De niños, hoteles y aviones
Las comas son muy importantes. No es lo mismo escribir “¡Vamos a comer, niños!”, es decir: “Lavaos las manos que ya está puesta la cena”, que “¡Vamos a comer niños!”, que es lo que dicen los ogros cuando salen a cenar y los pasajeros de avión que tienen a un ruidoso y tierno pequeñuelo como vecino de asiento. Fotos: Getty Images
Lonely Planet preguntó a 5.900 pasajeros qué era lo que más les molestaba en un avión. De sus respuestas se deduce que los niños ruidosos y los bebés llorones están entre las cosas más odiadas a bordo, junto con los respaldos despachurra-meniscos y los pasajeros cochinos.
Los padres discrepan. Sus niños no son así. Sus nenes son criaturas adorables. Con sus carreras y gritos por el pasillo del avión y sus empujones al respaldo del asiento solo pretenden que los pasajeros no se aburran. Angelitos.
Hace unos años, el consejero delegado de Ryanair, Michael O'Leary, anunció su intención de ofrecer rutas libres de niños. Al final resultó ser una broma por el April's Fool Day, el Día de los Inocentes en los países anglosajones, pero algunas aerolíneas lo dicen en serio: Air Asia, perteneciente al grupo Virgin, acotó en 2013 una zona libre de niños en sus rutas de larga distancia.
Hoteles familiares vs hoteles para adultos
El debate niños sí, niños no no se limita a los aviones. Mientras que para algunos hoteles “el niño es el rey”, otros se declaran ‘Adults Only’ (solo para adultos) y ofrecen dos estancias radicalmente opuestas: en uno los menús incluyen papillas y meriendas; en el otro, cocina de autor y placeres adultos. En los primeros, las amenities de la habitación incluyen juguetes Lego; en los segundos, el kit completo BDSM deCincuenta sombras de Grey.
Los restaurantes tampoco se libran: frente a las grandes cadenas de hamburgueserías que regalan juguetes con los menús infantiles para atraer a los pequeñuelos a sus mesas como si fuesen las ratas de ‘El flautista de Hamelin’, están los restaurantes que condenan a las familias con niños a los rincones más remotos y oscuros de sus comedores, allí donde nadie puede oír sus gritos.
Y tú, ¿qué haces cuando descubres que los niños del asiento de atrás (o del de delante) en el avión te han adoptado como mascota?
a.- Piensas que son muy monos, que los que se quejan son unos tiquismiquis.
b.- Le rezas a san Herodes.
c.- Te chivas a la azafata.
d.- Juras que en cuanto el avión aterrice te harás la vasectomía (o una ligadura de trompas).
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