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MIRADOR
Columna
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Baño de ‘valla’

Ser líder de la oposición es un lujo político, porque te concede tiempo para observar y formarte un pensamiento crítico

David Trueba
Pablo Casado visita el dique del puerto de Algeciras.
Pablo Casado visita el dique del puerto de Algeciras.© MARCOS MORENO

No hay candidato de la derecha que no se regale un baño de valla cuando llega el verano y aumenta el número de llegadas de emigrantes africanos. La foto transmite una promesa para votantes futuros: esto no pasará cuando yo esté en el poder. Tiene algo de propuesta absolutista: la valla soy yo, le mur c’est moi. Pero en este asunto no hay absolutos. Y cualquier persona inteligente lo sabe. Ni hay solución ni hay respuesta perfecta, todo lo demás es simulación, ya sea con paseo por Ceuta o por Melilla. Casado, que ha llegado a líder del partido conservador después de ver cómo le convalidaban varias estaciones de ascenso porque el don de la oportunidad en política es media carrera, alcanza muy joven una posición de enorme trascendencia. Ojalá que esa juventud le permita escapar de los tópicos malistas y formarse una opinión algo menos sesgada y ventajista del problema migratorio, por más que el rédito político es inagotable cuando se miente en ese asunto.

Ser líder de la oposición es un lujo político, porque te concede tiempo para observar y formarte un pensamiento crítico. Algo impensable en el poder, que suele limitarse al afán de supervivencia. Para alguien que ha declarado en el congreso en que se alzó con el liderazgo de partido que es partidario de la Vida, así con mayúsculas, no hay duda de que las muertes diarias que se producen en el Mediterráneo por naufragios de pateras y embarcaciones precarias debe ser una preocupación acuciante. Son esas vidas, con minúsculas, las que se desprecian cuando se discute el problema con anteojeras ideológicas. Salvar a quien está en peligro es una prioridad; después, hay campo para la disensión.

Salvar a quien se ahoga no provoca un efecto llamada, como dicen, sino un efecto dignidad, algo de lo que está muy necesitado la parte del mundo a quien le van mejor las cosas. Especialmente a las clases dominantes y sus representantes políticos, que en los últimos años han visto evaporarse los valores humanistas en un vano intento por conservar la cotización de sus valores en Bolsa. Lo difícil no es resolver un problema, sino entenderlo. Venga, vamos a hacer ese esfuerzo. Seguro que mirando a un migrante a los ojos, desde cerca, se aprende más que viendo las imágenes de su asalto a la valla a través de las cámaras de vigilancia. Tanta cámara lejana provoca un efecto muñeco, enseña a jugar con las personas como si fueran desechables. Lo atrevido es entender con perspectiva la complejidad del problema aunque no se sepa solucionar.

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