La voluntad popular
Viene siendo habitual oír a políticos hablar del cuerpo electoral, como eso, como un cuerpo, y una vez ahí, oírles hablar también del alma electoral. Y enseguida que si el electorado quiere esto o lo otro, que si nos ha mandado pactar, o que si nos ha puesto en la oposición. Como si el electorado fuese un señor de Córdoba, o una señora de Murcia. Olvidar que el electorado no tiene alma, sino una multitud de voluntades individuales, sirve para sintetizar al electorado, convertirlo en una cosa, en un mazacote manejable; al pasarlo de sujeto a objeto es más fácil apropiarse de la interpretación de la voluntad popular. Seguramente es por eso por lo que los escaños son manejados con tanta “propiedad” por algunos como el presidente extremeño Fernández Vara, que ha sugerido “a título personal” que algún diputado socialista se ausente el día en que se vote la investidura de Rajoy. Me pregunto a qué alma, cuerpo o voluntad popular en concreto estarían obedeciendo esos que se ausentasen ese día.— Juan Antonio Mena Moril. Valencia.
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