13 fotos
El Twitter de Carlos Herrera es la guía ‘foodie’ definitiva Cocido XXL, gastronomía española de siempre, restaurantes sin pósters de ‘Relax and have a cupcake’, ni poké en el menú, ni panko en el rebozado de las croquetas Llamar ‘foodie’ a Carlos Herrera es un insulto y somos conscientes. Porque el veterano comunicador radiofónico mantiene una agenda de restaurantes gastronómicos dorada y sin duda fraguada mucho antes de que esta palabreja se pusiera de moda. Herrera es un gourmet de la vieja escuela, capaz de recorrer la piel de toro, desde Barcelona a El Puerto de Santa María, sin caer en estrellas Michelin ni sitios de moda. Lo suyo es otra liga. Es el garante de la gastronomía española de siempre. De los sitios en los que no hay ni vinilos de ‘Relax and have a cupcake’ en las paredes ni poké en el menú ni panko en el rebozado de las croquetas. Su lista de restaurantes es una en la que llama por su nombre de pila a los camareros, se acaba la comida con “digestivos” y se entra preguntando si “hay mesa para estos viajeros”. Podría haberse guardado esa lista de lugares secretos y perfectos y dedicarse solo a su labor informativa pero no, a lo largo de 2017, en medio de estampas taurinas, de Semana Santa o de cuchipandas junto a Salvador Sostres, Josep Pedrerol o Pipi Estrada, ha tenido a bien compartir su sabiduría con nosotros. Y no damos abasto a apuntar, la verdad. Aquí van algunos highlights. El 9 de enero, Carlos Herrera nos obsequia con su particular regalo de Reyes. Llega con retraso, pero no nos importa. Comparte con nosotros el restaurante de Barcelona donde más cuesta conseguir mesa. Para los que pensabais que era Tickets o Enigma, la respuesta es NO.
La chacina, el embutido, si es de calidad, es el verdadero tesoro. Y, no, quizá una cámara de charcutería no sea cuqui pero, ¿a qué hemos venido aquí? ¿A buscar cosas monas para reventar de likes o a perseguir la verdad?
Ni buey ni kobe: cochino negro canario. Parece una moda, pero es una raza autóctona que lleva en la isla desde la época de los guanches, según revela Wikipedia. Buenos secretos nos comparte el maestro.
Los advenedizos pensarán que la mejor merluza hay que buscarla a orillas del Cantábrico. Herrera sabe que hay templos que son capaces de reducir las distancias a la nada. Este cogote de merluza en Zamora es un hallazgo que vuela la cabeza los Instagramers.
Hay veces en las que el periodista se la juega por todo lo alto y señala un plato como el mejor en su categoría de todo el mundo. Es el caso de estas tortitas de camarones. No están en su top ni son “recomendables”. Son, sencillamente, las mejores del orbe aunque, en un gesto de humildad, utiliza el “probablemente” para dejar la puerta abierta a otro gurú gastronómico.
¡Eh! Algún toque hay que darle a la industria. ¿Cuánto tiempo lleva la lechuga de la fruterías y los supermercados sin saber a lechuga? Ya está bien
En plena invasión de dulces norteamericanos, helados tailandeses o deconstrucciones de crema catalana en vasito, Herrera vuelve a nuestras raíces. Los miguelitos, pastelito clásico de La Roda, comprado a menudo en estaciones de servicio, son una joya. Y hay que decirlo claro. Su “muero” es suficientemente expresivo.
El 99% de las fotos que se comparten sobre comida en redes sociales trasmiten artificio, frialdad y pose. Herrera se quita todo eso de encima con una foto de un pulpo –perfecto, sin duda- en imposible perspectiva vertical, con un subjuntivo en el texto y sin hashtag alguno. El que se tope con esta joya, afortunado sea.
El placer no espera a la vuelta de la esquina. O, al menos, no siempre. ¿Cuántos kilómetros hay que hacer para gozarlo fuerte? ¿Mil? Se hacen. No hay dolor. Sarna con gusto no pica. El que algo quiere, algo le cuesta.
Oh. De golpe, toda España se da la mano fraternalmente. El comunicador radiofónico explica que no hace falta gastar 200 euros en un ampuloso menú degustación para disfrutar de un bocado digno de dioses. Obreros de la construcción, camareras de piso de hotel, promotores inmobiliarios y grandes damas de la banca se emocionan en una mesa redonda frente a un sencillo Frankfurt catalán. El bocadillo como gran vertebrador de un país ajeno a las clases sociales y barreras regionales. Un mensaje de paz.
“La Cataluña de siempre”. ¿Acaso hay otra? En El Cortijo de Malgrat de Mar, en pleno Maresme, hay “cordialidad y calidad”, según Herrera. Allí se siente como en casa y apostamos a que cualquier visitante sentiría lo mismo. Eh foodies, ¿seguís ahí?