargo Afaf ha notado que la sociedad danesa ha dado un giro y que el trato ya no es tan amable.Saúl RuízZohreh, de 48 años, es de Irán y vive en el gueto de Tingbjerg, en Copenhague. Sufre traumas físicos y psicológicos y atiende a Fakti para aprender danés, además de para sentirse bien y hablar con otras mujeres en circunstancias parecidas. Quiere mudarse de casa por la violencia en su barriada. "El Gobierno nos dio la casa [del gueto], pero es muy difícil salir de ahí", se lamenta.Saúl RuízVista de una de las entradas al gueto de Mjølnerparken, en el centro de Copenhague. En Dinamarca, las autoridades actualizan cada año una lista de guetos. El año pasado había 22, este año hay 25.Saúl RuízUna mujer camina por las calles adyacentes al gueto de Mjølnerparken, en el centro de Copenhague.Saúl RuízUn grupo de mujeres aprende danés en Fakti, una organización que apoya a las mujeres inmigrantes, en su mayoría musulmanas, en el centro de Copenhague. La organización cuenta también con un jardín donde las mujeres plantan las hiervas de sus países. El olor incentiva los recuerdos de la infancia de las mujeres, explica la directora de la organización. es un recuerdo que les hace sentir bien, que les hace sentir cómodas y a salvo, explica.Saúl Ruíz