“El arte puede hablar por sí mismo, pero el diseño necesita un relato”
Hablamos con el director del Design Museum de Londres, Deyan Sudjic, sobre política, arquitectura y un bombardero alemán
Donde usted ve un rascacielos, Deyan Sudjic (Londres, 1952) ve contenedores: “Se inventaron en 1955 y, solo 15 años después habían convertido los muelles de todo el mundo en lugares inútiles. Arrasaron los Docklands de Londres. Fue tal el problema que al gobierno conservador de los setenta solo se le ocurrió convertirlo en una zona franca, anular las restricciones de construcción y atraer a cualquiera que quisiera instalarse allí”.
En los años ochenta, el jefe de Credit Suisse First Boston se dio cuenta de las ventajas y decidió crear un distrito financiero allí. Así nació la City y su skyline inquieto (resulta difícil llevar la cuenta de los rascacielos que están ahora en construcción) y conflictivo (¿le suena la palabra gentrificación?). Sudjic explica con paciencia de profesor las complejidades urbanísticas de su ciudad. “El arte puede hablar por sí mismo, pero el diseño necesita un relato”, dice.
Por eso la institución que lidera no es un cubo blanco lleno de objetos en vitrinas listos para adorar sino un teatral recorrido por sillas, gadgets y trozos de vehículo con textos que explican su papel en nuestra historia común. “Si eres el Reina Sofía y tienes el Guernica, sería interesante que poseyeras un ejemplo del avión alemán que destruyó la ciudad, pero interferiría con el cuadro de Picasso y lo que transmite. En cambio, si eres un museo del diseño y tienes uno de esos bombarderos Junkers, es esencial que digas qué hicieron. Es tu deber contar cómo se diseñó algo, cómo se hizo y para qué se usó”.
Sudjic sostiene que es imposible leer un objeto o un edificio sin atender a su carga política. Igual que la arquitectura de Albert Speer, el arquitecto de Hitler, no es solo neoclasicismo ampuloso, la tragedia de Grenfell (el incendio que sacó las vergüenzas a las construcciones británicas de protección oficial el pasado mes de junio) no es solo un accidente. El inglés no se pronuncia sobre ello (“es demasiado pronto”), pero se enciende ante el declive de la arquitectura social: “Antes, la gente viajaba para visitar nuestras construcciones públicas”. Hoy, pese a que hay más población, se construye menos y peor. “Todo se subcontrata. La sabiduría y el conocimiento se han evaporado. Está claro que algo ha ido muy mal”.
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