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El torso desnudo de Marlon Brando (Nebraska, 1924) no fue el primero. La audiencia había visto ya hombres descamisados en el cine, claro: eran necesarios en los filmes de aventuras de los treinta y los cuarenta. Pero en 'Un tranvía llamado deseo' (Elia Kazan, 1951), Brando inventó al macarra deseable y desvergonzado, el que es capaz de erotizar a una profesora acomplejada solo con llegar a casa y quitarse su camiseta sucia. Marlon regaló al cine el perfil de chico joven y fibrado pero cuyos músculos no eran producto de la lucha y la fuerza, sino de una vida dura. Brando no conocía el gimnasio, tan solo el melodrama vital.
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De Marlon (Brando) a Mario (Casas): así han evolucionado los músculos en el cine

Esculpidos, espigados, naturales, depilados... la evolución del ideal anatómico del hombre es, de alguna manera, la historia de nuestra propia existencia

Guillermo Alonso
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