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Vestirse de bandera estadounidense era antaño un privilegio reservado a las azafatas de las convenciones republicanas y a la cantante country Dolly Parton. Ahora también es el signo de poder definitivo. En la homogeneidad cromática de esta imagen hay algo inquietante: la camisa blanca, corbata roja y chaqueta azul de Donald Trump concuerdan sospechosamente con las banderas del fondo y el atril desde el que habla. Todos los colores resultan demasiado intensos y saturados, igual que el pelo de Trump resulta demasiado amarillo, su forma demasiado suave y su rostro demasiado bronceado. A Trump, imbuido de cultura empresarial, no le asusta vestir con una suerte de uniforme corporativo, eso sí, impecablemente elaborado.
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La única lección de estilo que nos ha dado Donald Trump

Dime cómo vistes y te diré cómo vas a gobernar. Analizamos el armario de ocho presidentes de EE UU

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