Una fracción de humanidad
La cuestión no deja de ser anecdótica, pero es de lo más divertido que se ha visto últimamente en los medios. La irrupción de los hijos pequeños (el del tacataca, ¡inefable!) del profesor de ciencias políticas, Robert Kelly, en el despacho de su padre mientras él está en directo dando unas explicaciones sobre Corea del Sur en la BBC, es de antología. La vida pone a menudo las cosas en su sitio y en una fracción de segundo se pasa de lo más solemne a lo más cotidiano. Estos detalles nos hacen más humanos, y seguramente seríamos todos un poco mejores, y con ello nuestra sociedad, si pensáramos que entre lo sublime y lo banal no hay a veces más que unas décimas de segundo o, simplemente, una fracción de humanidad.— Javier Crespo Moreno. Valencia.
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