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DEFENSORA DEL LECTOR
Tribuna
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‘Castellers’ y lenguaje

De las quejas por un artículo sobre torres humanas, a un apunte sobre los retos del bilingüismo en la edición de Cataluña

'Castellers de Vilafranca' Festival de Tarragona
'Castellers de Vilafranca' Festival de Tarragona DAVID RAMOS / GETTY IMAGES

Triunfar no equivale a conquistar al público. Lo dejaba bien claro el artículo Nadie tose a los Castellers de Vilafranca, que se publicó en la edición impresa de Cataluña del 3 de octubre. El autor, Luis Martín, redactor de Deportes de Barcelona, hacía hincapié en el desapego mostrado hacia los ganadores de un concurso de torres humanas celebrado en Tarragona. En la versión digital del texto, Martín resumía los sentimientos hacia los triunfadores con la frase: “No hay quien les quiera”. La Junta de Castellers de Vilafranca del Penedés me ha enviado un comunicado en el que lamenta el artículo, al que califica de “tendencioso”, y reitera que los miembros del grupo “merecen más respeto”.

Luis Martín se disculpa y explica en su descargo: “En ningún momento quise ofender a los Castellers de Vilafranca. Nunca fue mi intención, porque si hubiera sido así, ofendería más que a uno de sus participantes, a una tradición que respeto profundamente. Pido disculpas por tanto a quien se haya sentido dolido (…) No acerté a la hora de adjetivar y describir una paradoja: ¿por qué una colla que volvió a imponer su capacidad para levantar los castells más difíciles no consiguió ganarse el afecto del resto de participantes en la Tarraco Arena?”.

Del artículo en cuestión me ha sorprendido también el lenguaje en el que está escrito, a caballo entre el castellano y el catalán. Martín escribe con total naturalidad: “Un 3 de 9 amb folre i manilles y el 4 de diez con f+m y la torre de ocho sin folre”. Se refiere al acotxador, y a la enxaneta, sin más explicaciones. Escribe castellers sin las cursivas preceptivas, y no traduce el artículo Els, en el arranque del texto, ni las palabras concurs o Plaça.

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Martín, que según confesión propia no escribe en catalán, me ha explicado que no podía traducir los tecnicismos propios de una competición muy catalana. “Admito, en cualquier caso”, añade en el mensaje que me ha enviado, “que por mi inexperiencia como cronista en el tema pude caer en varios errores de lenguaje e interpretación del concurso, pero como entusiasta seguidor y lector di por hecho que la gente sabe qué es una enxaneta y un folre i manilles porque el texto iba destinado a la edición de Cataluña. No consideré necesario dar más vueltas sobre las palabras pues hubiera hecho lo mismo en el supuesto de tener que describir a un entrevistado comiendo chop-suey o si esa —supuesta— entrevista se hubiera celebrado “en un show room de Adidas”.

El periodista debe usar correctamente el idioma en el que escribe

No dudo de la necesidad de que estuvieran en catalán algunos de los términos que utiliza Martín, pero era obligado traducir otros. Con independencia de que el artículo pueda ser entendido por los lectores de Cataluña, considero que el periodista está obligado a usar correctamente el idioma en el que escribe. En este caso, el castellano.

Es muy raro encontrarse en el Cuadernillo de Cataluña con artículos que contengan tantos términos en catalán como el de Martín, pero recibo también protestas por cuestiones gramaticales referidas a ese suplemento. Un lector, Fausto Rojo, me escribió para señalar que el verbo sacar estaba mal utilizado en el titular La dificultad de sacarse a los hijos de encima, que encabezaba un artículo de ese cuadernillo. El diccionario de la RAE recoge más de una treintena de acepciones de ese verbo, con sus respectivos ejemplos. Ninguna coincide con el titular.

Otra de las quejas se refería a una noticia, totalmente ilegible, de la edición digital. Miquel Noguer, responsable de la redacción de Barcelona, me explicó que se había producido un error en la traducción del texto, ya que algunos redactores escriben directamente en catalán para la edición digital en ese idioma. “Después, algunas de estas noticias son traducidas al castellano si son susceptibles de ser publicadas en el resto de ediciones del periódico, ya sea en papel o en la web”, añadía. “La primera traducción la hace un programa informático y, después, el texto es editado por un periodista”.

EL PAÍS de Barcelona ha contado tradicionalmente con algunas de las mejores plumas de este periódico, pero manejar textos en dos idiomas aumenta el riesgo de errores. Por eso hay que extremar la vigilancia para que nada empañe esa tradición.

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