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Tentaciones
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Con o sin faldas, pero a lo loco. Los vestidos más demenciales de los Oscars

La diseñadora de vestuario Jenny Beavan fue lo mejor que le pasó a la gala de los Oscar. Hacemos recuento de aquellos nominados que desafiaron a la meca del cine con su 'look'

Te nominan a un Oscar y, ¿qué te pones? Jenny Beavan lo que le da la real gana, y es por ello que ayer fue menospreciada por estrellas como Louis Gosset Junior, Thomas McCarthy o Alejandro González Iñárritu cuando recogió su estatuilla a mejor vestuario. ¿Ha sido la primera en desafiar la elegancia de escuadra y cartabón de los premios de la Academia? Ni de lejos.

Diane Keaton

Falda, ¿qué falda? Diane Keaton se convirtió en icono de liberación femenina con Annie Hall y no sólo se llevó un Oscar por ello, sino que lo blandió con un modelo alejado de los cánones de belleza preestablecidos: americana gris holgada, foulard destartalado y rosa beyond the kitsch en el bolsillo de su chaqueta. Sentó cátedra, además, para el un estilo que haría suyo en ediciones posteriores. Convirtiendo la despreocupación en pura elegancia, Keaton marcó no sólo a toda una generación de mujeres que no lograban verse representadas en la gran pantalla, sino que convirtió lo casual en etiqueta. Que no hace falta llamarse Alvy Singer para que te rompa el corazón, vaya.

Marlon Brando

Si hemos de ser estrictos, no sabemos qué vestía exactamente Marlon Brando la noche que ganó el Oscar por El Padrino, aunque seguramente fuese un pijama. En lugar de ir a recoger el premio al que optaba, el actor envió a la nativa americana Sacheen Littlefeather, que subió al escenario con su atuendo tradicional para rechazar el premio, antes de leer un discurso con duras críticas al trato que el pueblo indio padecía en el cine estadounidense. Aunque la anécdota se recoge en el extenso apartado “extravagancias de Marlon Brando”, el vestido y la presencia de Littlefeather siguen siendo -como lo fueron en su momento el jersey de Evo Morales o el chándal de Hugo Chávez- imbatibles a día de hoy.

Trey Parker y Matt Stone

Cuando a los directores de South Park: Más grande, más largo y sin cortes les llegaron las invitaciones para los Oscar, fijaron su atención en una de las condiciones que se especificaban en la tarjeta: era obligatorio asistir a la ceremonia de gala. Y cumplieron, aunque no de la forma que los responsables de protocolo tenían prevista: Trey Parker y Matt Stone acudieron a la ceremonia de premios con vestidos de mujer completamente demenciales. Por si fuera poco, decidieron que también era el mejor día para consumir LSD. Travestidos y absolutamente pasados de ácido en la alfombra roja, los creadores de la serie de animación más gamberra no consiguieron, quizás con razón, llevarse la estatuilla a la que estaban nominados: mejor canción por Blame Canada.

Reinas del pop

A Cher, Björk y Céline Dion están acostumbradas a desencajar mandíbulas con sus outfits, y su paso el Teatro Kodak no iba a ser una excepción. La autora de Believe recogería el premio a la mejor actriz por Hechizo de Luna con un vestido en el que las transparencias eran, de lejos, lo menos estridente. Björk, aunque perfectamente podría haber estado nominada también a mejor actriz por Bailar en la Oscuridad, fue nominada por dicha película, sí, pero a mejor canción. El mal trago de no llevarse el premio lo vivió con una bufanda que emulaba un cisne capaz de (sic) poner huevos. La que sí que se llevó el Oscar a mejor canción por Titanic fue Céline Dion, cuyo modelo en 1999 de traje-de-chaqueta-blanco-invertido sigue siendo fascinante visto hoy día.

Jenny Beavan

La última en sumarse a este panteón de moda a contracorriente ha sido Jenny Beavan, diseñadora de vestuario de Mad Max: Fury Road. Con un look desaliñado estudiado al milímetro -Beavan es la mejor directora de vestuario del año, es decir: sabe qué, cuándo y por qué se pone algo encima-, el paseo desde su butaca hasta el escenario, donde le fue entregado su premio, estuvo marcado por silencios incómodos y miradas de desprecio, en su mayoría masculinas. Por ello y no en vano, este vine de ella bajando las escaleras del Kodak se ha hecho viral. Beavan reveló ayer, de esta forma, que el problema de los Oscar no era únicamente el racismo, sino que también hay problemas de género y clase por resolver. La diseñadora se ha revelado contra todo ello de la forma más sencilla: ponerse, de forma muy calculada, lo primero que ha pillado. Respect.

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