Vidas truncadas
Jamás comprendemos por qué hemos de perder a un ser querido. Ni cuando lo ves venir por una larga enfermedad, ni cuando tus abuelos o tus padres rozan los 100 años; menos aún, cuando te los arrebatan por una negligencia. Tal es el caso del avión que se estrelló el lunes por la noche. Si en un inicio se pensaba en un accidente, ahora podría deberse a falta de combustible, es decir, a algo que se podía haber evitado. ¿Cómo va a explicar la aerolínea a las familias esta tragedia? No va a haber consuelo ante tantas vidas segadas.— Tamara González Cuevas. Santa Coloma de Cervelló (Barcelona).
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